PACHUCA — Se prometieron mensajes y los hubo. Pero quizás el mayor de todos fue la revelación de Julio Valera Piedras como un aspirante viable a la candidatura. El presidente del PRI estatal lució fuerte en su discurso; con la capacidad argumental que sólo da el intelecto; muy claro en lo ideológico; políticamente, a la altura, de modo que no se amedrentó ante el escenario; al contrario, el zempoalense se agrandó ante los cinco mil priístas presentes, incluidos exgobernadores, aspirantes y el mismo Omar Fayad. A su voz, el público hizo brotar porras, arengas y aplausos. El presidio también se unió al momento. De pronto, el priísmo comenzaba a murmurar: él sería buen candidato.
En momentos en los que el PRI lucha por obtener una candidatura de unidad, Valera Piedras se presenta como un punto de equilibrio entre todas las fuerzas. Es sabida la buena relación que mantiene con los liderazgos, la cual es precedida por años de servicio público y militancia. El hoy líder priísta ha sido leal a sus jefes políticos durante cuatro sexenios, incluido su paso como jefe de oficina en la Secretaría de Gobernación. Por cierto, al también diputado se le vio muy ameno al lado de Miguel Ángel Osorio Chong, al lado del cual compartió asiento y, del otro lado, Omar Fayad. Para quien guste de interpretar mensajes…
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Julio Valera podría ser un candidato de esos a los que daría gusto acompañar. Tiene carisma político, más las virtudes que se enumeraron en las líneas superiores. Está convencido de su militancia y ha ocupado su capital para construir la unidad en su Partido. Lo que le falte podría ser complementado con el acompañamiento de los liderazgos. Dada la experiencia de su toma de protesta, una campaña, con él en la boleta, se antoja llena de entusiasmo; algo que el priísmo necesita.