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viernes, noviembre 8, 2024

«En CASA estoy MENOS con mi HIJO» – PADRES en confinamiento

Muchos  se habla de la tragedia de las madres durante esta contigencia: la jornada laboral, la doméstica y ahora el rol de profesoras de sus hijos(as), quienes continúan su educación desde casa.

No cabe duda que son las mujeres quienes siguen cargando con la mayor parte de dichas tareas, incluso apoyando a sus compañeros para facilitar su desempeño laboral a distancia. Sin embargo, también existen casos de hombres que están ejerciendo una paternidad activa y que, en este confinamiento voluntario, han descubierto aspectos hasta entonces ignorados de su rol como padres, así como enfrentando los obstáculos de criar bajo un modelo laboral que no toma en cuenta los cuidados.

Eduardo

Eduardo tiene 38 años de edad. Se desempeña como docente de bachillerato y universidad. Él y Karla tienen un hijo que cursa el primer grado de primaria, a quien llamaré Leonardo.

Debido a la contingencia, Eduardo continúa su trabajo de profesor, pero a distancia. Karla, quien se desempeña en una institución gubernamental, continúa laborando de manera presencial (incluso en fines de semana o fuera del horario establecido), lo cual ha implicado que Eduardo se haga cargo de su hijo en mayor proporción de tiempo y que ambos se encuentren en un estado permanente de alerta por el temor a que se vea afectada la salud de Karla, además de que añoran pasar más tiempo en familia.

Antes de la contingencia, ambos recibían apoyo para el cuidado de Leonardo por parte de las abuelas materna y paterna. A raíz de la cuarentena, eso ha cambiado drásticamente.

Le pregunté de qué manera ha influido permanecer en confinamiento voluntario en su ejercicio de la paternidad y él respondió que ha sido positivo, “porque paso más tiempo con mi hijo, lo que significa que realizamos más actividades para conocernos mejor y creo que ha reforzado nuestro vínculo emocional. En ese sentido el confinamiento ha sido muy positivo”.

Antes de la contingencia por COVID-19, Eduardo ya intentaba ejercer una paternidad responsable, pero, debido a su empleo, no disponía ni de la mitad del tiempo del que dispone ahora para estar con su hijo.

A pesar de que pasan más tiempo juntos, no ha sido fácil para Eduardo trabajar con sus alumnos, mantener el orden en la casa, así como cuidar de Leo y apoyarlo académicamente.  “Ha sido complicado porque las actividades escolares de mi hijo y las mías en ocasiones se dan a la misma hora, lo que implica un problema para que lo apoye en sus actividades escolares. Estos días he sido profesor de mi hijo y de otros. Definitivamente es agotador”.

También expresó que le parece injusto que las autoridades competentes no tomen en cuenta estos casos, que sin duda son numerosos, “por ejemplo esta situación no debería de ser un pretexto para convertir el hogar en una extensión del trabajo, ya no se respetan los horarios laborales y días de descanso. Sin embargo, reconozco que soy privilegiado porque puedo realizar mi trabajo desde casa y por lo tanto tengo asegurado, por el momento, un ingreso”, afirma.  

En cuanto al trabajo doméstico, su hijo le apoya. “Dedicamos todos los días tiempo para cocinar, tener todo limpio y en orden, para que los fines de semana disfrutemos sin ocuparnos de esos temas”.

Le pregunto por las emociones que predominan en él a partir de este intento constante de armonizar lo laboral con lo doméstico y la crianza y responde lo siguiente: “Intento evitar el estrés, pero en ocasiones no lo logro y me siento frustrado o molesto. Hago lo posible para que predomine la alegría y el buen humor. Ayuda mucho reconocer la situación privilegiada que vivimos en casa, porque seguimos recibiendo un salario y podemos desarrollar nuestro trabajo a distancia. De cualquier manera eso no significa que no sea agotador emocionalmente”.

