En entrevista, el rapero Bocafloja sentencia que, para que las cosas cambien en el país, hubiera sido importante que Enrique Peña Nieto no llegara a la Presidencia mexicana.
por Alberto Buitre
Bocafloja es el seudónimo de Aldo Villegas, rapero mexicano, del DF, convertido en uno de los artistas del hip hop más influyentes en Latinoamérica. Su trayectoria está marcada por liricas que reivindican acciones políticas y culturales contestarías. Desde el lanzamiento de su primer EP (“Lengua Insurrecta” 2002) hasta hoy (“Patologías del invisible incómodo” 2012), cada canción ofrece un mensaje crítico a lo que él llama “estructura de poder” en detrimento de los grupos más marginados de la sociedad: los pueblos indios, las comunidades afro descendientes, las juventudes.
Desde la ciudad de Nueva York, conversa vía Skype y ofrece su propio análisis sobre la crisis política y social en México, sus posibles salidas, el papel de los medios de comunicación y cómo la música se involucra en todo ello. Y sin más, sentencia que, para que las cosas cambien en el país, hubiera sido importante que Enrique Peña Nieto no llegara a la Presidencia mexicana.
– ¿Qué te preocupa de México?
De manera inmediata me preocupa el regreso de la dictadura. El regreso de ese gobierno exageradamente intolerante, exageradamente conservador, que por años y años ha abusado del pueblo, en general. El regreso de este sistema ene l cual, la posibilidad de diálogo se remite a un acto mínimo de esperanza. Me preocupa muchísimo el hecho de que en México hay una guerra, y esa guerra está permeando a gente que no voluntariamente accedió a participar a ese sistema de exterminio. Básicamente se vive un terrorismo sistémico por que el Gobierno, el Estado, está completamente involucrado en este proceso. Entonces, es complicado lo que pasa en México. Y una de las razones del éxodo de mucha gente, es la necesidad de entender México de una manera en la que constantemente entra en conflicto toda la manipulación histórica que por años y años ha fomentado ese nacionalismo exacerbado de defensa del opresor cuando, en realidad, este sistema y este Estado nunca ha velado por la mayoría de las personas que han sido ciudadanizadas bajo este esquema de la mexicanidad. Es complejo lo que está sucediente en México y, evidentemente, me preocupa.
– Desde tu punto de vista ¿Cuál crees que sea la salida a esta crisis en el nuevo contexto del regreso del PRI a la Presidencia del país?
Nadie hasta este momento conoce una fórmula precisa que va a descifrar la trayectoria más positiva para la mayoría de la gente. Creo que son muchos elementos que se tienen que conjugar y, de alguna manera, hay muchas luchas, muchos movimientos que tienen que formar parte de este engranaje de transformación social e identitaria, incluso. Hay decisiones que son estratégicas, que no necesariamente tienen qué ver con una convicción ideológica, pero que tienen que formarse para poder seguir presionando a las estructuras de poder.
De entrada, hubiera sido muy importante que el Presidente electo no fuera Peña Nieto. Debíamos tener aunque sea la posibilidad de un diálogo con otro sistema de poder que al menos fuera un poco más flexible. Bueno, muchos elementos que tendrían que combinarse. Pero, básicamente es el seguir generando un pensamiento crítico en los jóvenes. Eso es fundamental para que la carga siga ejerciendo presión.
– ¿Tú crees que la salida a la crisis en México sigue estando en lo electoral y ves otras vías de organización?
Yo siempre apuesto por la utilización de más vías. De entender el proceso democrático, entre comillas, como un ejercicio que no necesariamente se tiene que ver reflejado a través del voto, o de los procesos electoral o bi, tri-partidarios. También creo que hay que tomar decisiones estratégicas en momentos históricos donde, probablemente, las condiciones no estén dadas para formar una posibilidad de toma real de poder. Creo que, en el caso particular de esta elección, para poder abrir la posibilidad de dialogar con un sistema de poder, era necesario que estuviera un tipo como López Obrador; aunque, de alguna manera, ideológicamente pueda tener muchas diferencias en fondo y forma, definitivamente era importante tener a él como una manera de tener ese posible diálogo y seguir presionando. Evidentemente teniendo a un tipo como Enrique Peña Nieto, automáticamente, por todo lo que él y su partido representan, hay puertas que están cerradas de entrada sin tener la mínima posibilidad de diálogo; hay cosas que se cortan de facto. Eso es una cosa complicada y muy grave. Entonces, definitivamente apuesto en las decisiones que a veces van por la estrategia. Es una especie de juego de dominó en el que hay saber jugar las piezas de la manera más inteligente posible.
– ¿Cómo crees que ayude la música y el arte en general, para la construcción de otro país?
