. En realidad, cualquiera que sepa un poco de la industria petrolera está enterado de qué se trata (quizá después del narcotráfico), del negocio más rentabledel mundo. Basta recordar que cuesta tres dólares producir el barril de petróleo mexicano y que éste se vende en 60 dólares en el mercado internacional. Eso es lo que quieren con la reforma energética, que esas ganancias millonarias vayan a las manos de los empresarios privados
De Magdalena Galindo
Podría decirse que desde el momento mismo en que el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó el petróleo y reivindicó así el principal recurso natural de México como propiedad de la nación, las grandes transnacionales del sector han estado interesadas en recobrar la posibilidad de explotar el oro negro mexicano.
Ese interés se ha incrementado enormemente en los últimos tiempos. En primer lugar, por el carácter estratégico del energético en nuestros días, tanto porque hasta el momento no ha podido ser sustituido como principal fuente de energía en el mundo, como lo prueban las guerras y las intervenciones en los principales países productores, como porque las reservas han disminuido por la sobreexplotación de los yacimientos, así como porque se trata de un recurso no renovable y las exploraciones y no digamos la explotación, exigen cada vez más altas erogaciones, por la dificultad, por ejemplo por encontrarse en el mar o por la mayor profundidad de los yacimientos. El interés de las transnacionales en el petróleo mexicano también ha aumentado conforme nuestro país pasó a ocupar el cuarto lugar en la posesión de reservas.
Por eso indigna que tratándose de un material estratégico y el recurso más importante del país, los panistas y algunos priístas no sólo estén dispuestos a privatizarlo, sino estén ansiosos por convocar a empresarios extranjeros para entregarles el petróleo. Lo han dicho explícitamente: el objetivo de la reforma energética, que incluye tanto al petróleo como a la electricidad, es permitir la inversión privada.
Por supuesto, que el argumento de Santiago Creel, como de Francisco Labastida, con el que intentan justificar su contrarreforma, son los problemas de PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad. Pero en vez de intentar resolver esos problemas, la única solución que proponen es ceder la explotación a los empresarios, en especial a los extranjeros.
En realidad, cualquiera que sepa un poco de la industria petrolera está enterado de qué se trata (quizá después del narcotráfico), del negocio más rentable del mundo. Basta recordar que cuesta tres dólares producir el barril de petróleo mexicano y que éste se vende en 60 dólares en el mercado internacional.
Eso es lo que quieren con la reforma energética, que esas ganancias millonarias vayan a las manos de los empresarios privados. Tanto es así que, violando la Constitución y las leyes del país, han inventado diversos mecanismos para permitir, subrepticiamente, la privatización de la industria energética.
Entre esos mecanismos el más importante es de los Proyectos de Inversión con Impacto Diferido en el Registro del Gasto, los famosos Pidiregas, por los cuales aumentó la deuda de Pemex, en el sexenio de Fox, en 300 mil 264 millones de pesos, al pasar de 150 mil millones a 554 mil 264 millones de pesos, o sea, un incremento de 269 por ciento. Y Felipe Calderón anunció que, aparte de la reforma energética, se procurará aumentar los contratos de deuda por medio de los Pidiregas. De verdad que tratándose de entregar los recursos del país, los panistas no tienen medida.