Aunque hay dos mil cuatrocientos kilómetros de distancia entre ambas naciones, Cuba afecta la política interna de Estados Unidos. Trump y sus secuaces no pueden prescindir de la influencia de la isla, aunque quieran. Mas no porque Cuba lo pretenda, sino porque es tal la obsesión de Washington con La Habana, que la simple situación migratoria de un personaje de origen cubano es ocupada por los políticos estadounidenses para avivar el carbón electoral.
El caso se lo arroga el Servicio de Ciudadanía e Inmigración (USCIS) de Estados Unidos, el cual rechazó renovar el permiso de residencia en ese país de un personaje de origen cubano llamado Saúl Ramón Sánchez Rizo.
Se trata de un viejo militante contra la Revolución cubana e integrante de varias organizaciones terroristas fincadas en el Estado de Florida como el Frente de Liberación Nacional Cubano y la agrupación Alpha 66, con las cuales participó en más de veinte atentados contra la isla como asesinatos de guardacostas, pescadores, secuestros y amenazas de bombas en sedes diplomáticas cubanas en México, Canadá o Puerto Rico. ¿Su propósito? Ayudar en el, tan antiguo como fallido, intento de derrocar al gobierno de Cuba, con ayuda de las agencias de inteligencia y política exterior de Estados Unidos.
Al frente del llamado Movimiento Democracia, Sánchez Rizo organizó entre 1992 y 2011 “flotillas” que en repetidas ocasiones violaron el territorio cubano con aeronaves y embarcaciones sobre las cuales pretendió llevarse a la fuerza a ciudadanos cubanos hacia Miami. Sus actividades terroristas fueron fichadas por el FBI, el cual lo vincula a la voladura de una avioneta que iba de Estados Unidos hacia Cuba en la cual murieron cuatro estadounidenses, en 1978.
Si bien las razones de la USCIS para negarle la “green card” a Sánchez Rizo son públicamente desconocidas, el caso ha sido retomado por la ultra-derecha en Miami como moneda de cambio electoral ante Donald Trump.
El senador del Partido Republicano por Florida, Marco Rubio, está presionando a la Casa Blanca para frenar, de algún modo, la deportación de Sánchez Rizo a cambio de sus votos en favor de la reelección del presidente de Estados Unidos. Y ya que los bonos de Trump entre los votantes estadounidenses de origen cubano están a la baja por sus terribles medidas migratorias, el caso de ese viejo terrorista supondría un guiño necesario hacia ese sector para, así, obtener su apoyo rumbo a las elecciones del 2021.
El caso Sánchez Rizo demuestra una vez más que, para los sectores anti-cubanos en Florida, es más importante mantener los privilegios de los suyos que velar por los derechos de la población a la que dicen representar, en este caso, los emigrados cubanos. Actúan como una mafia cuyos códigos de protección sólo aplican para sus miembros. Para lograr sus fines, utilizan como carne de cañón a miles de familias cubano-estadounidenses. De modo que, si el senador Marco Rubio logra su propósito y Trump expía la irregular situación migratoria del mencionado terrorista, alterando las leyes de Estados Unidos, quedará claro también que los vetos migratorios sólo aplican para los enemigos de la política racista de la Casa Blanca y éstos no aplican para los aliados de sus planes imperialistas, aunque se trate de connotados criminales.