La música y el arte en general es una actividad y una manifestación complementaria a todos los otros procesos de lucha. Por sí sola la música, si no se conecta con otros procesos u otros movimientos, probablemente no va a tener el mismo poder de impacto. De la misma manera, todos estos movimientos requieren ir acompañados de la comunidad artística socialmente responsable porque, definitivamente, nosotros fungimos como un agente de conexión de esas luchas con las masas. Aprovechamos nuestra influencia, nuestra imagen y nuestra capacidad de conectar con la gente a través de un lenguaje más afable, ya sea por la cuestión música, lírica o discursiva. Yo entiendo el arte como una cuestión complementaria de cualquier proceso. Entonces es más que útil; es necesario y es urgente asumir esta responsabilidad.
– ¿Tú crees en la revolución, o en qué clase de revolución?
Es un tema complejo. Uno de los temas a tratar en México es que existe en proceso de colonialismo interno y manipulación histórica muy profundo que, de alguna manera, ha trastocado la identidad de lo que significa ser mexicano. Empezando desde ahí, creo que es un proceso fundamental y completamente urgente. El problema radica en que la misma izquierda de este país no está cómoda hablando sobre temas de raza; está cómoda siempre hablando sobre cuestiones de la lucha de clases, pero nunca se atreve a cuestionar la problemática de raza en este país, las problemáticas identitarias, la defensa o no defensa del aparato nacional y del Estado. Esa es una cuestión con la cual yo tengo un problema serio. Al menos en mi caso, es fundamental hacer trabajo en ese sentido. Porque en muchos de los casos, el problema de la raza, el problema de la identidad es el generador de muchos de los problemas sociales, al darnos cuenta de una izquierda que, en algunos casos, representa los beneficios los criollos. Por eso yo empezaría por deconstruir esta identidad nacional.
– ¿Hacia dónde apunta tu idea de identidad nacional?
Apunta hacia la manipulación histórica en la cual los pueblos indios, las comunidades afro, y a la gente menos favorecida de este país que históricamente ha sido la gente con el color de piel más obscuro. La marginalización tiene que ver con el aspecto racial en este país. La creación de este concepto del mestizaje fue una estrategia que, de alguna manera, pretendió y logró sin duda alguna, eximir a México de este sistema de manifestación del racismo, al decir que todo mundo en México es un pueblo mestizo y que al ser mestizo no existía diferencia en cuanto al color de piel porque todos éramos un poquito de todo. Aunque esto no refleja lo que verdaderamente pasa a nivel social, cultural, la capacidad de acceso a ciertos espacios. Los procesos de marginalización son muy poderosos y, evidentemente, las familias más beneficiadas y que tienen verdaderamente el poder son una cuantas y conocemos cual es su origen, su origen étnico, tal cual. Creo que hace falta atreverse un poco a cambiar y deconstruir esa estructura que ha sido manipulada por años, de la cual la izquierda ha mantenido una postura al margen, porque ellos mismos se ven beneficiados.
– ¿Qué papel juegan los medios de comunicación en las problemáticas que aquí tocas?
Los medios de comunicación están defendiendo deliberadamente las estructuras de poder. Algunos defienden alguna en particular, algunos defienden otra. Pero es muy claro que, como toda gran estructura de poder, las personas en esas posiciones de poder, en cualquiera de esos aparatos, son la misma población privilegiada. Es todo un gran consorcio de que defienden los mismos intereses.
– ¿Crees en la democratización de los medios o lo ves de forma distinta?
Yo creo en que gente como tú o gente como yo debemos estar en la posibilidad de acceder a ciertas posiciones de control sobre las disciplinas que nosotros tengamos. Esto en sí habla de un ejercicio democratizador en el cual la estructura de poder se reparta de manera más congruente con los intereses de la mayoría de la población. Pero el poder no regala sus espacios, entonces nosotros tenemos que buscar la manera de encontrar otro tipo de espacios para transmitir información; háblese de cualquier tipo de información, ya sea yo como rapero o poeta o tú como periodista. A mi me interesaría tener acceso a ese tipo de espacios para poder tener un poder de impacto y de influencia mayor, pero sabemos bien cómo funciona el poder y eso lo tenemos que, o arrebatarlo, o crear nuevas plataformas de exposición. Porque definitivamente ellos no van a despertar un día y nos van a tocar la puerta y decir ‘Sí, ven, quiero que tú manejes Radio IMER o o dirijas el diario tal cual’; entonces, así es la jugada.
– ¿Ves en la independencia una alternativa ante la cerrazón de los grandes medios?
