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viernes, julio 26, 2024

Jóvenes: nueva movilización ciudadana

por Pablo Vargas González

Han resultado sorprendentes para el público mexicano, para la clase política y para los medios de comunicación, las expresiones de las últimas semanas, sobre todo de movilizaciones y salidas a la plaza pública de jóvenes y universitarios en diferentes ciudades, al grado que se ha llegado a descalificarlas impunemente en lugar de tratar de comprender su significado.

En plena campaña electoral donde se esperaba que fueran los partidos y candidatos los protagonistas únicos, han surgido expresiones emergentes de actores no llamados a la escena política. Existen elementos sociales que han permitido el surgimiento espontaneo de respuesta contestaría. Por una parte el control monopólico de los partidos sobre la política, y el control monopólico de los medios de comunicación a lo que se agrega la exclusión de los jóvenes a la política y al poder.

Estos tres elementos, son los autores reales e intelectuales, que están “detrás de las movilizaciones”, pues existe un hartazgo de los jóvenes a ser considerados “apáticos e indiferentes” desde arriba, desde las cúpulas de poder que han impedido el acceso a las nuevas generaciones a la participación de los grandes problemas nacionales.

Para empezar son los problemas de lo que se llama descriptivamente jóvenes “NINIS” de los cuales se calcula entre 8 y 16 millones que no tienen empleo ni oportunidades dignas para involucrase plenamente al vida social. A ellos se agrega el de jóvenes estudiantes de educación superior, pública y privada, que ven un futuro incierto, y que hoy son la punta de lanza en las formas y movimientos espontáneos de la sociedad.

Las movilizaciones emergentes que se han suscitado, en torno a la cerrazón de los medios de comunicación por el debate y por la demanda de dar información objetiva y veraz, tiene un fuerte contrapunto que son ahora las redes sociales generadas por la tecnología comunicativa, a través del internet y la telefonía celular) y son precisamente los joevenes y estudiantes quienes están inmersos en ese tipo de comunicación.

Despertemos, México, ya no es la “ínsula barataria”, ni un islote ajeno a la globalización. Han sido las políticas neoliberales las que han traído los efectos nocivos de la internacionalización (saqueo y destrucción de recursos naturales, privatización de la economía y sociedad, y transnacionalización y saqueo de divisas) pero también los efectos positivos: tecnología y apertura global, de la información al instante.

Han sido el uso de la tecnología y de las redes sociales (Twitter, facebook, youtube, entre otras) el medio e instrumento para este nuevo movimientos social de carácter espontáneo, que se expresa en concentraciones convocadas por la telefonía y el internet y en movilizaciones callejeras sin orden ni consigna, son múltiples y contradictorios, los millones de mensajes los que se procesan diariamente sobre los temas de las decisiones y conductas de la clase política y hoy de los candidatos y candidatas a algún puesto de representación.

Resulta arteramente ofensivo señalar que “alguien está detrás, moviendo los hilos”, eso pertenece al pasado autoritario, de que los jóvenes eran llevados como borregos a los actos oficiales, y esa era la única esfera posible de participación y si acaso se movilizaban por demandas especificas y reivindicatorias de educación y empleo eso era “político”, están “detrás intereses espurios”, como si se les negara a los jóvenes tener decisión y demandas propias. Nada es más coincidente que los infundios contra los jóvenes del Movimiento 68 por las hordas diazordacistas.

Se le está comparando con las movilizaciones de la “primavera árabe” que destituyó a los tiranos y dictadores de Egipto y otros países, así como de la “primavera del movimiento de los indignados” M-11, de Madrid de 2011, por sus amplias similitudes a favor de la educación, el empleo y en contra de los monopolios de la política y de la comunicación.

No hay que cerrarse, hay que ser sensibles a este despertar juvenil, que ya no es posible detener. Por el contrario es oportuno abrir los cauces de canalización de las protestas y las voces, y aprovechar el gran potencial que tiene la juventud mexicana, ya no más “será el futuro del país”, quieren construir el presente. Tienen razón, han esperado muchas décadas su oportunidad.

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