Llevo poco tiempo recorriendo Pachuca. Tal vez nunca termine de conocerla. Ofrece tantos misterios en un mínimo espacio, que sería imposible pensar que un exiliado como yo ha de escudriñarla hasta el fondo. No obstante, aquí he fincado raíces inquebrantables de todo orden humano. Y aunque buena parte de mi corazón se halla embarrado a lo largo del Valle de México, los sentimientos que me mueven hacia ella son suficientes para entenderla y palpar sus dolores. Aquí voto. Aquí como. Aquí planté mi segunda bandera. Sus calles me han brindado amigos y amantes ¿Qué le puedo dar a cambio? Salvando la tentación horriblemente cursi de un chovinismo miserable, creo que la mejor forma de retribuirle es asignándole esperanzas contra quienes pretenden explotarla. Ya tomé mi decisión.
Conocí a Gloria no hace mucho. Una amiga con la cual topé entre las lides de los derechos humanos y el romanticismo ciudadano de construir un “mundo mejor” –lo que diablos sea que eso signifique-, me la presentó como la persona epítome, cada vez más escasa, en quien sí puedes confiar. Y tuvo la razón. La tuvo en varias ocasiones. Gloria me tendió la mano y yo se la tomé, sorprendido por el brillo de sus pupilas. Digo que de por sí es difícil encontrar un ser humano que no caiga en la tentación de cometer estupideces y atrocidades en nombre de sus propios complejos. ¡Cuánto más lo es tratándose de una política! Pero ahí me quedé. Tendiéndole la mano yo también, dándole una oportunidad al destino. Luego fui sorprendiéndome más y más.
Esa mujer posee la virtud de la lucidez. Aquí haré un paréntesis: Yo nunca me he considerado un activista; creo que mis ideas nos son causa más allá de lo que a las letras pueden aportar. Pero sí tengo un chingo de amigos y amores que lo son, y de los mejores. Los tengo regados por todas las regiones de este monte diverso y atomizado que es Hidalgo. Los tengo desde comunistas de cepa, pasando por las disidentes transexuales, hasta los cristianos piadosos y conscientes. Biem, puedo afirmar que todos reconocen la estatura ética, política y moral de Gloria Romero de Tellería. ¿Quién carajo puede lograr algo así en el México carcomido por el sistema ? Pocos. Gloria es una de ellas. Cuando sea presidenta de Pachuca, volveré a esta columna a confirmarlo.
Twitter: @albertobuitre