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viernes, julio 26, 2024

APRENDER sin ESCUELA – Parte 2

No regresar a la escuela, una posibilidad

Hay varias familias que se han acercado a esta doula para conocer su modelo de vida desescolarizado. «La escena actual ha sido una oportunidad para analizar profundamente lo que sucedía en la educación de sus hijos en la escuela antes de la pandemia y lo que desean que suceda en adelante», comenta.

Ambas coincidimos en que muchos niños y niñas desean volver a la escuela, aunque no por la emoción de las actividades escolares. Yo misma realicé una entrevista hace poco a 13 infantes, quienes comprobaron lo que mi entrevistada dice: «los niños extrañan la socialización, la salida, las celebraciones, el entorno festivo, la parte social y divertida de la escuela».

Ella me cuenta que cuando las madres y padres descubren que sus hijos(as) extrañan eso o el aprendizaje estructurado (abrir libros, investigar, leer, lo cual es buenísimo), cuando comienzan a acompañar e involucrarse realmente, quizá por primera vez, los procesos de aprendizaje de sus hijos(as), se sorprenden para bien y para mal. Descubren que sus hijos(as) saben cosas que ellos no o que ha pasado el tiempo y no han adquirido aprendizajes básicos y sus procesos educativos son mediocres. Esto remite a la pregunta ¿Qué has aprendido en todos estos años?

«A partir de estas sorpresas y análisis de la realidad pandémica, muchas familias se están preguntando ¿Quiero que regrese mi hijo? ¿Estoy recibiendo estos beneficios por el costo invertido en la educación privada? ¿Quiero volver al frenesí de la prisa, del correr, del no desayunar juntos? Muchas preguntas muy interesantes surgen».

Los beneficios de la desescolarización

Para Doula Nacer Dignos la respuesta a esta pregunta está cargada de subjetividad, pues los beneficios dependen de los objetivos, y los objetivos de cada familia son distintos. En su caso, «el primer beneficio es la unión familiar, abordar a los hijos, tocarlos, hablar hasta cansarse, lo cual puede ser tan maravilloso o tan tortuoso como cada uno o cada realidad lo permita. Mi familia ha destinado todos sus procesos y objetivos a la desescolarización. Mi vida laboral, mis ritmos, mis ingresos y los de mi pareja combinan perfecto con la desescolarización, con estar a cargo de nuestros hijos».

Otro beneficio que Doula comparte es la transmisión de conocimientos puntuales, es decir, evitar el proceso constante de aprender y desaprender métodos según los diversos maestros a los que se ven expuestos los niños y niñas. «Ocurre con la suma y pasa con todo», dice.

«Pasa que las niñas y niños tiene que enfrentarse a las múltiples visiones del conocimiento y su transmisión. Entonces, con las sumas y con la historia, que puede ser aborda desde muchos enfoques, aprenden y desaprenden según lo que otros les dicen, pero no a partir de la selección propia del conocimiento, de la construcción de este elegida por su inteligencia, visión, valores o contexto físico, lo cual a mí me parece muy grave», señala Doula. Así se la pasan los niños y niñas desde los tres o cuatro años hasta los veintitantos, ya que cada vez menos acceden a la educación media superior.

«Quienes entran a la prepa y terminan la educación superior, habrán invertido muchos años en intentar aprender, pero cuando te entrevistas con un profesionista, sigues encontrándote que no tienen idea de su historia contemporánea ni de la escena política de su país ni de la economía de su país, ¡ni siquiera entienden la economía de su país! En el intento de enseñar, no se ha enseñado nada».

La escena actual, una posibilidad de cambio

Según Doula, esta es una zona de oportunidad grande incluso para quienes creen todavía en la escuela, de replantearse sus métodos de enseñanza. Está quedando muy claro que las consecuencias de nuestra forma de vida hiperconsumista ya están llegando a su límite. Ahora hablamos de un virus, de una enfermedad, pero cada vez será más común el tema de la calidad del aire, la radiación del sol, la falta de agua, la precariedad de la movilidad… El panorama no pinta para mejor, así que este es el parteaguas global, no sólo para que las familias se replanteen sus procesos educativos, creo que también las escuelas deben replantearse«.

Hablando de la tele-educación, Doula considera que es insostenible en México. Comenta que al parecer solamente Cuba y otros países tienen sistematizado el tema de la tele-educación y aún así tiene sus bemoles.

Ella recomienda a las familias preguntarse una y otra vez ¿Cuánto gastas en colegiaturas, uniformes, refrigerio, transporte, materiales, inscripciones, paseos? «Haz números honestos ¿Cuánto gastas en la vida escolar de tu hijo o hijos? Si tuvieras ese dinero junto en las manos y lo invirtieras en los procesos de aprendizaje de tu hijo, en seis meses ¿qué sería de tu hijo? ¿No crees que ese dinero rendiría de una forma bien distinta? ¿No crees que tu hijo o tu hija se sentiría acompañado educativa o pedagógicamente? ¿No crees que al cabo de seis meses de ver cómo aprende todo, de aprender tú con él, tendrías un proceso de aprendizaje profundo y maravilloso? ¿Por qué nos lo negamos?

