“Tengo que sentarme en la misma posición durante muchas horas. No me permiten moverme durante mis doce horas de trabajo diario. No nos conceden días libres. Incluso los niños enfermos no pueden descansar, cuelgan a algunos de mis pequeños compañeros cabeza abajo hasta que enferman mucho más. Nos pegan latigazos en la espalda o en la cabeza cuando dormimos o trabajamos más lentos o nos dejan sin comer. Si intentamos escapar nos amenazan con echarnos en aceite hirviendo. Tenemos tanto miedo que no nos atrevemos a ayudarnos los unos a los otros».
El 16 de abril de 1995 la mafia tapicera de Pakistán asesinó al autor del discurso anterior, Iqbal Masih, niño de 12 años, esclavo del trabajo tapicero que pese a su corta edad, llevaba varios años luchando contra la existencia de 400 millones de niños esclavos en el mundo. En memoria de su ejemplo y su lucha se estableció la fecha de su asesinato como Día Internacional contra la Esclavitud Infantil.
Durante su breve vida, como militante del Frente de Liberación del Trabajo Forzado, Iqbal llegó a cerrar varias empresas en las que todos los trabajadores eran niñas y niños esclavizados con jornadas de más de 12 horas diarias.
Iqbal Masih tenía cuatro años cuando su padre lo cedió a una fábrica de alfombras de Punjab, Pakistan, a cambio de un préstamo para pagar la boda de Aslam, el hijo mayor.
Sobre la emblemática historia de Iqbal, la Organización Amnistía Internacional (AI) narra que el caso de este niño era un hecho habitual: Los hijos menores eran entregados a cambio de préstamos, para casar a los mayores. Para la madre de Iqbal, una campesina pobre, conseguir el dinero para la boda de Aslam era una obligación: reunir una suma apreciable para permitir que su hijo Aslam se pudiera construir una casa o adquirir tierras antes de casarse. En aquellas circunstancias, Iqbal y Patras, el otro hermano menor de Aslam, debían mostrase solidarios con su hermano mayor.
En estos casos, los patrones de las fábricas recuperaban el dinero prestado descontando una parte del salario mensual acordado con sus obreros esclavos, o con su familia en el caso de menores, lo que forzaba a los trabajadores a permanecer a su servicio hasta la restitución total de la deuda.
Pero a los dueños les alegraba ver a los trabajadores o a las familias de los menores pedir nuevas cantidades antes de que el miserable salario hubiera redimido la deuda anterior, ya que de esta forma la deuda no se amortizaba nunca. Al contrario, crecía, y el patrón se podía seguir beneficiando de aquel trabajo en condiciones de esclavitud.
De acuerdo con AI, fue en estas circunstancias que el 1987 Iqbal empezó a trabajar más de 12 horas diarias haciendo alfombras para devolver el préstamo familiar, pero a causa de los intereses y de los nuevos préstamos solicitados por el padre, la deuda se iba haciendo cada vez mayor, hasta que llegó a las 13 mil rupias años más tarde, en 1992.
Cinco años después, Iqbal conoció a Ehsan Khan, un luchador contra el trabajo esclavo, creador del Frente de los Trabajadores de Ladrillos. Iqbal aprendió de Ehsan Khan a no tener miedo de denunciar la situación de los niños tejedores de alfombras. Y a partir de 1993 se convirtió en un líder infantil que visibilizaba las condiciones laborales, los horarios y el régimen de esclavitud en el que viven aún los niños trabajadores en algunos telares de alfombras.
Iqbal se hizo mundialmente popular y numerosas asociaciones humanitarias comenzaron a prestar oídos a una situación que contravenía los derechos infantiles y que el gobierno de Pakistán había preferido ignorar, a pesar de los acuerdos internacionales suscritos.
A causa de sus denuncias y de su activismo, Iqbal era un personaje cada vez más incómodo para quienes se beneficiaban del trabajo infantil. Pese al riesgo de su activismo y de las amenazas de muerte que recibió, siempre rechazó la escolta policial, incluso se negó a trasladarse a la capital o a un lugar más seguro. Prefirió quedarse entre los suyos.
En 1994 Iqbal ganó el «Premio Reebok a la juventud en acción», instituido para reconocer las actividades en pro de la infancia. Un premio otorgado por Reebok, una multinacional que paradójicamente empleaba mano de obra infantil en sus fábricas de Pakistán.
Iqbal en alguna ocasión había dicho que quería llegar a ser abogado, para poder defender con más eficacia su causa. Pero un año más tarde, en 1995, fue asesinado a balazos mientras iba en bicicleta.
En el año 2000 se otorgó el «Premio de los Niños del Mundo» por primera vez. A título póstumo se concedió a Iqbal Masih, cuya historia de lucha es sin duda excepcional, pero no lo es su historia de esclavitud, ya que en Pakistán y en muchos otros países del mundo (México incluido) la esclavitud infantil para trata sexual, para labores domésticas o para trabajo en fábricas, es una devastadora realidad a la que los amos del dinero están muy lejos de querer renunciar.
El verdadero combate a la esclavización de niñas y niños no sólo está en las acciones de los gobiernos, sino en la decisión de compra de las y los consumidores de productos y servicios basados en la esclavitud infantil.
@taniamezcor
FB: Tania Mezcor