. ¿Es el fin de Gerardo Sosa?
. El diario La Jornada, gracias al esfuerzo y compromiso de quienes lo redactan con libre intelecto, ha permanecido como una de las voces más cercanas a los intereses del pueblo, desde las alturas de la prensa capitalista. La mayor parte de quienes integran su barra de articulistas y columnistas es de lo mejor del país y así sus reporteros y reporteras que se han ganado el respeto y confianza de lectores y actores sociales, debido a su alta ética y buena redacción. Hasta ahí, razones suficientes para considerar impensable que éste se entregaría a las fauces de la Sosa Nostra. A menos que Lira y Payán de plano no conozcan las manos en las que entregan el prestigio de su periódico. Lo cual es poco probable, en el contexto de la demanda de Sosa Castelán contra Granados Chapa y Rivera Flores, la cual ya es de interés nacional; por tanto, exonerándolos de actuar en su irrenunciable derecho a hacer negocio, ¿hay otros intereses en esta decisión? Algo que ellos deberían responder, sino es que el tiempo y su justicia se les adelantan.
Por Luis Alberto Rodríguez / Desde Abajo
Comienza enero, y un nuevo espacio en el periodismo hecho en Hidalgo (que con poco mérito podría llamarse hidalguense) abrirá sus puertas a la ignominia. El prestigiado periódico La Jornada, calificado por algunos como “el mejor de México”, ha concedido la franquicia estatal de su nombre a uno de los grupos políticos que más atentados contra la libertad de expresión ha cometido en los últimos tiempos en esta entidad: El Grupo Universidad; o mejor conocidos como La Sosa Nostra. Ni más ni menos. A partir del año 2009 “La Jornada Hidalgo” saldrá a las calles bajo la tutela de Gonzalo Villegas de la Concha, uno de los notables operadores financieros del máximo cacique de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Gerardo Sosa Castelán.
Además del evidente arranque propagandístico del Grupo Universidad por obtener la gubernatura de Hidalgo en el 2011, “La Jornada Hidalgo” resultará sólo un frente de un Gerardo Sosa arrinconado por su partido político formal, el PRI, el cual busca desterrarlo para siempre de sus filas y, de paso, eliminarlo del escenario político local. (Obviando que cualquiera que sea su aporte al de por sí precario periodismo estatal, estará sesgado como un negocio más del dueño de las aguas “Govi” y el café “Chikita”; y por tanto, otro miembro del club de los empresarios que le han entrado a la moda del “negocio de la información”, creando o comprando periódicos para utilizarlos como brazo político, no por vocación periodística, sino y únicamente, para favorecer sus intereses financieros –y en este caso, además, los de un político en decadencia).
¿Por qué Carmen Lira Saade y Carlos Payán Velver, dirigentes de La Jornada, están permitiendo esto? ¿Qué hay de fondo?
Cabe recordar que si existe un enemigo público del periodismo en México, ese es Gerardo Sosa Castelán. Desde hace cuatro años mantiene un acoso legal permanente contra el periodista Miguel Ángel Granados Chapa y el escritor Alfredo Rivera Flores, acusándolos de “daño moral” por haber prologado y escrito, respectivamente, el libro “La Sosa Nostra. Porrismo y Gobierno coludidos en Hidalgo” que narra y documenta las fechorías cometidas por ése personaje cuando fungió como dirigente porril de la Federación de Estudiantes de Hidalgo y el control caciquil que ha ejercido al interior de la UAEH por más de 20 años.
Granados Chapa fundó en 1984 el periódico La Jornada junto con Carmen Lira y Carlos Payán, como respuesta concreta al golpe que diera Manuel Becerra Acosta al cooperativismo del diario Unomásuno. No obstante, su congruencia moral lo llevó a actuar de la misma manera, al oponerse a un tercer mandado de Payán como director, quien incurría en el mismo error que años antes le había fustigado a Becerra. De tal manera, renunció a sus influencias en este diario. Sin Granados Chapa, un rotativo que nació libre, democrático y cooperativo, hoy es mayoritariamente propiedad de un par de personas, por obra de sus intereses políticos y económicos.
