No preguntes cuántas éramos porque no te alcanzará el tiempo; confórmate con saber que nunca habíamos sido tantas, tan decididas, tan libres. Y si insistes en calcular, piensa que hubo un tiempo en el que toda la calle de Guerrero se copó de morado, de verde, de consignas, de gritos de furia, de rebeldía, de «¡Ni una menos!», de «¡Tiemblen machistas!», y que desde los balcones salían a acompañarnos, a vernos hacer historia. Eramos tantas que logramos rodear en una cadena humana toda la plaza Juárez, por fuera, sobre las avenidas Madero, Revolución y Juárez, y aún nos sobraban compañeras. Ya frente al palacio de Gobierno, gritamos los nombres de nuestras desaparecidas y nos encargamos de dejar claro nuestro mensaje: estamos indignadas y tomaremos las calles hasta obtener justicia. Estuvimos mujeres de todas las edades, niñas y adultas mayores, mujeres con discapacidad, mujeres Trans, funcionarias, políticas, activistas, estudiantes, todas trabajadoras, de todas las capas económicas, muchas de ellas mujeres que por primera vez acudían a marchar, pues la guerra contra nosotras no puede ocultarse más. Por eso, no volveremos a callarnos; no daremos ni un paso atrás hasta tirar al patriarcado por completo, hasta que al fin sea NI UNA MENOS.