El anuncio de que el director de la Policía Nacional de Colombia durante el gobierno de Álvaro Uribe y parte del gobierno de Juan Manuel Santos, Óscar Naranjo Trujillo será asesor presidencial del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto en caso de llegar a la presidencia de la República ha generado una serie de reacciones entre los otros candidatos que se sienten con posibilidades de ganar las elecciones del próximo 1 de julio.
por Marco Vinicio Dávila Juárez
Tanto Josefina Vázquez Mota como Andrés Manuel López Obrador, sus equipos de campaña o los dirigentes de sus partidos han cuestionado este nombramiento argumentando meras formalidades legales, morales o nacionalistas; es decir señalando que el mismo es ilegal desde el punto de vista constitucional pues viola los artículo 32 y 33 de la ya de por sí tumultuariamente violada Constitución de la República; o si tienen confianza o desconfianza tanto en las fuerzas armadas de México: ejército y marina, como en los extranjeros que trabajan como asesores; o si son patriotas o antipatriotas quienes contratan asesores extranjeros.
Legal o ilegal.
Gustavo Madero, líder del PAN señala que el nombramiento es ilegal porque viola el artículo 32 de la Constitución mexicana y cita el Artículo 32: ‘En tiempo de paz, ningún extranjero podrá servir en el Ejército ni en las Fuerzas de Policía o Seguridad Pública’”. Ricardo Monreal, coordinador de la campaña de AMLO acusa a Peña Nieto de que el nombramiento es ilegal pues viola “el artículo 33 constitucional (que) habla sobre la calidad de los extranjeros y, en su párrafo Tercero, señala con toda claridad que ningún extranjero puede inmiscuirse, de ninguna manera en los asuntos políticos del país”. Dolores Padierna, secretaria general del PRD criticó de anticonstitucional el nombramiento de extranjeros como asesores “para que atiendan asuntos de seguridad nacional” porque “la constitución impide compartir información importante con gente del extranjero” (sic).
Moral o inmoral.
Josefina Vázquez Mota descalifica a Peña Nieto afirmando que él no confía en las fuerzas armadas de nuestro país, y que ella si confía en las instituciones castrenses mexicanas y por lo tanto Enrique es malo y ella es buena; otra vez Ricardo Monreal también senador del PT, considera la contratación de Óscar Naranjo como “una bofetada a los militares mexicanos, es una forma de decirle a los militares mexicanos: no confiamos en ustedes, ustedes no pueden con el combate a la delincuencia y por eso importamos a un asesor extranjero” se entiende entonces que Peña Nieto es malo por ese hecho; por su parte Gustavo Madero dijo que EPN menosprecia a las fuerzas armadas mexicanas que hacen un esfuerzo de entrega, profesionalismo y lealtad sacrificando su vida incluso por recuperar espacios perdidos y defender la paz de los ciudadanos, entonces EPN es malo y, se entiende de esta afirmación que, ellos son los buenos.
Patriotas o antipatriotas.
Distorsionando el significado de la palabra patriota o patriotismo, rayando más bien en un chovinismo recalcitrante, AMLO afirma que él a diferencia de Peña no traerá extranjeros “para atender el problema de la violencia en México” olvidando a su pedigüeño asesor de imagen extranjero, además afirma que en su gobierno no será “el uso de la fuerza lo que va a caracterizar la nueva estrategia para enfrentar la delincuencia”. Mientras que JVM confiando totalmente en las fuerzas armadas dice que ella si va a nombrar a un mexicano o a una mexicana para cuidar a las familias mexicanas y afirma que va a gobernar con los mexicanos, ambos quieren dar la impresión de que así son más patriotas, en realidad aparecen como patrioteros.