Pero La Jornada, gracias al esfuerzo y compromiso de quienes lo redactan con libre intelecto, ha permanecido como una de las voces más cercanas a los intereses del pueblo, desde las alturas de la prensa capitalista. La mayor parte de quienes integran su barra de articulistas y columnistas es de lo mejor del país y así sus reporteros y reporteras que se han ganado el respeto y confianza de lectores y actores sociales, debido a su alta ética y buena redacción. Hasta ahí, razones suficientes para considerar impensable que éste se entregaría a las fauces de la Sosa Nostra. A menos que Lira y Payán de plano no conozcan las manos en las que entregan el prestigio de su periódico. Lo cual es poco probable, en el contexto de la demanda de Sosa Castelán contra Granados Chapa y Rivera Flores, la cual ya es de interés nacional; por tanto, exonerándolos de actuar en su irrenunciable derecho a hacer negocio, ¿hay otros intereses en esta decisión? Algo que ellos deberían responder, sino es que el tiempo y su justicia se les adelantan.
¿Es el fin de Gerardo Sosa?
Ahondando en las sazones por las cuales el Grupo Universidad abre nuevos frentes, ahora resulta que la dirigencia estatal del PRI anuncia con bombo y patillo, con un repentino y democrático –nunca antes visto-, espíritu lega-democrático, que expulsará de sus filas a Gerardo Sosa Castelán. Que de adeveras. Que no es ningún cuento. Que en serio ya se hartaron de las “traiciones, deslealtades y ambiciones de poder” del jefe de la Sosa Nostra y por tanto, no merece la alta distinción de seguir siendo militante priísta. Esta de verse. Aunque no se oculta el interés por ser testigo de tal acto de justicia política.
Pero, para desanimo tricolor, en función de la sociedad civil, que Sosa sea expulsado o no del PRI, es lo de menos. O mejor dicho: importa muy poco. Por una parte, nada se le quita al sosismo al dejarlo sin el respaldo de los colores del Revolucionario Institucional pues desde hace varios años atrás, su verdadero cobijo lo tiene en el PAN y en el guadarramismo del PRD (acompañado de la franquicia del infantiloide PSD). Así que librarse de su estorbo sólo servirá para calmar conciencias tricolores, y, si acaso, un respiro en el llamado Grupo de Grupos presidido por el gobernador Osorio Chong.
Lo útil de esta cruzada anti Sosa, se daría en los terrenos del Grupo Universidad; es decir ¿Qué Gerardo Sosa se expulsado del PRI, significa que el gobernador está dispuesto a devolverle a la población los dominios y pleno aprovechamiento de la UAEH? ¿Es el fin del caciquismo de la Sosa Nostra? Porque siendo la Universidad una institución del orden público, aunque autónoma, depende de las autoridades su recomposición. Su comunidad está tan lastimada, que difícilmente cuenta con las armas políticas e ideológicas para subsanarla desde los cimientos. Por eso, la incorrección de la posibilidad justiciera murillista –aunque indeseable-, es la vía más sólida e inmediata para aniquilar 40 años de impunidad porril.
Aunque, por supuesto, nada será de color de rosa en este episodio. Si en verdad el Estado hidalguense está dispuesto a acabar con la mafia sosista, es claro advertir que ésta no se dejará vencer tan fácil. Antes muertos que sencillos (¡ajúa!). Por tanto, como gatos boca arriba, sacarán a sus porros a las calles, marcharán con sus administrativos y académicos fieles, y la represión interna contra todo aquel que proclame gustos por esta Operación Limpieza, será hostigado, acusado de pertenecer a las “fuerzas oscuras de la imposición que pretenden violar la autonomía de la UAEH”. Ya se avizoran las consignas del Grupo Universidad. Más de la bizarra auto campaña sosista que buscará ensalzar a su capo como un prohombre, mártir del cacicazgo político en Hidalgo. Lo de siempre, pues.
El resultado final está por verse. Claro, si la andanada priísta (murillista) se resuelve a expandir su cruzada hasta los feudos del Grupo Universidad ¿Es el fin de Gerardo Sosa? Poco probable. Aún si al sosimo se le venciera y arrebatara la UAEH, el GU tiene plataformas preparadas. A nivel nacional, aún cuenta con importantes apoyos como los de Manlio Fabio Beltrones o Emilio Gamboa Patrón (aunque, de éste último, algunas fuentes precisan que la relación terminó), quienes podrían meter las manos por él ¿Consecuencias? Una guerra intestina donde el murillismo se pondrá a prueba. Porque, sin duda, Gerardo Sosa no actuará como un manco y jugará sus cartas retenidas, las cuales, apuntan a los puntos en extremo débiles de la estructura que hoy lo tiene en la mira. Ambos bandos ya están en la línea de fuego.
¿Apuestas?
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