CIUDAD DE MÉXICO — Regina Fields es alta, sumamente delgada, con un cabello largo lacio y una mirada muy profunda, tiene esa clase de ojos que parecen beberse todas las imágenes, analizarlas, cuestionarlas, en un construir, deconstruir y reconstruir la realidad en variantes infinitas.
Quizás sea por eso que Regina forma parte de las activistas trans que consideran que los derechos ciudadanos alcanzados por el colectivo transgénero no pueden ser vistos como el arribo al final del activismo, sino más bien como el punto de partida de nuevas visiones, nuevas realidades sociales.
Tal vez sea esa apertura, y ese cuestionamiento a las normativas trans que usualmente consideran la transexualidad como el punto culminante y al travestismo como un arranque muchas veces subestimado, que Regina decidió trabajar en la más importante casa de transformaciones de la Ciudad de México. “El Club Roshell”.
Ahí, Regina es más que la bartender. Es la amiga y consejera de personas travestis que acuden al club, ya sea para cambiar su expresión de género por unas horas, para tomar algunas copas, para ver los espectáculos musicales que se presentan en el lugar, o simplemente para platicar con ella.
“La comunidad ha crecido enormidades, y ha dejado de ser minoría. A mi punto de vista, tanto discursos como manifestaciones de cualquier índole deben de adaptarse al cambio y de forma natural”
Así, derechos alcanzados como la penalización de actos discriminatorios en la Ciudad de México, más la visibilización del activismo transgénero por un lado, y las reformas aprobadas por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal para la rectificación del acta de nacimiento para personas transgenero, han generado una nueva cotidianidad para las personas trans.
Una cotidianidad más tranquila, marcada por la aceptación, que no solo impacta en su vida, sino en la de su familia.
“Mi día comienza ya un poco tarde, ya que vivo mucho de noche por cuestiones de trabajo, pero siempre almuerzo con la familia. Para mí es muy importante. Después realizar labores domésticas y preparar mis cosas para el trabajo, ya en este mi labor de anfitriona y recibir a nuestros amigos para que convivan en un excelente ambiente, después regresar a casa y cenar ver tv noticias y algunas cosas del facebook y dormirme alrededor de las 4”
Regina ve estos cambios no sólo en la aceptación plena de su núcleo familiar, sino en lo que podría considerar un espejo social en el que ella misma proyecta su propia seguridad y ciudadanía, para enfrentar los mismos riesgos que cualquier otra persona que no viva una condición transgenero.
“Vivo con mucha libertad, no me escondo ni de familiares o en trabajos, y es padre decir soy fulana de tal y decirlo con orgullo… existe ya más tolerancia y respeto ya no somos tan señaladas como las ovejas negras de la sociedad, yo salgo sin temor por ser lo que soy, mi temor es como cualquier ciudadano a otras cosas como asaltos, etc.”
Sin embargo, esa misma estabilidad trans podría llevar al estancamiento, como lo han advertido algunas visiones teóricas que apuntan en la necesidad de avanzar hacia la construcción de nuevas posibilidades de géneros en una humanidad ahogada en un binarismo Mujer- Hombre.
Al respecto, Regina es de las activistas trans que considera necesario que se comiencen a considerar dentro del activismo trans nuevas opciones como el “género neutro” ya legalizado en países como Alemania y Australia, o incluso una propuesta universal, que desetiquete a la persona buscando un enfoque universal.
“Siento que la ruta del activismo ya no debe de ser por genero sino por ser solo un ser humano con todos los derechos, y quitar todo tipo de etiquetas tv (travesti) ,trans, lesb ,bisex, gay, hetero , etc es decir diversidad universal, en gusto y preferencia y derechos”
Quizás sea por su visión, por su entorno o por su natural optimismo y accesibilidad, pero la sonrisa de Regina siempre parece ser más analítica… y sobre todo dueña de una libertad que ella conoce muy bien, demasiado bien.
