. Andrés Manuel López Obrador derruyó las intenciones del Partido del Trabajo de aliarse al PAN, PRD y Convergencia en la campaña al Gobierno de Hidalgo de julio de este año. Esto luego de que la dirigencia nacional de este partido, aprobara anular sus compromisos electorales con Acción Nacional y con el PRI en los estados. Así que en el caso de Hidalgo, las puertas quedan abiertas en el petismo y una franja considerable a su interior ya invitan al expriísta y senador perredista, José Guadarrama Márquez a ser su candidato a gobernador, una vez que sus posibilidades se reducen ante el inminente abanderamiento opositor de Xóchitl Gálvez, tal cual lo dictan las encuestas. Lo peor se viene cuando, en teoría, el propio AMLO estaría haciendo campaña al lado de Guadarrama por un PT mercantil.
Por Luis Alberto Rodríguez / Desde Abajo
El llamado de Andrés Manuel López Obrador a la Comisión Ejecutiva Nacional del Partido del Trabajo a no coaligarse con sus homólogos del PRI y el PAN en las elecciones estatales de julio del 2010, resultó tener eco en la dirigencia petista la cual, acordó por la noche del jueves, romper sus alianzas con éstos institutos en todas las entidades, excepto Oaxaca porque ahí persiste la necesidad de desbancar del poder al criminal gobernador priísta, Ulises Ruíz Ortíz, según declaró el dirigente Alberto Anaya. En efecto, el PT actúa con visión de largo plazo, una vez que a finales del 2009 afirmara de manera categórica que AMLO sería su candidato presidencial, con o sin el PRD, cumpliendo en lo concerniente su pacto político al desmarcarse de aquellas coyunturas que al ex jefe de Gobierno del Distrito Federal no le parecen adecuadas. Sin embargo, la obediencia se desvanece en los estados, donde este partido político considera pertinente alzar como sus abanderados a personajes de baja calaña, mercaderes de la imagen
del tabasqueño. Hidalgo es un típico caso.
De manera original, el PT se había sumado a la amplia alianza que conformarían junto al PRD, PAN y Convergencia contra lo que ya es la coalición entre el PRI-Verde y e Partido Nueva Alianza. Sin embargo, los petistas se presentaban divididos entre la preferencia de unos por la foxista Xóchitl Gálvez y otros por el senador del partido Convergencia, Francisco Xavier Berganza. Por uno y otro lado, las propuestas del petismo no eran congruentes con lo que supone de sí mismo como partido político: la creación de una “sociedad socialista”.
El PT nace de la alianza que hacen diversos grupos de la izquierda urbana de las ciudades de Monterrey, Durango y otros sectores radicales del norte de México. Adoptan y se proclaman maoístas, lo cual siguen manifestando en su plan de acción política dirigido hacia la lucha en “línea de masas”. Sin embargo, la historia de este partido se tuerce en sus principios al recibir apoyo estratégico de Raúl Salinas de Gortari en Nuevo León, haciéndoles avanzar en lo electoral tan rápido cual si fuera de manera espontánea. Y aunque no pasó mucho tiempo antes de deslindarse del salinismo, el petismo no dejó su política de zigzagueo, principalmente, corriendo detrás del PRI. Así tejieron victorias y prerrogativas como aquella que obtuvieron al aliarse al Revolucionario Institucional y al Verde Ecologista en Oaxaca, con Ulises Ruíz como candidato.
Es difícil creer que el apoyo petista a López Obrador continúe más allá del 2012. Anaya y compañía se debaten entre la apuesta presidencial y seguir rotando sobre los pactos coyunturales en los estados, que es lo que, al final, le ha permitido sobrevivir como partido.
Como se ha visto, esto no es razón que el propio AMLO aborde, así que ha adoptado una postura de simulación sobre lo que le conviene en lo personal como al movimiento que encabeza: contar con un color que lo represente, y el PT ha sido siempre la primera y fiel apuesta.
De tal modo, López Obrador dejará pasar si el PT, aún sin alianzas, tuviera como su candidato a portentos de caciques como el senador perredista José Guadarrama Márquez, quien, ante la posibilidad cada vez más fehaciente de no obtener la candidatura aliancista en Hidalgo, se sabe con las puertas abiertas para convertirse, si así lo define la coyuntura, en candidato a la gubernatura de Hidalgo por el Partido del Trabajo gracias al oportunismo político de su suplente en el Senado, la petista Claudia Mendoza Lara. Nada mal para el ex priísta quien, una vez más, adoptaría la figura del AMLO para adjudicarse sus votos, los mismos que lo llevaron a Xicoténcatl en el 2006, aún si no comulga con él y peor aún, si como baluarte del salinismo en Hidalgo, persiguió y reprimió a los perredistas que Andrés Manuel representaba como presidente nacional del PRD.
Política ficción o como el maestro español José Ortega y Gasset pronunció: “No sabemos lo que pasa y eso es lo que pasa”, hasta el momento en que termine por decidirse qué pasará con la pretendida alianza opositora en Hidalgo.
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