El miedo al ocio

Las personas adultas, luego de ser productivas, claro, nos permitimos mucho ocio y ocio nocivo: mirar tele, salir, etcétera. «Pero los niños no, los niños rebasan las horas legales de una jornada laboral entre ir a la escuela, las actividades extracurriculares y sus tareas. El tiempo de ocio no es permitido a los niños, creo yo por la incapacidad de los adultos de adentrarnos en los procesos de aprendizaje de nuestros hijos«.

Según Doula, si nos diéramos la oportunidad de observar todo lo que aprenden nuestros hijos(as), desde que se levantan y observan el cielo, el clima, salen al jardín, miran las plantas, el comportamiento de su mascota, cómo se preguntan tantas cosas y si además valoráramos esos aprendizajes, entenderíamos que no les está faltando aprender nada. «Pero como no están leyendo un libro de Ciencias Naturales, creemos que no están aprendiendo. Pero como los papás difícilmente se sientan a leer lo que están leyendo sus hijos o a prepararse a sí mismos con respecto a las ciencias duras para compartírselas o complementar el aprendizaje de sus hijos, entonces viene el terror ¿Qué pasa si dejo que juegue todo el día? ¡Se va a hacer un bruto un tonto!»

Coincido con Doula Nacer Dignos: ignoramos que el juego es un proceso de aprendizaje brutal. «Con el juego los niños aprenden reglas sociales, conductuales, se ponen a prueba sus principios, sus escrúpulos, aprenden lenguaje, reglas, matemáticas, geometría. Sí creo que hay un terror de los padres y madres, especialmente porque piensan que a sus hijos se les está olvidando lo que aprendieron en la escuela». Pero no es así. Como dice el dicho «Lo que bien se aprende, no se olvida». «Si los niños están olvidando cosas, es porque no las habían aprendido realmente sino que las habían memorizado, que no es lo mismo«, apunta Doula.

Para aprender, es primordial la confianza, no la escuela

Me dice que, si padres y madres tienen miedo de que sus hijos(as) no vayan a la escuela, es porque no entienden ni confían en los procesos del aprendizaje; porque no entienden ni confían en que sus hijo(as) son capaces de aprender.

Para quitar estas telarañas mentales, habría que recordar cómo antes de ir a la escuela, las niñas y niños aprenden un lenguaje materno sin la instrucción de un maestro; cómo aprenden a caminar, jugar, autorregularse, todo entre los cero y cuatro años.

«Antes de que el niño entre a la escuela, ya aprendió conceptos de manera natural: qué es el ruido, qué es el silencio, el agua, el tiempo, qué es comer, amar… todos estos procesos de aprendizaje enormes, profundos y simbólicos los tienen sin haber pisado un aula. Nos falta confianza en nuestras propias capacidades para aprender, por eso hay tanto miedo«, señala Doula.

Homeschooling, una opción para quien busca autonomía

«Lo que actualmente se está haciendo en las casas no es homeschooling, es una crisis social y de salud. Los intentos bien intencionados en algunos casos, por continuar el aprendizaje de los niños en sus casas, no me parecen tan malos», afirma Doula, quien además precisa que la educación en casa o homeschooling se diferencia de la educación sistematizada principalmente por la propia selección de la currícula.

«Mientras estemos inscritos o comprando una currícula, no hay autonomía; vamos a seguir esperando que alguien sea el proveedor de la educación de nuestros hijos. Y está bien para quienes les funciona, pero no debe confundirse el homeschooling con lo que está sucediendo», precisa.

Para quienes piensan que después de esto no quieren volver a la escuela, Doula Nacer Dignos recomienda prepararse sin romances, sin ideas sin fundamento, no idealizar. También es necesario que los padres y madres se preparen a sí mismos. «Un padre no puede hablarle a su hijo de autonomía educativa si él no la ejerce. Una madre que quiere decirle a su hija ‘Ahora te toca asumir el rol protagónico de tu educación’, es una madre que tiene que asumir el rol protagónico de su propia educación».

Para finalizar, Doula quiso compartir algunos títulos para aquellas familias que se estén planteando desescolarizar: La máquina de los niños. Replantearse la educación en la era de los ordenadores de Seymour Papert; La sociedad desescolarizada de Ivan Ilich y El niño, el secreto de la infancia de Maria Montessori.

Por mi parte les sugiero Más allá de la escuela. Se trata de un compendio de experiencias e investigaciones en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, México y España acerca de quienes han elegido la desescolarización y el aprendizaje comunitario. Este libro es una invitación a explorar formas de educación que valoren la infancia como etapa fundacional en la vida, así como a buscar caminos que conduzcan a una vida más autónoma.

También les sugiero mirar esta entrañable y profunda entrevista al escritor André Stern, autor de Yo nunca fui a la escuela.

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