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viernes, abril 19, 2024

Opinión: La discriminación en Hidalgo

. La discriminación en Hidalgo tiene varias facetas y vertientes, ya muy arraigadas entre las personas e incluso, lo que es muy grave, entre las instituciones sociales locales. Va desde formas y expresiones muy simples, incluso con connotaciones racistas y fuertemente discriminadoras.

Por Pablo Vargas González / Desde Abajo

A finales de octubre de 2006, fue presentada en el Congreso Local, la “Ley para prevenir y eliminar la discriminación para el Estado de Hidalgo» por diputados de la LIX Legislatura. Para esta entidad de evidentes contrastes y diferencias sociales la propuesta resulta de gran importancia, y estamos en posibilidad de adecuar no solo nuestra legislación sino fundamentalmente las instituciones locales en consonancia tanto con normas internacionales como con las disposiciones nacionales, en particular con la modificación al artículo 1º de la Constitución Federal (2001) y la promulgación de la Ley Federal para Prevenir y eliminar la Discriminación (2003).

Con ello se empieza a dar visibilidad y reconocimiento a comportamientos y conductas que, no solo son negadas sino que ante un notable vacío de legislación son impunemente practicadas, y que forman parte de un imaginario de exclusión, intolerancia y baja calidad de las instituciones democráticas. Por fin, el derecho a la no discriminación puede concretarse para amplios conglomerados de la sociedad hidalguense.

En la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Artículo 7° quedó sentado que “Todos (los seres humanos) son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración. La discriminación se interpreta como una limitación injusta a las personas en cuanto a sus libertades y protecciones fundamentales, a la participación social y política y a un sistema de bienestar adecuado a sus necesidades».

Otros instrumentos internacionales nuevos también serán un referente para la nueva ley que se propone, como la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial o la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, ambas de la ONU, o la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra Personas con Discapacidad de la OEA, recogen esta exigencia de no discriminación como un derecho humano y precisan su condición esencial de ser una limitación o denegación de derechos y oportunidades para las personas que la padecen.

La discriminación en Hidalgo tiene varias facetas y vertientes, ya muy arraigadas entre las personas e incluso, lo que es muy grave, entre las instituciones sociales locales. Va desde formas y expresiones muy simples, incluso con connotaciones racistas y fuertemente discriminadoras (“Indio» “naco», “negro», “enano», “viejo», “gordo», “marica», etcéteras) que se inician desde las niñez, que no por ser simples dejan tener importancia puesto que van configurando conductas que se reafirman con sistemas y culturas autoritarias, en donde los tribunales y las instancias jurídicas son insuficientes para frenar, prevenir y erradicar prácticas que se encuentran en el imaginario colectivo y en las subculturas de la población.

Y también tenemos una discriminación de corte estructural e histórico; generada por las desigualdades sociales hay grupos excluidos y discriminados, no solo son los pueblos indígenas sino también mujeres, ancianos, personas con capacidades diferentes, niños y jóvenes que por décadas han quedado fuera de las oportunidades para el desarrollo con igualdad. No hemos dejado atrás el “colonialismo interno» como diría Rodolfo Stavenhagen, o bien el de tratar a “los otros», a los diferentes como extranjeros en su propio país.

Y son precisamente los pueblos indígenas de Hidalgo, y los de todo México, quienes han vivido, no por décadas sino por siglos está exclusión y trato desigual. Son las regiones indígenas de Hidalgo las más pobres y marginadas. Pero aparte de la desigualdad social en que han vivido los grupos indígenas han enfrentado la más feroz de las campañas en su contra: el menosprecio, la desvalorización y el maltrato a su cultura y condición social. En pueblos y comunidades se ha dejado de aprender y enseñar la lengua indígena. El habla indígena no es un atractivo de la competitividad global, se ve como un defecto que hay que sepultar. En 2006 había en cárceles hidalguenses más de 250 indígenas, muchos recluidos por delitos menores, la justicia simplemente no es para los pobres y los que no hablan español, y para los que no tienen dinero para pagarla.

A ello se suma otro tipo de discriminaciones en la entidad: la de carácter religioso en que varias comunidades no pueden ejercer su derecho a la creencia religiosa; en varias regiones familias enteras han sido expulsados de sus pueblos por verdaderos trogloditas de la religión. Así también tenemos la discriminación de preferencia a orientación sexual distinta. Y en pleno siglo XXI la discriminación de ideas (Art. 6º Constitucional) y de preferencias políticas (Art. 35 constitucional), todas ellas resultan en la actualidad un lastre y un obstáculo para el desarrollo integral de México.

Las conductas discriminadoras se dan entre particulares; y también desafortunadamente en instituciones públicas y sociales. En 2006 llamó la atención que en plena campaña electoral, las autoridades de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH) hayan mostrado un cariz macarthista, de absoluta intolerancia, al tomar acciones de persecución y represión en contra de profesores y estudiantes por manifestar sus ideas y preferencias políticas, abandonando tanto los principios de universalidad, de casa del cultivo y florecimiento de las ideas, y por, causas inconfesables coartando y restringiendo derechos y garantías individuales.

En la discriminación no solo se trata de problemas de carácter cultural, lo es ciertamente, porque muchos de los comportamientos discriminadores responden a un cultura colonizadora y autoritaria, pero profundamente dependiente y no democrática. También es un problema de vacío legal y de impunidad. La carencia de normas permite no lo solo la reiteración cínica e impune de conductas reiteradas sino también un gesto social, de conformidad y desencanto. El clásico “para que denuncio si aquí no pasa nada». Es por eso que la propuesta de Ley de Discriminación tiene que 1)estar adecuada a la realidad social de Hidalgo 2) tiene que ser vinculante con otras normas y propiciar políticas públicas y medidas afirmativas de igualdad y 3) tiene que ser explicita en las conductas y agentes discriminadores, como también en resarcir los daños morales y materiales.

La lucha contra todas las formas de discriminación es una de las principales tareas de cualquier sociedad democrática. Y es una de las tareas principales porque la discriminación es una forma específica de la desigualdad, que hace imposible el disfrute de derechos y oportunidades para un amplio conjunto de personas y grupos en la sociedad. Una sociedad que discrimina y excluye no puede considerarse una sociedad con una aceptable calidad democrática. (Desde Abajo)

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