A Xóchitl Gálvez y Francisco Olvera les compete el asesinato de Fernanda Lavalle. Pretenden gobernar Hidalgo y desde ahora deben comprometerse a que ni una más, ni un hidalguense más será asesinado por odio. Los discursos sobre democracia, desarrollo, justicia o bienestar son una falacia mientras en la entidad sigan cayendo seres humanos cual si fueran moscas sin juicio, libertad o derechos. Galvez y Olvera deben, pues, comprometerse ya a castigar y prevenir la homofobia, si es que el gobernador Miguel Osorio y el coordinador del Congreso, Roberto Pedraza, no pueden o no quieren hacerlo. Sólo así gozarán de credibilidad, en medio de unas campañas electorales donde una agenda integral sobre derechos humanos apenas es tratada, ya por los amarres partidistas, ya porque de plano el tema es flagrantemente ignorado. Si Gálvez y Olvera no condenan esta ejecución homofóbica, demostrarán que, mínimo, gobernarían con distinciones y harían suya la sangre de una hidalguense a quien se librarían de gobernar, o no.
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