Ante estos argumentos el PRI en voz de su coordinador de la campaña presidencial Luis Videgaray dice que EPN retoma todas experiencias internacionales, de “todas las capacidades y de todo el conocimiento” para resolver el caso de la seguridad pública, eso incluye la experiencia internacional. Por su parte Enrique Peña Nieto asegura que la invitación a Óscar Naranjo es porque para él como candidato la tarea de la seguridad es una tarea del Estado mexicano y no de partido o de gobiernos.
Argumentos falaces, oportunistas y electoreros.
De este pequeño recuento de argumentos partiremos para demostrar que todos los argumentos son falaces, oportunistas y electoreros, pero permiten mostrar el verdadero rostro del Estado mexicano al que no sólo no le importa la seguridad de la mayoría de mexicanos, sino que tampoco le importa protegerlos pues se ve en ellos al “enemigo interno”.
Hay que decir, primero, que Óscar Naranjo Trujillo no es el primer asesor extranjero en materia de seguridad nacional en México. Ya a finales del 2002 y principios del 2003 el entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México Andrés Manuel López Obrador y su secretario de Seguridad Pública Marcelo Ebrard tuvieron como asesor en materia de seguridad pública a
Rudolph Giuliani (de quien hablaremos más adelante), o sea que AMLO contrató los servicios, caros por cierto, de un extranjero en materia de seguridad y, ¿es por esto AMLO un antipatriota o es una muestra de desconfianza en los policías y militares metidos a policías mexicanos que seguramente también sintieron que recibían una bofetada?
Por muchos es sabido que actualmente en México actúan agentes de la DEA, la CIA, el FBI y el Pentágono, militares y ex militares que, como lo reconoció Alejandro Poiré cuando era vocero en materia de Seguridad Pública e incluso la misma Patricia Espinosa como secretaria de Relaciones Exteriores, trabajan como asesores de policías y militares. Es decir el gobierno de Acción Nacional, al margen de la ley incluso, violando la Constitución de la República, también tiene a su servicio asesores extranjeros en materia de seguridad pública. Vázquez Mota ha afirmado reiteradamente que ella seguirá puntualmente la política de seguridad nacional del actual presidente Felipe Calderón, o sea que seguirá manteniendo a los asesores extranjeros. Por lo tanto de acuerdo con sus propias afirmaciones los dos candidatos ni son patriotas ni tienen confianza en las fuerzas armadas de México. Por otra parte ni el PRD ahora, ni el PAN en su momento, reclamaron violaciones a la Constitución por tales hechos, de ahí se desprende que sus denuncias actuales son meras acciones oportunistas y electoreras.
Pero ya entrados en denunciar estas posiciones de los tres candidatos con alguna posibilidad de ganar las elecciones del 1 de julio, veamos quiénes son Rudolph Giuliani y Óscar Naranjo.
Los dos tienen muchas similitudes y muy pocas diferencias. Ambos ostentan como carta de presentación apodos como “el mejor policía del mundo” para Naranjo, y “el alcalde de América” para Giuliani; ambos están ligados a partidos ultraconservadores, Naranjo a los partidos tradicionales de Colombia, el Conservador y el Liberal y a todos los desprendimientos que de ambos se dieron, todos con una ideología reaccionaria; Giuliani siempre ha sido identificado con el ala más conservadora, o sea reaccionaria, del partido Republicano; ambos hicieron una carrera policiaca de manera vertiginosa hasta alcanzar el cargo de Director de la Policía Nacional, Naranjo y, asistente del Fiscal General de Estados Unidos, Giuliani; desde tales cargos ambos han centrado su carrera en tres objetivos la lucha contra los marginados, contra la protesta social y contra el “terrorismo”; y ambos se dedican ahora a asesorar gobiernos en materia de seguridad.
Como podemos darnos cuenta, sobre todo para aquellos que creen encontrar en la contratación de Naranjo Trujillo una prueba convincente para reforzar el mito del fantasma de la ultraderecha, el candidato de las izquierdas también simpatiza con policías extranjeros de ultraderecha y los consejos de Giuliani y la experiencia de AMLO al frente del gobierno de la Ciudad de México están totalmente integradas a su programa de gobierno para la presidencia de la República y que incluye a Marcelo Ebrard en la Secretaría de Gobernación.
