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miércoles, abril 17, 2024

El cumpleaños de Juana Inés

Visionaria siempre, cada cosa que Juana de Asbaje hizo y cada batalla que decidía ganar o perder (como el tener que aprender y practicar labores de “doncella”) estaban enfiladas hacia su objetivo central: El conocimiento, negado a las mujeres de su tiempo.

Un grupo de personas observa una proyección en la celda Sor Juana Ines de la Cruz, en Ciudad de México. (FOTO: EFE/Sáshenka Gutiérrez/Tomado de prensalibre.com)

por Tania Meza Escorza

“No puedo decir lo que con envidia oigo a otros, que no les ha costado afán el saber; dichosos ellos. A mí, el no saber (que aún no sé), sólo el desear saber me lo ha costado tan grande…”

Efectivamente, transgredir el estereotipo de género le costó mucho, muchísimo, pero Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana, nacida el 12 de noviembre de 1651, fue una feminista completa desde que tuvo memoria. Prueba de ello fue cuando a los dos años urdió un plan para aprender a leer. No era sólo el esfuerzo intelectual por el conocimiento, sino la planeación de una estrategia que le hiciera sortear los obstáculos de género, tal como lo narra en la “Respuesta a Sor Filotea”:

“No había cumplido los tres años de mi edad cuando, enviando mi madre a una hermana mía, mayor que yo, a que enseñase a leer en una de las que llaman ‘Amigas’, me llevó a mí tras ella el cariño y la travesura; viendo que le daban lección me encendí yo en el deseo de saber leer, de manera que, engañando, a mi parecer, a la maestra, le dije: Que mi madre ordenaba que me diese lección. Ella no lo creyó, porque no era creíble; pero por complacer al donaire, me la dio. Proseguí yo en ir y ella en enseñarme, ya no de burlas, porque la desengañó la experiencia, y supe leer en tan breve tiempo, que ya sabía cuando lo supo mi madre”.

Cuatro años después de aprender a leer se enteró que existían las universidades y hacia allá enfiló su nuevo objetivo: “Teniendo yo después como seis o siete años, y sabiendo ya leer y escribir con todas las otras habilidades de labores y costura que reprehenden las mujeres, oí decir que había Universidades y Escuelas en que se estudiaban las ciencias, en México: y apenas lo oí, cuando empecé a matar a mi madre con instantes e importunos ruegos, sobre que, mudándome de traje, me enviase a México, en casa de unos deudos que tenía, para estudiar y cursar la Universidad; ella no lo quiso hacer (e hizo muy bien) pero yo despiqué el deseo de leer muchos libros viejos que tenía mi abuelo, sin que bastasen castigos ni represiones a estorbarlo; de manera que, cuando vine a México, se admiraban no tanto del ingenio, cuanto de la memoria y noticias que tenía en edad que parecía que apenas había tenido tiempo para aprender a hablar”.

Visionaria siempre, cada cosa que Juana de Asbaje hizo y cada batalla que decidía ganar o perder (como el tener que aprender y practicar labores de “doncella”) estaban enfiladas hacia su objetivo central: El conocimiento, negado a las mujeres de su tiempo.

Incuso cuando antes y después de que tomara los votos era llamada por la corte virreinal por su ingenio y conocimientos, ella acudía con agrado aunque ello interrumpiera sus estudios, porque sabía que esas relaciones públicas le ayudaban a vencer resistencias de la iglesia católica respecto a su obsesiva necesidad de aprender.

Asertiva siempre, ya convertida en Sor Juana Inés de la Cruz, libraba las barreras de la misoginia eclesiástica que le cuestionaba si todo el conocimiento que ella tenía no resultaba una soberbia afrenta a dios. Ella hábilmente respondía: “Yo no estudio para escribir, ni menos para enseñar, que fuera en mí desmedida soberbia, sino sólo por ver si con estudiar ignoro menos. Así los respondo y así lo siento. Me ha hecho Dios la merced de darme grandísimo amor a la verdad. Este natural impulso que Dios impuso en mí: Su Majestad sabe que le he pedido que apague la luz de mi entendimiento, dejando sólo que baste para guardar su Ley, pues lo demás sobra (según algunos) en una mujer”.

Es decir, su respuesta era: No se apuren, aunque yo me pase de la raya con el estudio, dios se encargará de quitar lo que él considere que me vaya sobrando (y ni modo que los clérigos dijeran que dios era incapaz de lograr tal hazaña).

En 1691, tuvo uno de sus mayores enfrentamientos públicos contra el patriarcado, con la “Respuesta a Sor Filotea de la Cruz” (que era el seudónimo del Obispo de Puebla, Manuel Fernández). En esta “Respuesta…” Juana de Asbaje nos legó sus pensamientos feministas más férreos. Aunque amable y conciliadora como siempre, cuestionó que las mujeres no estudiaran so pretexto de que no debían convivir con hombre alguno antes del matrimonio, ni siquiera con un maestro: “Muchos quieren más dejar bárbaras e incultas a sus hijas, que no exponerlas a tan notorio peligro como la familiaridad con los hombres, lo cual no ocurriría si hubiera ancianas doctas y de unas a otras fuese sucediendo el magisterio”.

Este 12 de noviembre, nuestra admirada y entrañable Sor Juana Inés de la Cruz cumple 361 años de haber nacido, y de ser ejemplo para todas nosotras. A parte de su extraordinario talento literario y filosófico, nos queda su gran ejemplo feminista, audaz y valiente, pero siempre asertivo y conciliador, tal y como nos demostró al final de la “Respuesta a Sor Filotea”, cuando veladamente le dijo “necio” al obispo de Puebla, pero después le echó la bendición:

“Yo, de mí, puedo asegurar que las calumnias algunas veces me han mortificado; pero nunca me han hecho daño, porque yo tengo por muy necio al que, teniendo oportunidad de merecer, pasa el trabajo y pierde el mérito (…) [Como decía San Agustín de Hipona] ‘No ha de creerse al amigo que alaba, ni al enemigo que calumnia’ (…) Y mantenedme en vuestra gracia, para impetrarme la divina, de que os conceda el Señor muchos aumentos y os guarde, como le suplico y he menester. De este convento de nuestro padre San Jerónimo de México, a primero día del mes de marzo de mil seiscientos y noventa y un años. B. V. M. vuestra más favorecida, Juana Inés de la Cruz”.

@taniamezcor
FB Tania Mezcor

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