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viernes, marzo 29, 2024

¿Los priístas son buenas personas?

Según Sartré, un priísta actúa de premeditada mala fe pues, no solamente es incapaz de reconocer sus culpas sino que, para demeritarlas, aún sabiendo que las carga, pretende repartirlas en cualquier objeto o sujeto que le acomode; y viceversa: es capaz de aceptarlas por otro aunque no le correspondan cuando ese otro es su amo, su jefe, su patrón o, bien, su candidato. Por eso ungió a un delincuente documentado como Enrique Peña Nieto. Y bien pudieron ser Ulises Ruíz o Mario Marín (presentes en la toma de precandidatura del mexiquense), los abanderados; lo seguirían pretendiendo justificar; así, tal cual lo supone la palabra: convertir en justo, algo injusto.

Se sospecha con razón que son inútiles para reflexionar humanamente, esclavos de su baja autoestima e ignorantes de toda dialéctica. Eso pone a prueba su real bondad –aunque se afirme lo contrario en ejemplos personales-, pues la bondad, dijo el Che, Jesucristo, Ghandi y Luther King, radica en la compasión por el ajeno y el colectivo, en la sana inteligencia, la búsqueda de justicia y paz, o en el menor de los casos, la felicidad duradera mediante la preservación de la dignidad.

¿Podría un priísta, consciente de su priísmo, cumplir con tales premisas, aún sabiendo que su militancia implica en algún momento sobajar su vergüenza en pos de un constituyente de delito, por ejemplo, electoral? ¿Podría serlo si se lo calla? ¿Podría serlo si lo justifica? ¿Y si aquel priísta no es consciente de su priísmo? ¿Si vota y adopta sus conductas como vota y adopta culturalmente el catolicismo, como sucede en muchas familias? ¿Son malas personas? ¿Son víctimas? ¿Son consecuencia? ¿Un producto de la maledicencia del sistema político mexicano? ¿Fruto de la corrupción cultural sembrada por el status quo ? ¿La personificación de la baja autoestima? ¿Entes enajenados? ¿Huérfanos sublimados?

¿Todas las anteriores?

@albertobuitre

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