. Los sucesos más recientes de violencia armada, junto a la irrefrenable crisis del sistema político mexicano, descubren una Madre-Patria moribunda desde lo alto con un cáncer que poco a poco le envenena el cuerpo. Y sobre lo cual, muchos dicen pensar, analizar u opinar, con actitud menos que filosófica, más bien irresponsable; es decir, sin asumir la parte que le toca: sin responsabilizarse como parte del conflicto. Así pues que sale a la luz algo que denominan “Movimiento del No a la Generación del No” que inmaduramente pretende repartir todas las culpas de lo que, se sabe, le toca a sus integrantes por lo que “no ha ocurrido en México”
Por Luis Alberto Rodríguez / Desde Abajo
Uno de los padres del existencialismo francés, Albert Camus, alteró las conciencias de propios y extraños al escribir sin recato moral las primeras oraciones de su célebre obra El Extranjero: “Hoy ha muerto mamá. O ayer. No lo sé”. Indiferencia maldita ante lo que supone ser la trágica noticia que debería sacudir todos los escombros del subconsciente y animar a hombres y mujeres a sucumbir bajo mares de tristeza si acaso la madre en cuestión fuera poco menos que un prodigio de divinidad –tal cual como se le acostumbra inmacular en occidente-; pero para el filósofo, el suceso no significaba más que el hecho en sí mismo, por el cual no asumía ni culpas ni responsabilidades, sólo un inmediato deber protocolario por el “deber ser” hijo, aún –si acaso-, no se olvidaba como parte del conflicto.
México, la Patria, parece ser hoy esa madre y buena parte de la ciudadanía aquel hijo protocolario, indiferente, desconflictuado.
Los sucesos más recientes de violencia armada en los estados norteños de Tamaulipas, Sinaloa, Nuevo León y Chihuahua que arrojaron la jornada sangrienta reciente con más de 40 asesinatos, junto a la irrefrenable crisis del sistema político mexicano, descubren una Madre-Patria moribunda desde lo alto con un cáncer que poco a poco le envenena todo el cuerpo. Y sobre lo cual, muchos dicen pensar, analizar u opinar, con actitud menos que filosófica, más bien irresponsable; es decir, sin asumir la parte que le toca o responsabilizarse como parte del conflicto.
Así pues que salen a la luz de lo presuntamente ético una serie de personajes como Joaquín López Dóriga, Federico Reyes Heroles, Ciro Gómez Leyva, Jorge g. Castañeda o Mariclaire Acosta, firmando algo que denominan “Movimiento del No a la Generación del No” alegandole a los partidos en el Congreso de la Unión que aprueben la reforma política de Felipe Calderón, asegurando que “constituye el cambio más importante en el país desde 1994”, rematando: “La Generación del NO es responsable de lo que NO ha ocurrido en México. Negar el cambio es perpetuar el presente”.
Supongo que para firmar sendo desplegado, autores como López Doriga tendrán presente que una hora de lunes a viernes en el noticiario televisivo más consultado del país no le ha sido lo suficientemente aprovechable para “hacer el cambio”. Que Gómez Leyva no ha hecho lo propio a pesar de escribir una columna diaria en uno de los periódicos más influyentes del país. Acto, más bien, de irresponsabilidad, indiferencia y meramente protocolario sobre lo que, dicen, “no ha ocurrido en México”, sin que ellos mismos asuman la parte que les corresponde como factores que distraen la opinión pública a beneficio de sus intereses privados.
A pesar de su firme e ideológica conducta existencial, por lo menos el Mrs. Mersault de “El Extranjero” actúo puntualmente sobre la administración del sepelio de su madre, bajo un proceso de madurez emocional que tranquilizaba su conciencia. En cambio el llamado “Movimiento del No a la Generación del No” no sólo no asume su culpa sino que inmaduramente pretende repartir todas las que, se sabe, le tocan por lo que “no ha ocurrido en México”. La derrama sobre los partidos políticos, apostándole a la desmemoria por la responsabilidad que a ellos mismos les atañe, desde sus espacios, por la lenta y dolorosa muerte de la Madre-patria.
luis@desdabajo.org.mx
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