Los “méritos” de Naranjo y Giuliani.
El principal reconocimiento a Rudolph Giuliani no es su liderazgo durante el ataque a las Torres Gemelas en el 2001, esa es sólo propaganda, el reconocimiento es por su diseño policiaco de la política de Cero Tolerancia, cuando fue alcalde de la Ciudad de Nueva York, fundamentada en el combate a los sectores más marginados de la población, generalmente migrantes indocumentados, latinos y asiáticos, a los afroamericanos y en general a la gente que se dedica a la economía informal, porque entre ellos están los delincuentes o son delincuentes en potencia. Detrás de ese argumento estaban los intereses económicos de los poderosos millonarios que ambicionaban los lugares que ocupaban los pobres de la ciudad para habilitarlos y comerciar con ellos. Es decir una política discriminatoria, que criminaliza a los pobres que por serlo son feos, sucios y malos, por lo tanto hay que perseguirlos y meterlos a la cárcel.
Hoy esa política se aplica con las modificaciones necesarias en muchas ciudades del mundo, la Ciudad de México incluida, con los mismos objetivos: desalojar a los sectores marginados del centro histórico porque lo afean, para que lo embellezcan, y lucren con él, los millonarios mexicanos como Carlos Slim.
Por su parte Naranjo Trujillo tiene como principal mérito haber acabado con importantes capos de la droga en Colombia y su combate a la insurgencia armada que representan las FARC-EP y el ELN, estos “méritos” ocultan los nexos de Naranjo con el cartel del Norte del Valle transformado después de una alianza con la Policía Nacional en el cartel de Los Diablos. Violador consuetudinario de los derechos humanos, conocido es su gusto por los “métodos no ortodoxos” para lograr inculpados o conseguir información. Corrupto y corruptor de la Policía Nacional de Colombia, obligó a jubilarse a muchos policías que no se dejaron corromper, otros fueron desaparecidos. Para los mexicanos es un personaje conocido por ser uno de los principales responsables en el bombardeo al campamento de paz del Comandante de las FARC-EP, Raúl Reyes el 1 de marzo del 2008 en Sucumbíos, Ecuador, donde fueron masacrados cuatro jóvenes mexicanos.
Entonces la experiencia que según Peña Nieto, Naranjo viene a aportar no es la de elevar los niveles de seguridad pública presumiendo de que Naranjo logró debilitar a las FARC-EP y desmantelar en cartel del Norte del Valle. Por el contrario, de la experiencia de Óscar Naranjo, Peña Nieto puede obtener dos objetivos. Uno, sacar mejor provecho de la inteligencia policiaca y militar para tener mayor poder y control sobre los grupos delictivos y usarlos en su beneficio y hacer más efectivo el vínculo poder político-crimen organizado y, dos, enfrentar la explosividad social que amenaza con desbordar los causes institucionales, criminalizando la lucha social con motes como “terrorismo”, “narcoterrorismo” y “crimen organizado”; adicionalmente podrá aconsejar a Peña Nieto sobre una futura posibilidad de instalar bases militares norteamericanas en México. Porque en Colombia ni las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo han sido debilitadas en sus casi 50 años de lucha, ni el cartel del Norte del Valle fue desmantelado.
Política de Estado
Pero además, los tres candidatos mienten villanamente. México sí tiene una política de Estado para la seguridad nacional, se llama Plan Mérida. Los tres lo saben y los tres lo callan. Este sólo hecho descalifica todos los argumentos contra la asesoría de Naranjo Trujillo a Enrique Peña Nieto. Y se ve que efectivamente el anuncio del candidato del PRI y las declaraciones de los otros candidatos son una acción efectista para ganar votos, pues no es que la actual política de seguridad pública en México sea capricho presidencial, o decisión de partido o gobierno alguno, está impuesta por la Iniciativa de Seguridad Regional firmada por EE UU y México, que incluye a los países de Centroamérica.
