Se puede acusar al sistema judicial mexicano de muchas cosas, pero de no esforzarse por ser el hazmerreír de México ante el mundo, muy pocas veces.
El caso de @mareoflores, diseñador gráfico que fue detenido éste domingo 13 frente a su domicilio en el DF con lujo de violencia por elementos de la PGR por haber publicado un tuit sardónico que fue relacionado directamente por las autoridades con la muerte del ex secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, es el último en su lista reciente de atracos a la credibilidad del ministerio publico nacional, el cual, luego del repudio que logró generalizar en su contra en redes sociales por su infamia (gracias a lo cual se hizo acreedor del hashtag burlón #MeArrestalaPGRporque), trató se sortear su desliz con un sendo comunicado salido de cierta mente brillante en su oficina de comunicación social, diciendo: “No existe relación entre la publicación del tweet y el accidente aéreo”.
Enajenante conclusión para una Procuraduría que, al mismo tiempo, sigue siendo acusada por criminalizar la libertad de expresión en diversos niveles pero que, en el caso de #mareoflores, decidió superarse a sí misma para escarnio de un país que, ya no sólo no cree en sus instituciones, sino que ha convertido su tragedia en sorna.
Qué bueno que Mario Flores Vargas (así se llama el desafortunado sujeto aprehendido) salió libre y salió bien. Qué bueno que esto fue posible gracias a la movilización de la opinión e información pública en redes sociales. Qué bueno que haya sucedido así porque, aunque México continúa siendo un paraíso de humor negro y corrupción, la indignación ya vale para condenar y, es sabido, hasta para salvar la vida de alguien sumergido en una atrocidad similar, porque, de lo contrario o en otro tiempo, la suerte de @mareoflores pudo haber sido fatal.