Sí. Apuesto a la autogestión. Y de alguna manera hay que reconocer que hemos sido orillados hacia esa ruta porque al no recibir ningún tipo de apoyo de estructuras privadas o publicas, estatales o independientes, nos hemos visto en la necesidad de buscar nuestras propias redes de autogestión para poder seguir produciendo, para poder expresarnos artísticamente. Y tiene muchas ventajas. Es un juego que al final del día otorga muchas más satisfacciones. Definitivamente no es fácil, porque estamos jugando a esta estrategia de la autogestión y la independencia bajo una estructura que está dominada por los medios masivos, entonces dealguna manera siempre tenemos que estar luchando en contracorriente para poder acceder a esos espacios, para poder acceder a sus redes de divulgación, acceder a sus espacios para sus salas de conciertos. Es complicado, pero al final del día es una lucha más genuina, más auténtica, más satisfactoria. Ya sin mencionar que un discurso como el que nosotros manejamos no es confortable ni adecuado para sus estructuras de poder y, obviamente, pocas veces vamos a ser invitados, firmados o contratados para sus espacios, justamente por lo que representamos.
– ¿La autogestión es una plataforma viable en México, en cuanto a la cultura y el arte?
Es una estrategia un tanto de emergencia. O sea, si no hay ninguna otra posibilidad de crear, las únicas dos opciones que te dan son: no crear, no hacer nada, mimetizarte al proceso de ciudadanización y buscar ganarte la vida de algo que no quieres hacer; o, buscar la manera de hacerlo tú mismo, organizarte, involucrarte con la comunidad y auto gestionar tu proyecto a cualquier escala, y asea grabando tu música de la manera más rudimentaria posible o hacer una producción musical de un nivel excelente de una forma independiente. Es una cuestión de necesidad y de emergencia. Hay que hacerlo porque no hay otra manera. Si yo me hubiera quedado sentado esperando a que alguien hubiera venido a hacerme un disco, ahora mismo sencillamente no existiría y no estaríamos hablando tu y yo.
Hip hop, soundtrack de procesos de resistencia
Las letras de Bocafloja se conectan con movimientos underground en México, especialmente en el Distrito Federal. Así la cultura hip hop y el rap, desde su surgimiento de entre los guettos afro descendientes y latinos de Nueva York, hasta los actuales apartados submundos de Asia y Europa, se han convertido en una de las diversas manifestaciones de la protesta política, y reivindicación cultural, étnica o geográfica.
Las líricas de Aldo Villegas lo mismo ensalzan las raíces negras del revolucionario morelense, Emiliano Zapata o las del presidente venezolano Hugo Chávez, que hacen frente a los abusos y mentiras de los medios de comunicación. De tal manera, su audiencia tiene en cada una de sus canciones, un acompañante a su rebeldía. Así lo corean en los lugares donde este rapero se presenta, ya en Cuba, Nueva York o Tijuana.
“Pienso que toda la experiencia del hip hop como cultura, manifestación artística, tiene que ver con todo este proceso de resistencia creativa a nivel histórico. El rap, el hip hop, es el soundtrack de muchos de estos procesos sociales. Es una música que está ligada a muchas experiencias de marginalización, a muchas experiencias ligadas a la cuestión identitaria de la gente oprimida y de color del mundo. De alguna manera, es una relación directa que es innegable. Ahora bien, eso implica una responsabilidad de los actores de esta representación los cuales somos nosotros que, de alguna manera, necesitamos asumir este rol. Y asumirlo con la mayor coherencia posible, en el sentido de saber de lo que estamos hablando y que no son palabras al viento. Hay que asumir un entendimiento bien claro del rol que estamos jugando”.
– Y sin embargo, por otro lado, el hip hop también es generador, mediante algunas sus letras y artistas, de misoginia, violencia y de violencia racial, inclusive ¿Cómo es que existe esta ambivalencia entre, por un lado, el hip hop algo tan profundo y por otro, el hip hop como algo que va en contra de valores que artistas como tú ponen el frente?
El capitalismo juega constantemente a hacer ejercicios de cooptación. O sea, cualquier actividad, manifestación artística o expresión cultural que el sistema comienza a detectar como un agente causante de cualquier tipo de transgresión, inmediatamente el sistema desarrolla estructuras o estrategias para cooptarlo, transformarlo y después regresarlo a la comunidad con un mensaje coherente a los intereses del sistema. El hip hop no se ha quedad fuera de este sistema de cooptación. Lo hemos visto con casi cualquier manifestación cultural, lo hemos visto con el rock, con el arte, con la literatura. El hecho que exista esta ambivalencia con respecto al hip hop, de alguna forma es muy notoria y mucho más satanizada por ciertos medios que por la gente que expresa hip hop. Que volvemos a lo mismo, e este carácter donde la marginalidad es inevitable. Al mismo tiempo, muy poca gente se incomoda o deconstruye la idea de que mucha de la música tradicional mexicana resulta profundamente más misógina que la canción más misógina de hip hop que puedas imaginar. Entonces, ahí viene también esta ambivalencia en el sentido crítico al análisis de la cultura como tal, donde siempre el hip hop va a jugar un papel marginal hasta en ese mismo proceso de criticarlo.
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