Morena arrasó en las elecciones del 2 de junio en Hidalgo, ganando todo el Congreso local, todas las diputaciones federales y el Senado, además de 54 de los 84 municipios del estado, esperando los triunfos que se sumen tras las impugnaciones en aquellos Ayuntamientos donde la diferencia es menor a los votos nulos.
Mas no se trata sólo del avasallamiento de Morena; también, de la humillación al PRI de Carolina Viggiano Austria que obtuvo el peor resultado en su historia. Aunque peor es poco, ya que sólo ganó uno, uno de los 84 municipios, perdiendo al mismo tiempo en todas las elecciones en todos los distritos, incluida la suya al Senado de la República por dos a uno.
Al mismo tiempo, Morena alcanzó y supero la meta propuesta de un millón de votos siendo la cuenta más alta para un partido político en la historia del estado.
Estos resultados por demás contundentes echan abajo los augurios de algunos que suponían que en Hidalgo habría voto dividido por las inconformidades de algunos que se quedaron fuera de las candidaturas. La fuerza de los llamados «fundadores» resultó chisguete pues, incluso al haber apoyado a otros Partidos, no obtuvieron ni el diez por ciento de los sufragios.
Este triunfo es un triunfo del gobernador Julio Menchaca quien se afianza como el líder indiscutido de la 4T en el estado. De modo que quienes colocaban las pasadas elecciones como un plebiscito adelantado de su gestión, ahora pueden calificarlo con diez pues, además de ganar todo, hundió a una oposición que está por desaparecer.
Surge, pues, el menchaquismo como un hecho político, sobre todo en el Congreso local, donde el mandatario colocó a todas sus piezas para hacer pasar las reformas e iniciativas necesarias para construir la cuarta transformación en Hidalgo, incluido el Plan C.
