El presidente nacional de Morena, Mario Delgado Carrillo, justificó el salto de chapulines provenientes del PRI y del PAN hacia el partido guinda diciendo que, las críticas hacia esto, son una «campaña de la derecha». Así lo dijo en una entrevista con la escritora Sabina Berman en uno de los tantos shows propagandistas que tiene la 4T en la televisión pública mexicana.
Cuando escuché eso casi me ahogo con la torta de tamal que alegremente estaba merendándome. O sea que Mario Delgado acusa de derechistas a quienes puntualmente y con argumentos concretos lo hemos acusado de entregar este partido a la derecha. El ladrón denunciando que le robaron.
Pero no hemos sido quienes mantenemos el dedo flamígero apuntando a la crisis. Ha sido él quien operó la colocación de agentes reconocidos del PRI y del PAN en las candidaturas a las gubernaturas, al Senado y en las Cámaras. No hay estado ni municipio en México donde no vaya un enemigo de la izquierda abanderando a Morena.
Pero atribuirle la crisis a quienes han denunciado esta capitulación de Regeneración Nacional, es perverso. Y la perversión es el mal sin culpa. Es negacionismo de la derechización de Morena. El principio del fin de un proyecto político, que sin embargo sobrevivirá a este aventura electoral sin pronósticos para el futuro. Mario Delgado le atribuye a la otredad el conflicto interno.
Mario Jack Delgado Torrance. igual que el padre esquizoide que protagoniza la novela El Resplandor, de Stephen King, el presidente nacional de Morena está descendiendo a la locura empujado por sus propios traumas/errores sin reparar, atribuyéndole todo a su inocente familia. El Overlook morenista se lo está tragando y, si no lo detienen a tiempo, todo terminará en tragedia.