Le pregunte: Sí pudieras modificar algo en materia laboral o de crianza para armonizar ambas ¿qué sería? “En donde trabajo no tenemos facilidades para practicar una crianza responsable, y en estos casos se demuestra, ya que, como mencioné antes, las autoridades no respetan los horarios laborales, ni días de descanso. Todo el tiempo buscan estar en contacto contigo. Los que somos profesores por asignatura no tendríamos por qué servir de tiempo completo a la institución y menos en estas situaciones, donde nuestros hijos requieren de atención y cuidados. No es posible armonizar nuestras actividades de crianza, laborales, de pareja y personales, si el trabajo acapara todo el tiempo, ya que se hace presente a través de los dispositivos móviles y en todos los espacios digitales”.

Me cuenta que muchas veces sólo comparten información, pero considera que eso tiene un impacto psicológico negativo, porque te desvincula, aunque sea por un momento, de la atención que debes prestar a tu familia. “Ahora me doy cuenta que esto debe cambiar ya”, sentencia Eduardo.

Le pedí que me contara si en este tiempo ha descubierto algo de sí mismo que desconocía en su rol como padre y contestó “Este tiempo me ha permitido conocer mejor a mi hijo y darme cuenta que es una persona más maravillosa de lo que creía. He redescubierto el enorme reto que es la paternidad y el infinito amor que hay en ello”.

Cuando le pregunté si la experiencia de pasar todo el día a cargo de su hijo le hace valorar de alguna manera el trabajo de las madres de familia que pasan todo el día en el espacio doméstico, respondió que sí, indudablemente.

Homero

Ya es casi media noche y Homero continúa trabajando con sus alumnos a través de su teléfono móvil mientras ordena la cocina de su casa. Tiene años 38 años de edad y se desempeña como Coordinador en una universidad.

Hace 9 años que está felizmente casado con Thalía. Producto de su matrimonio, nació Luis, su hijo, quien actualmente tienen 6 años y cursa el primer grado de primaria.

Le platico que la intención de mi entrevista es hablar de su paternidad y comienza diciendo que no se considera un papá ejemplar, pero que intenta ser un papá presente, convivir con su hijo a pesar de las jornadas laborales. “Mi hijo y mi familia siempre han sido prioridad, pero definitivamente estar en casa, cambia la dinámica”.

El trabajo me quita mucho tiempo de convivencia con mi hijo y eso sí me está afectando bastante. Estando en home office, mi trabajo es muy absorbente y no rentable. Ni siquiera es que pueda proveer como quisiera en casa. Me cuesta mucho estar aquí y no estar”, platica Homero. “Es fácil irte a la oficina y que los hijos se vayan a la escuela. No resienten tanto que estás trabajando. Antes, cuando volvía del trabajo, dedicaba tiempo a mi hijo, alimentarlo, jugar con él, ya que mi esposa salía mucho más tarde de su empleo”.

Homero me cuenta que en esta contingencia las fronteras del horario laboral, responsabilidades, se perdieron. “Siento que mis jefes tienen esta percepción de que, si estoy en casa, no estoy haciendo nada. Olvidan que también tenemos familia y queremos estar con ella. Todo el tiempo están haciendo reuniones, todo el tiempo conectados, con metas”, expresa con un tono de exasperación.

“Me duele mucho porque estando aquí en casa estoy menos con mi hijo. Siento que mi hijo me extraña más ahora. Tengo que encerrarme, estar conectado todo el tiempo. Hago cosas que nunca hacía como decirle ‘Ahorita no’, ‘Hazte para allá’, ‘Espérame’. Nunca me había visto decirle así a mí hijo. Antes cuando yo llegaba a casa, era un verdadero ‘Estoy aquí’”.

Homero afirma que no ha logrado armonizar el trabajo con el cuidado de su hijo. “Cuando entré a este trabajo pensé: ‘Pagan poco. Yo cumplo mis horas y adiós’. Pero ahora tengo que estar disponible todo el tiempo. Incluso tuve que darle mi teléfono personal para mis alumnos”.

Al comienzo de la cuarentena, Homero estaba emocionado ante la idea de pasar tiempo con la familia, pero eso no ha ocurrido.“Mi esposa se ha llevado la carga de apoyar a nuestro hijo con la escuela, porque sigue percibiendo su sueldo y su trabajo es más relajado. Sin embargo, la presión de una escuela de Luis es mucha, son muy exigentes”, comenta.

