PACHUCA — En física, cuando dos fuerzas están en tensión, lo que evita el desastre es un factor de equilibrio. Así, por ejemplo, una bola de demolición no se estrella sobre el piso porque hay una cuerda briosa que la sostiene. Y en un PRI a punto de la ruptura, el elemento de cordura fue, y siempre fue, Julio Valera Piedras.
Fue él quien en dos ocasiones reunió al presidente nacional priísta, Alejandro Moreno, con el gobernador Omar Fayad. La primera vez, en los preparativos para la toma de protesta del Comité Directivo Estatal y la segunda, este sábado 8, un día antes del registro de Carolina Viggiano como precandidata a la gubernatura del Estado. Fue él quien mantuvo una posición equilibrada cuando los ánimos estaban más caldeados. Valera logró reivindicar el derecho del priísmo local a participar de la decisión por la candidatura, al mismo tiempo que reconocía la autoridad de la dirigencia nacional. Fue él quien anunció el acuerdo final entre “Alito” y el jefe del PRI en Hidalgo. Y lo logró cuando el escepticismo arreciaba; a centímetros del derrumbe.
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Por eso, su discurso fue de los más (hay quienes apuestan a que fue el más) aplaudido durante el registro de Viggiano Austria. En dos, tres y hasta en cuatro ocasiones, recogió los vítores del priísmo congregado. De la misma manera, consiguió aplausos para el gobernador Omar Fayad y hasta una porra que, puño en alto, secundó la aspirante aliancista. De frente a ella, Valera Piedras disipó las dudas sobre la adhesión del Partido que dirige. Y de su boca salió la más nutrida de las ovaciones hacia la precandidata, afirmando que se convertiría en la primera gobernadora en la historia de Hidalgo. En efecto, no podrían existir recelos sobre su papel. El dirigente tricolor es el máximo factor de unidad en una alianza que, hasta este domingo, parecía inconcebible.
Lo que resta de cara a la elección, es que él conduzca desde su posición la campaña del PRI. Ha tomado tal fuerza que nadie podría sustituirlo durante la que será la más grande de las elecciones en la historia de Hidalgo. Tiempos difíciles requieren líderes fuertes. Y si el Revolucionario Institucional aspira a triunfar, necesitará de la conducción de Julio Valera.