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miércoles, octubre 22, 2025

El río que separa la vida: comunidades de Tlahuiltepa exigen el puente vehicular de Lázaro Cárdenas

TLAHUILTEPA –  El rugido del río se ha convertido en el sonido más temido para las familias de Lázaro Cárdenas, en el municipio de Tlahuiltepa, Hidalgo. Cada temporada de lluvias, el cauce crece con furia, arrastrando no solo piedras y troncos, sino también la esperanza de cientos de habitantes que desde hace años claman por un puente vehicular que les permita cruzar con seguridad.

La tormenta provocada por el ciclón Priscilla volvió a poner en evidencia la precariedad y el abandono en que viven decenas de comunidades de la sierra hidalguense. Esta vez, el reclamo no vino en forma de oficio o reunión, sino de un video grabado entre la lluvia y el lodo, donde hombres cargan a una persona enferma sobre sus hombros. No hay ambulancias, no hay camino, no hay puente. Solo la fe de que su mensaje llegue a quien pueda escuchar.

“Esperemos que este video llegue al señor gobernador. No lo hacemos con otro fin más que pedir ayuda. Urge el puente vehicular en Lázaro Cárdenas”, dice una voz entrecortada por la respiración y la indignación. “Una persona está grave. Vamos a llevarlo hasta San Andrés Miraflores… el río está crecido, es impresionante cuánto sube y no tenemos una respuesta.”

El trayecto, que en condiciones normales tomaría minutos, se convierte en una odisea de más de dos horas entre cerros, arroyos y lodazales. Mujeres, hombres y jóvenes improvisan camillas y cuerdas para sortear el cauce. La imagen resume una tragedia que ya no se puede esconder: la falta de infraestructura básica condena a la población a enfrentar la naturaleza con las manos vacías.

“Llevamos años gestionando el puente —dicen los vecinos—, años de promesas, años de indiferencia. ¿Qué más tiene que pasar para que nos escuchen?”

El puente de Lázaro Cárdenas no es solo una obra pendiente: es la diferencia entre la vida y la muerte para cientos de familias que dependen del acceso hacia las comunidades de Tamichapa, San Andrés Miraflores y Cerro Carga, donde los servicios médicos y el abasto dependen del paso del río.

La contingencia provocada por Priscilla ha dejado al descubierto un reclamo histórico que exige sensibilidad y acción inmediata. No se trata de un capricho ni de una solicitud nueva: es una deuda social que pesa sobre los hombros de una región que, pese a la adversidad, sigue resistiendo con dignidad.

“¿Qué tragedia más tiene que suceder?”, pregunta la voz al final del video.
Una pregunta que hoy retumba con fuerza en la Sierra de Tlahuiltepa… esperando respuesta.

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