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viernes, marzo 29, 2024

CARGA MENTAL, otra VIOLENCIA contra MUJERES en el CONFINAMENTO

Las mujeres dedican el sesenta y cuatro por ciento de su tiempo a las tareas del hogar, por las cuales no reciben remuneración económica, según cifras emitidas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2019.

Con esa cifra se demuestra que las mujeres tienen toda la carga mental de los quehaceres del hogar y crianza de los y las hijas; lo cual, durante esta cuarentena, para muchas se ha triplicado.

Platicando con algunas mujeres, que tienen hijos o hijas menores de seis años, narraron que suele ser muy complicado dividir las tareas con sus parejas, pues, aunque ellos están dispuestos a ‘ayudar’, siempre están pidiendo apoyo para terminar los deberes.

María nos cuenta:

“Regularmente, mi pareja decide lavar los trastes, pero durante el tiempo que lo hace siempre me está preguntando cosas: ‘guardo esto en el refri’, ‘esta comida aún sirve’, ‘donde dejo esto’, ‘cómo hago aquello’. Y, al final, termino dejando lo que estoy haciendo para terminar de ayudarlo, porque simplemente no me concentro y me quita más tiempo”.

Para Ana, la situación es básicamente la misma:

“Tengo un bebé de meses, le pido a su padre que la cuide en lo que yo trabajo un rato, pero a cada rato escucho: ‘ya se hizo pipí, ¿le cambio el pañal?’, ‘está llorando, ¿le doy leche? ¿Cuántas onzas?’, ‘ya le toca la medicina, ¿se la doy?’, cosas que para muchos podrían ser de lógica, pero que, al parecer, a los hombres se les complica y esas pequeñas interrupciones ocasionan que no me pueda concentrar”.

Ana aceptó que tuvo que pedir ayuda psicológica:

“La situación me estaba sobrepasando porque era cubrir trabajo por fuera, negocio propio, actividades escolares y administración de la casa, más labores de limpieza y comida, era agotador. Esta semana hemos logrado establecer un horario y hay vacaciones en la escuela, así que ha sido más llevadero”.

Adriana tiene tres hijos de nueve, siete y cinco años y, aunque ellos son autosuficientes y no necesitan vigilancia constante, las tareas se han convertido en un campo de guerra.

“Mi pareja tiene que salir a trabajar, no puede quedarse en casa, así que básicamente estoy sola, y aunque mis hijos se pueden medio alimentar solos, hacerlos que hagan la tarea se ha convertido en una pelea constante, ahorita estoy aliviada porque es periodo vacacional, pero te juro que estoy a punto de dejarlos perder el año, pues simplemente no puedo”.

[TE RECOMENDAMOS LEER: CUARENTENA DISPARA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES]

Para Adriana, los días de descanso son todo menos un tiempo para descansar; son un caos:

“Me tengo que levantar a darles de desayunar, obligarlos a comer, después sentarlos en diferentes partes de la casa para que hagan sus labores escolares, mientras medio recojo la cocina, pero cuando me doy cuenta ya están jugando o peleando entre ellos o ya tuvieron alguna ocurrencia, y pues debo poner orden, revisar sus tareas, sentarme a trabajar un rato, y cuando veo ya es la hora de la comida, ahorita estoy cocinando cosas muy básicas y sencillas, pero es complicado que coman, después supervisar que se bañen, que cenen, que mantengan un horario, sinceramente todo esto se ha convertido en un caos, y pues definitivamente mi pareja no ayuda en nada, ni siquiera el día que le toca descansar y ese día paso de tres a cuatro hijos corriendo atrás de mi porque tienen hambre, la comida es lo que más me quita tiempo”.

La cuarentena ha sacado a flote el trabajo excesivo que tienen las mujeres, pues las triples o cuádruples jornadas que mantenían se han sobrecargado.

“Yo ya opté por no limpiar la casa, solo mantengo el baño y la cocina limpios, porque, aunque mis hijos pueden ayudarme a limpiar, el encierro los está haciendo muy creativos para las travesuras y darles una escoba se puede convertir en una tragedia, entonces solo estoy haciendo lo necesario”, dice Adriana.

EL ARGUMENTO ‘FRANCO ESCAMILLA’

Al platicar sobre esta situación con algunos hombres, muchos de ellos están conscientes de la situación, pero se respaldan diciendo: “es que a mí nadie me enseñó”, “mejor pregunto, que tal si me equivoco”, incluso hubo quien citó un monólogo del comediante Franco Escamilla, “nos tienen que dar órdenes directas, qué quieres y para cuando te urge, porque los hombres somos como una computadora, hacemos lo que tú quieres, una cosa a la vez, tú le dices a una computadora imprimir y se queda quieta, le das Enter y lo hace, así somos los hombres, órdenes directas”.

“Yo ayudo en lo que me pidan, si me dicen lava los trastes, los lavo, pero luego se enojan porque no guarde lo que sobraba de la comida y no lave esa olla, aún tenía comida, y pues eso no me lo pidieron, nos tienen que dar indicaciones precisas”, argumenta Toño.

Sin embargo, las mujeres que decidieron contar sus historias explican que no pueden dar ‘órdenes directas’, “nosotras resolvemos conforme suceden las cosas; en mi caso, si mi pareja decide hacer de comer, soy yo la que tiene que pensar que hay en el refrigerador, qué y cuánto tiene que comprar, y aunque él realiza la actividad, volvemos a lo mismo, siempre están preguntando dónde están las cosas, cantidades, y empezamos otra vez ese círculo, o va a la tienda, y si no hay lo que le pedí no puede resolverlo y regresa sin el producto o me está marcando por teléfono”, cuenta María.

Todas las mujeres que decidieron narrar sus historias concordaron en algo: “tener que dejar de hacer todo, si ellos deciden ayudar dejar que aprendan a resolver o nunca vamos a lograr quitarnos esta carga mental que tenemos sobre los hombros y que hoy nos está agotando de más”.

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