Iniciativa de Seguridad Regional o Plan Mérida
Este plan originalmente llamado Plan México (símil del Plan Colombia en el que Naranjo Trujillo es experto) también llamado Iniciativa Mérida fue impulsado por Felipe Calderón cuando George W. Bush era presidente de EE UU, formalmente es un tratado internacional de seguridad para combatir el narcotráfico y el terrorismo, establecido por los gobiernos de México y EE UU y como tal está incluso por encima de la propia Constitución de la República.
En México involucra al Congreso de la Unión, la Secretaría de la Defensa Nacional, la Armada de México, la Secretaría de Seguridad Pública, la PGR y el CISEN; en EE UU involucra al Departamento de Estado, al Departamento de Justicia, el Consejo Nacional de Seguridad, el Pentágono, la CIA, el FBI y la DEA. Como se puede ver por todas las dependencias involucradas en este plan, la seguridad nacional si es una política de Estado.
El Plan Mérida provee a las dependencias involucradas en México fondos por más de mil quinientos millones de dólares, asistencia aérea, seguridad en puertos y aeropuertos, tecnología operacional, asesoría y equipamiento técnico; todo esto sujeto a condiciones que México debe cumplir puntualmente. Para los EE UU no incluye ninguna responsabilidad dentro de sus fronteras.
¿Qué es en realidad el Plan Mérida? La idea con la que se concibe el Plan Mérida es el combate al terrorismo y sabemos cómo caracterizan al terrorismo los gobiernos gringos, entonces era de esperarse que este plan estuviera ubicado en el contexto de una fuerte criminalización de la lucha social y la persecución de sindicatos y organizaciones sociales, además de que refuerza la guerra de baja intensidad contra todas las luchas de resistencia que hay en el país y combate a cualquier manifestación de insurgencia civil o armada. Por lo tanto aumentarán las violaciones a los Derechos Humanos; recientemente los senadores republicanos han declarado que el respeto a los derechos humanos no son una prioridad para los EE UU dentro del Plan Mérida. No, no estamos describiendo el sexenio de Calderón, es lo que en realidad representa el multicitado plan para los mexicanos.
Conclusión.
Tenemos una política de Estado en cuestiones de seguridad nacional enchufada directamente a la política antiterrorista de los EE UU con la cual se han invadido Afganistan e Irak, se mantiene la cárcel de Guantánamo, el presidente Obama da el visto bueno a los asesinatos selectivos con los llamados trones. La actual “guerra contra el crimen organizado” en México es la manifestación evidente de esa política, pero también el ataque a los sindicatos, a los obreros, a los estudiantes, a organizaciones populares, campesinas e indígenas y en general a todos aquellos que de alguna manera se oponen a los dictados de los monopolios.
Enrique Peña Nieto ha mostrado sus cartas, el nombramiento como asesor de Óscar Naranjo Trujillo, no es más que la garantía de continuidad de esa política ante los EE UU. Josefina Vázquez Mota ha manifestado todo el tiempo su voluntad de continuar con esa política. Andrés Manuel ha afirmado que su política de seguridad nacional tendrá como eje el aumento de empleos para disminuir las tentaciones de delinquir de todos los millones de desempleados del país, pero eso no será suficiente si no plantea la cancelación del Plan Mérida, para desarrollar una política integral de combate a la delincuencia-combate a la pobreza en función de los intereses de la mayoría de los mexicanos. Hasta ahora no ha hecho ningún pronunciamiento al respecto.
Por lo tanto los tres candidatos con alguna posibilidad de ganar la elección presidencial del próximo 1 de julio tienen en materia de seguridad pública el mismo programa: el Plan Mérida y, resguardan por lo tanto los mismos intereses: los de los monopolios.