En aquel 2018, cuando una amenazadora Sosa Nostra había asaltado al bancada de Morena en el Congreso local, deseando apoderarse de esa soberanía a lo largo de tres años, un grupo minoritario de entonces priistas organizó una oposición sólida con integrantes de todos los partidos, incluidos morenistas que se oponían a la hegemonía sosista, y lograron impedir que el clan universitario hiciera de las suyas en la 54 Legislatura. Cómo son las cosas: en estos días, el Clan Sosa ya renunció a Morena y no sólo eso, sino que se fue en plan de guerra sucia, atacando al primer gobierno emanado de Regeneración Nacional en Hidalgo, demostrando que su paso por el partido que fundó López Obrador sólo era otra más de sus convenientes (y fracasados) planes de salvamento. Por su parte, aquellos legisladores y legisladoras, quienes abandonaron al PRI hace casi un año, hoy conforman un bloque con Morena para defender la agenda de la cuarta transformación en el estado, contra el Grupo Universidad, sí, pero también contra el PRIAN de Carolina Viggiano. Quien sepa de política hidalguense sabe que éstos han sido peligros permanentes de autoritarismo y corrupción.
Porque, en política electoral, los adversarios de ayer son los aliados de hoy. ¿Qué lo hace posible? Las causas en común y también los liderazgos. Por supuesto, no todos caben en esta fórmula. Se quedan afuera los impresentables, los tiranos, los cortos de miras, los enajenados. En aquel 2018, liderados por Julio Valera Piedras, esos expriistas impidieron lo que pudo haber sido un asalto mayor al poder estatal por parte del Clan Sosa. Las circunstancias provocaron que, poco después, abandonaran un PRI hundiéndose en el cinismo de Alejandro Moreno y Carolina Viggiano, para conformar un frente llamado Grupo Plural Independiente (GPI). Entonces, muchas voces apostaban a que caerían en Morena de un momento a otro, pero su líder fue claro: no es el momento y la guía no son los oportunismos. Pero desde entonces era claro las coincidencias políticas fueron mayores con el progresismo y hoy, junto con varios de aquellos protagonistas, y otros nuevos, anunciaron que se suman a la bancada de Morena para impulsar las iniciativas de la 4T en el estado y ayudar al gobernador Julio Menchaca Salazar a romper la oposición conservadora dentro y fuera de Regeneración Nacional.
“Hoy nos sumamos a la bancada de MORENA, con los mismos principios de construir gobernabilidad y cumplir con la agenda legislativa progresista que siempre nos hemos planteado, asumiendo los compromisos de la agenda legislativa del Movimiento de Regeneración Nacional. Hoy hemos encontrado respaldo, reconocimiento y coincidencia con el gobernador del estado Julio Menchaca Salazar, a quien le reiteramos nuestro reconocimiento, respeto y apoyo, para seguir construyendo el Hidalgo que todas y todos queremos y por el que nos comprometimos”, declaró Julio Valera Piedras este martes 11, durante el anunció de la adhesión del GPI a Morena.
Es ineludible el hecho de que esta adhesión se presenta después de las elecciones de 2 de junio en donde Morena arrasó con todas las posiciones. Bien pudo el GPI negociar previamente y colocar varias candidaturas en Regeneración Nacional y gozar de nuevas posiciones electorales hoy en día. Faltaba más, pues el máximo dirigente del GPI, Omar Fayad, goza de una buena amistad con el presidente López Obrador y con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, a quien ayudó a asegurar su victoria en el norte del país. Luego entonces, varios, varias, de este grupo pudieron tener oportunidad de figurar en la boleta electoral. Pero no fue así y me parece que eso es loable, desde el punto de vista de la moral política. Y una buena táctica para demostrarle a propios extraños que su adhesión no es producto de chantajes, condiciones o arrastrando una biografía anti-AMLO, como otros expriistas. Sí, hablo de Cuauhtémoc Ochoa, hoy flamante senador electo de Morena por la vía de la coerción.
Morena gana un puñado legislativo que se ha probado en la batalla política, con efectiva capacidad de operación y talento tanto en territorio como en tribuna. Además, con amplia influencia en sus territorios. Esto impulsara sobradamente a una bancada morenista que ha sufrido traiciones y torpezas, producto de las ambiciones personales y la incapacidad creativa. No tengo dudas de que su trabajo ayudará a desatorar las iniciativas del gobernador Julio Menchaca y preparar las reformas necesarias para contar con una próxima legislatura acorde al mandato popular. ¿Cual? Ese que se expresó en las urnas y que le ha otorgado al Movimiento todo el poder en el Congreso local para aprobar y ejecutar el Plan C, las reformas planteadas por la próxima presidenta Sheinbaum y la progresividad de derechos en el estado, librándose de los riesgos de los grupos advenedizos y opuestos a la 4T hidalguense.
Grupos, por cierto, desde donde se emitirán críticas a la adhesión del GPI a Morena. Y no será casualidad que esos comentarios, aunque vengan de la supuesta izquierda, empaten criterios con lo que seguramente vendrán del priismo carolino que repetirá el conocido corrido de la traición al PRI, su PRI, para favorecer a Morena. Lo cierto es que los hechos derrumban cualquier reproche. Primero, porque esta adhesión precede de una coincidencia previa que ya atisbaba la entrega del priismo a la ultraderecha del PAN y los peligros de esta alianza para los derechos sociales de Hidalgo y de México entero. Y segundo, porque ya son dos veces que Carolina Viggiano Austria demostró que no hacen falta «traiciones» para demostrar que es el pueblo hidalguense el que la rechaza, perdiendo dos elecciones, dos a uno, dos consecutivas.
Morena no es un partido solamente. Es un partido y un movimiento. No es químicamente puro. No es de una izquierda, sino de muchas expresiones progresistas, adheridas por principios muy claros expuestos por el presidente López Obrador. Son dos. Uno (y el que más me gusta): por el bien de todos primero de los pobres. Dos: no mentir, no robar, no traicionar. Y será el pueblo obradorista quien se encargará de premiar o castigar a quienes degraden estos principios tan claros, específicos, inviolables e históricos.