Al momento de escribir estas líneas, seis personas mexicanas que iban a bordo de la Global Sumud Flotilla continúan prisioneras del régimen sionista israelí; una de ellas, el periodista Ernesto Ledesma, quien estuvo en Pachuca en agosto pasado presentando en el Festival de No Ficción su trabajo documental de varios años sobre el ‘apartheid’ en Palestina. Entonces, cuando se enteró de que en la capital de Hidalgo existe un parque que lleva por nombre David Ben Gurion, quien es el autor ideológico y militar de dicho crimen de lesa humanidad, no pudo ocultar su sorpresa. ¿Cómo es posible que esta pequeña ciudad albergue un homenaje a un criminal humanitario? ¿Qué tiene qué ver este lugar con tan deleznable personaje? ¿Quién le impuso ese nombre a un parque? Y, sobre todo: ¿Por qué se tolera?
Quienes asistieron a la ponencia de Ledesma —gente de Pachuca, toda—, informaron al periodista sobre los antecedentes del sitio; pero, más importante, le expresaron la misma indignación. Aquello fue un signo de que el pueblo pachuqueño no está de acuerdo con que un parque tan visitado lleve el nombre de alguien que ejecutó e inspira una limpieza étnica. Y afirmó que el genocidio en curso sobre Palestina es un tema que preocupa a la humanidad y, por tanto, preocupa a quienes habitan la ciudad, como tal preocuparía si una estatua de Hitler se elevara en lugar del de Miguel Hidalgo.
De tal modo, un grupo valiente de jóvenes se apersonaron este fin de semana frente al busto de Ben Gurion en el Parque Cultural Hidalguense para manifestar, firmemente, su rechazo a que aquí habite un monumento a un genocida y que su nombre le ponga firma a un sitio donde juegan las infancias pachuqueñas. E hicieron valer su protesta. Sobre la frente del criminal, taladraron una merecida esvástica, pues no hay diferencia entre el sionista y el nazi, como no la hay entre ambos movimientos anti-humanos.
Y no fue vandalismo, pues la protesta social es un derecho y el busto de Ben Gurion no es, de ninguna manera, patrimonio de la ciudad. Antes bien, tal acto de iconoclasia es una manifestación política de altura, que da ejemplo a nivel mundial del rechazo de la humanidad en general al avance del genocidio sionista sobre los territorios ocupados palestinos. Así lo reconoció la presidenta Claudia Sheinbaum: «es un genocidio» y no debe tolerarse bajo ninguna circunstancia símbolo alguno, ni reconocimiento cualquiera, a representante o presencia del sionismo en Hidalgo entero. Por tanto, debemos sentir orgullo de la juventud de Pachuca que acudió a protestar y que vivificó la máxima de Terencio, «nada humano me es ajeno», al decirle país de que aquí se condena el genocidio y que debe quitarse ya el nombre del genocida al parque cultural hidalguense.