“Primero tienes que ganarte el derecho a criticar a la Unión Soviética», fue el consejo laboral que me dio el latinoamericanista Kiva Maidanik, a principios de febrero de 1977, cuando llegué a Moscú para desempeñarme como corresponsal de Oposición, Radio Educación y por su conducto Canal 11, y representante del Comité Central del Partido Comunista Mexicano.
Sorprendido, pregunté al hombre que más me ayudo en términos intelectuales y periodísticos a mejor desempeñarme durante los siguientes 25 meses:
–¿Cómo me lo gano?
De Eduardo Ibarra Aguirre
“Primero tienes que ganarte el derecho a criticar a la Unión Soviética», fue el consejo laboral que me dio el latinoamericanista Kiva Maidanik, a principios de febrero de 1977, cuando llegué a Moscú para desempeñarme como corresponsal de Oposición, Radio Educación y por su conducto Canal 11, y representante del Comité Central del Partido Comunista Mexicano.
Sorprendido, pregunté al hombre que más me ayudo en términos intelectuales y periodísticos a mejor desempeñarme durante los siguientes 25 meses:
–¿Cómo me lo gano?
–Primero tienes que escribir algunos reportajes sobre aquellos aspectos sociales de la vida soviética que no estén sujetos a discusión, por lo menos hasta hoy.
Así procedí. El costoso invierno en la Unión Soviética y Para la mujer soviética sus derechos son reales, fueron los primeros de los 80 temas que me ocupé. El derecho ganado no garantizaba ahorrarme el malestar de algunos funcionarios soviéticos –directamente vinculados a mi trabajo– por las “críticas epidérmicas» –como despectivamente las llamaba Pablo Gómez ÿlvarez– que contenían los reportajes y crónicas, pero que los editores del semanario comunista publicaban censurados y después, junto con Gómez, me estigmatizaban como prosoviético.
Por el contrario, Maidanik se sorprendía por la capacidad adquirida para descubrir “una perla en medio de tanta mierda». Esto me lo decía en 1978. Naturalmente que afuera de mi departamento que, presumiblemente, tenía grabadoras del KGB (Comité de Seguridad del Estado).
La anterior es otra historia. Para otro momento. El hecho es que el consejo y la asesoría del investigador judío-soviético nunca me abandonaron. Varias de las entrevistas que realicé a dirigentes comunistas y socialistas de diversos países, fueron facilitadas por el investigador.
Maidanik nos dejó el 24 diciembre pasado. El político y ensayista dominicano Narciso Isa Conde trazó para Altercom (29-XII-06) el siguiente perfil sobre su camarada: “Historiador, trabajador de la Academia de Ciencias de la URSS, investigador del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de Moscú, estudioso de la realidad china y de la Guerra civil española, especialista de los mejores en América Latina y el Caribe. Autor de numerosos artículos, ensayos y libros, una parte de ellos traducidos al español y a otros idiomas.
“Soviético en el sentido bolchevique, leninista; antes, durante y después del colapso del llamado socialismo real. Inclaudicable en sus principios, flexible e innovador en sus constantes creaciones políticas y teóricas.
“Estudioso y admirador de Ernesto che Guevara, de su pensamiento, de su accionar, de su ética revolucionaria, de su inmensa humanidad… sintetizados magistralmente por él en su ensayo El revolucionario y en la ponencia titulada La séptima vida del Che Guevara, presentada en ocasión de la realización en Madrid, España, del seminario auspiciado el verano de 1998 por la Fundación de Investigaciones Marxistas, FIM, bajo la dirección de Manuel Monereo, expuestos además extensamente en su libro El che Guevara: sus épocas y su América».
Mientras que Joel Ortega Juárez lo recordó como “Un incansable luchador por un mundo diferente» (Milenio Diario, 6-I-07) y rescató que Kiva proponía: «No se debe por ningún motivo disminuir la importancia de la constitución de las fuerzas alternativas del pensamiento social, en todos los planos de la visión crítica del consumismo capitalista, a la solidaridad social con los pobres …a la tolerancia, a la convivencia con los otros, a la crítica del saber al servicio de la reproducción de las elites dominantes».
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