Se siente frustrado porque estando en casa, está menos. Sin embargo ha descubierto aspectos importantes de su rol como padre. “He descubierto el fuerte impacto que tienen mis acciones y comportamiento en las reacciones y comportamiento de mi hijo. Antes era fácil decir ‘Quién sabe de dónde lo aprendió’. Ahora no hay pierde. Tenemos una gran responsabilidad”, me cuenta sonriendo.

También expresa que ha notado a su hijo más maduro, lo noble y comprensivo que es ante esta situación. “No hemos tenido que lidiar con que nos exija salir o se enfade. Sabe perfectamente qué ocurre afuera. Lo único que le pesa es que no pueda darle atención plena”.

Homero, que anteriormente trabajó en una institución gubernamental y ahora en una privada, expresa que considera urgente la humanización de las personas, de los trabajadores, “No somos trabajadores, somos personas. Se les olvida que sí trabajamos es por nuestra familia, pero no sólo para darles una mejor vida sino para vivirla con ellos. El común denominador de los jefes –y es algo que yo no quiero ser jamás- es que viven para trabajar”.

“Un día llego Luis [su hijo] y me dijo ‘¿Juegas conmigo?’ Le contesté con firmeza que no porque debía trabajar. En ese momento no reparé mucho y al poco rato llegó, me hizo una computadora con legos y dijo ‘Ten, papi, para que puedas jugar conmigo’. Me sentí muy mal. Yo no era este papá, el papá de ‘Ahorita no’”, relata.

Me cuenta que su actual jefe es soltero, vive solo y todo el tiempo está en el trabajo. En esa labor de crear nuevos formatos, estrategias, etcétera, afecta a todo el personal. “Supongo que para él es fácil porque está dedicado a eso totalmente. Yo no y no es la vida que quiero. El trabajo debería ser sólo un medio, no la vida. En las nuevas dinámicas laborales desde casa, olvidaron eso. No siento que todo el trabajo que estoy realizando me retribuya. No hay trabajo que pague lo que vale el tiempo con la familia”, expresa con total certeza.

Homero siente que entre los padres (los varones), se fomenta esta idea de que ellos están  para trabajar y que muchos se la creen, al grado de que a las primeras a quienes se permitió ir a casa para cuidar de los(as) hijos(as) durante la contingencia fue a las mujeres. Algunos no la pasamos bien con este mandato, pero hay papás que usan esto para desprenderse de la paternidad. “Es un pretexto muy fácil, algo como ‘Yo trabajo, llego cansado, entonces no puedo cuidar’”.

 “No se considera la paternidad en los trabajos. Los empleadores también deberían propiciar que los varones fuéramos a casa con nuestra familia”. Menciona a ciertos directivos de Gobierno de su antiguo empleo, olvidaban esa parte e incluso le exigían acompañarlos a cantinas en horario laboral, estancia que se extendía hasta entrada la noche, causándole problemas con su familia.

Este tiempo le ha hecho valorar mucho a las madres de familia y a Thalía, su esposa. Debido a que anteriormente ella estaba hasta tarde en la oficina, Homero nota que ella deseaba vivir más plenamente el rol de mamá, hacer la comida, comerla juntos, estar con su hijo no sólo para decirle buenas noches. “Lo que sí la estresa mucho, es la escuela”, enfatiza.  

Le pregunté a Homero si a él le hubiera gustado pasar más tiempo con su padre. Cuenta que la figura paterna sí le hizo falta durante la adolescencia para hablar de cuestiones que atañen a los varones. La figura, no su padre. “Hablando por mi madre, creo que sí hizo falta un compañero para que ella no tuviera que hacer jornadas dobles. Recuerdo que, para que le pagaran más, no ejercía sus vacaciones muchas veces”. En su niñez, con 6 años, Homero cuidaba de su hermana, un año menor. Pasaban mucho tiempo solos mientras su madre trabajaba para llevar el sustento a casa.

Continuará…

*Algunos de los nombres de las personas entrevistadas o sus familiares fueron cambiados a fin de proteger su identidad.

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