20.4 C
Hidalgo
viernes, julio 26, 2024

[EL POPULAR No. 4] Radiohead en Pachuca: descifrando el mito

Ya puedes leer y descargar las versión digital de El Popular, en su cuarta edición, en donde el Movimiento Ecológico Zimapán Libre denuncia la actual operación del confinamieno tóxico en Zimapán, con el auspicio de autoridades municipales, estatales y federales. Además, la periodista Rosana Peralta presenta un reportaje especial acerca de la presentación del reconocido grupo británico Radiohead, en la capital del estado de Hidalgo, un 30 de octubre de 1994, con fotografías y relatos de sus protagonistas.

Radiohead en Pachuca: el mito, sus testigos.

Por Rosana Peralta / Desde Abajo – El PopularEn el momento se dijo que no era Radiohead, que eran sus dobles, que iban a transmitir un concierto vía satélite, que era sólo un truco para sacar dinero y que en realidad nadie vendría. Días después se dijo que todos los integrantes del grupo comieron tacos en las parrilladas García, que enloquecieron porque no les llevaron el tipo de queso que querían y rebanado como lo acostumbraban y que por eso no volverían a México, que los transportaron en una camioneta sin frenos y que por eso uno de los hermanos Greenwood necesitó asistencia médica…

La realidad, contada por algunos de los que lo vivieron, es que Radiohead tocó el 30 de octubre de 1994 por poco más de una hora en el Teatro San Francisco ante una audiencia que no era mayoritariamente conocedora de su música y con una banda local de entonces reciente creación, Almuerzo Desnudo, como abridora, a pesar de que grupos como Guillotina o Ansia pidieron abrirle a los ingleses.

“No dimensionan que la gente un día vale un peso y que luego se cotiza. Y en ese entonces sí fue posible”, explica Enrique Garnica, artista plástico y uno de los tres organizadores del concierto, que por la reciente visita del grupo inglés a México volvió a ser tema de conversación para los implicados.

Para Garnica, este concierto significó el fin de una era como gestor de conciertos y algunos otros proyectos culturales que requerían riesgo económico, justamente porque –dice- nunca pasó de riesgo a inversión, sin embargo, para otros representó el inicio de una etapa de sus vidas, como Eduardo García que a sus 13 años nunca había vivido un concierto de ningún tipo o para Carlos Cadena, que fue su primer concierto de un grupo internacional, igual experiencia –pero como músico- de Alejandro Salazar, que por primera vez teloneaba a un grupo no mexicano.

Algunas anécdotas tienen algo de cierto, aclara Juan Carlos Hidalgo, organizador junto a Garnica y Mauricio Corona, como la de la atención médica para uno de los hermanos Greenwood, pero la verdadera razón fue el cansancio de la gira y sus excesos. O la del queso, que sí se pidió pero que en realidad fue solicitado por el manager del grupo, quien regresó las rebanadas del queso porque él lo comía en cuadros.

Lo de los tacos, asegura Garnica, no fue como algunos lo dicen, “eso de que se fueron a comer tacos y se sentaron, no necesariamente, fueron los otros borrachos de aquí a comprar unos tacos porque ya tenían hambre y pasaron por ellos, no se sentaron ahí y pidieron seis de al pastor, no es cierto”.

Hidalgo asegura que hay un detalle nunca narrado que le fue contado por una amiga suya, que vio cómo en la fiesta posterior al concierto –que se dio en un bar llamado Caos, en avenida Constitución- los hermanos Greenwood se dieron un “buen beso” en la boca, ella dice que le dijeron sus motivos para hacerlo pero Hidalgo aclara que dicha explicación hasta el momento no le ha sido revelada.

Alejandro Salazar cuenta que era la primera vez –había abierto conciertos de Caifanes, Maldita Vecindad, Fobia, Tex Tex- que veía que un grupo no hacía la prueba de sonido –los integrantes habían ido a conocer Teotihuacan-. Además, dice, nunca había visto que toda persona no relacionada con la agrupación fuera sacada de la zona cercana al escenario, incluso los técnicos del teatro tuvieron que desalojar las cabinas de audio e iluminación para dejarlas libres al equipo de los ingleses.

También, por vez primera veía cómo un grupo llevaba consigo un pequeño taller de guitarras que dejaban junto al escenario y en el que tenían todo lo necesario para arreglar descomposturas inesperadas, además de cinco o seis guitarras extras en caso de que quisieran rotar sus instrumentos.

La visita de Radiohead a Pachuca, de acuerdo con todos los entrevistados, no tuvo el revuelo esperado de manera general sino sólo en los ambientes musicales de la época que, según Carlos Cadena, eran mucho más pequeños que ahora. Por ello, pocos recuerdan la publicidad e incluso algunos dicen estar seguros de que ningún grupo les abrió.

Pero el concierto fue posible, según Garnica e Hidalgo por dos factores: que los managers “lanzan botellas al mar” en busca de espacios en lo que sus representados consiguen fama y, que la compañía Iguana Internacional buscaba convertir a dos antros del Distrito Federal –La Diabla y Trastorno- junto a Pachuca en un circuito musical, con miras a traer a grupos de mayor reconocimiento, como Los Héroes del Silencio.

Se ha dicho que la banda se vio forzada a tocar hasta cuatro veces Creep –de la que durante esta visita grabaron una versión acústica en el estudio de Bon, el de Los Enemigos del Silencio-, los testimonios aseguran que fueron sólo dos, la razón es que la mayoría de los asistentes –alrededor de 750 para un foro con cupo de 900- sólo conocían esa canción. Enrique Garnica recuerda que en un momento en el que la gente gritaba con demasiado entusiasmo “Creep, creep”, los músicos se pararon, no sabe si fue un error o una desconcentración por el ruido pero por unos segundos detuvieron su ejecución.

Un único boleto falso se encontró al hacer el recuento, que según Garnica pudo ser hecho por un hombre que tenía la única copiadora láser en la ciudad y que durante el concierto insultó a los que se habían atrevido a asistir sin conocimiento previo, sin embargo, para muchos representó la entrada a la música de la banda, “yo me clavé con Radiohead por ese concierto”, dice Eduardo García, o Jaime Vargas que no sabía nada del grupo, incluso la canción que había escuchado no le había gustado pero asegura durante el concierto lo convencieron.

Para Carlos Cadena, a pesar de haber asistido ya a muchos conciertos de rock, entonces como ahora -a quince años de distancia- sigue siendo uno de los mejores conciertos a los que ha asistido, “las luces, para su momento, alucinante, eran luces comunes pero muy sincronizadas con la música; el sonido que tenían, tanto en la parte del talento musical como esa conjunción como banda, ningún grupo en México sonaba así”.

Related Articles

2 COMENTARIOS

Los comentarios están cerrados.

Últimas