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viernes, abril 19, 2024

Cuaderno de agua

Apuntes y algunas claves para leer. Cuaderno de Agua. Poemario de Jorge Solís Arenazas

El ideal contemporáneo de las artes se relaciona con la individualidad, ya que, es a partir de uno, que la experiencia cognoscitiva puede explicar los fenómenos de la creación.

Es común que los poetas jóvenes de todas las épocas tiendan, en busca de esa quimera llamada originalidad, a fantasear sobre un estilo puro, jamás visto y de una maquinaria tan compleja que sólo su creador pueda activarla.

Por Ramsés Salanueva Rodríguez

El alejamiento de la tradición es un efecto natural de esta búsqueda, pues en pos de un acendrado expresionismo se sacrifica la función comunicacional del poema.

Pocos son los que logran conciliar estas fuentes originales. Sin duda que la obra de Rimbaud, por mencionar un lugar común de lo que digo, ilustra con detalle lo que refiero.

Suceso similar acontece en la opera prima del poeta Jorge Solís Arenazas, Cuaderno de Agua, poemario ganador del certamen de poesía joven Elías Nandino 2006, y que recién ha publicado la editorial Tierra Adentro.

Sabemos que este libro que destaca por esa individualidad creativa de la que ya hemos hablado, es producto de una crisis de salud con un cuadro de insomnio y alucinaciones que aquejaron al poeta.

El insomnio es un desorden del sueño, el insomnio es el catalizador de la vigilia, la vigilia es el camino donde ascetas y malditos buscan la verdad, o al menos una interpretación de ella.

Cuando abrí las hojas de Cuaderno de Agua, tuve la visión de caminar en una sala de espejos, flanqueada por una prolongada arboleda.

El primer capitulo del poemario se titula, Tabula Rasa, la mente zen de la no idea, el tránsito de las cosas sin precisar su significado, mantener la mente en blanco no es fuga, sino dominio del pensamiento.

Lo que ves es todo lo que es. El ojo es todo lo que hay El hay generalmente indica señala o advierte A veces representa realiza reacciona reitera…

Estos versos corresponden al poema 1 del compendio. Nos parece que la primera clave de la reflexión poética de Solís Arenazas, se descubre.

El interés del poeta es orden teológico, y anatómico. René Guenón en su estudio sobre los Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, advierte que en la tradición judeo-cristiana -el ojo que todo lo ve- representa la vigilia del divino. “Desde el punto de vista del triple tiempo, (señala Guenón), la luna y el ojo izquierdo corresponden al pasado, el sol y el ojo derecho al porvenir; y el tercer ojo, al presente, es decir, al instante indivisible que, entre el pasado y el porvenir, es como un reflejo de la eternidad en el tiempo”, precisa el filosofo francés.

Por otro lado, de manera orgánica, el ojo es la victima inmediata del insomnio y la lente donde las visiones poéticas primeramente se recrean.

Poema 6

a

El ojo ve lo que es también en su inversión.

anverso y reverso quebrantan el habitar

del signo: el ojo es lo que ves: ojo siempre,

ojo en ambas dirección de la vista.

su ruta palindrómica lo asfixia:

el ojo no es todo lo que ves:

es/ fugacidad del aparecer.

Después muere renuncia:

El ojo ya no es un ojo ni otro ojo.

Pero encontramos otro significado, el ojo del corazón, en su representación jeroglífica representa un germen contenido en el corazón asimilado simbólicamente a un fruto en el sentido del macro y microcosmos.

La virtud palindrómica de la palabra ojo, enseña al poeta que la letra en si es transmutable en sus significados. De ello da cuenta el poema 8.

El ojo también se escribe al revés

Para ello, nuestro autor recurre a la figura del castor, Simulacro de la imagen, la raíz/ deletrea todas las esquinas sin resolver”. Aquí la palabra deja de ser un signo para transformarse en un referente de la realidad aparente, pues con ella también puede escribirse Trocas. “Talar el árbol –abedul. Amante, olmo- /separa los días de los hombres. En trocadero se permite al revés: Talar lo que se tala sólo con el ojo”. y Costra. “El residuo de un tiempo no mueve/ las letras, no altera el lugar de su equilibrio”.

El primer acercamiento a este extraño libro de poemas nos plantea obligadamente una pregunta, de dónde surge la voz inédita de este poeta. Qué es esta poesía.

«En mi proyecto de escritura descubrí que la poesía, más que buscar una trascendencia tenía que ver con los límites del lenguaje en el mundo formal. Me interesó el silencio, lugar donde el lenguaje no puede llegar y que para mí representa una enseñanza sobre los propios límites y nuestra finitud». Declaró nuestra vate a José Lara, reseñista literario del programa Tierra Adentro.

Las relaciones del insomnio y el silencio son evidentes, el sigilo viaja en el interior psique mediante vibraciones de baja frecuencia.

Es el sonido agudo de la hipertensión, es la profundidad del eco más oscuro de la noche.

El siguiente apartado se denomina Debajo del Muñón del Pulpo y es la única relación literal que existe con el elemento que la da nombre al poemario.

Arenazas se refiere al mar, como “Una puerta siempre abierta/ sin posibilidad de muros”. Y luego aparece nuestro sustantivo, “Nada sino la fluctuación del pulpo/ apenas su tinta respirando/ margen de sí la ausencia de la pared que lo sitúe/ una puerta -siempre cerrada-/ que no halle su agua y sea su fluctuación/ La misma piedra desprendida/ El muñón del pulpo/ el muro en sí/ y el mar como margen de su tinta/ respirando agua”.

En este poema es difícil saber dónde empieza la tradición y dónde se agrega la vanguardia.

El poema es una repetición de la imagen seguida de su movimiento. Una escena fractal que avanza en el espacio a partir de la clonación de sus elementos.

No extraña saber que el pulpo es el invertebrado acuático con mayor inteligencia. Tal vez sea esta una animación del hombre primigenio.

Para la tercera parte, el autor eligió como título la palabra “Escolios”, vocablo que sirve para nombrar las introducciones que se escriben acerca de textos antiguos.

La sección se encarga de la metafísica, de las limitadas posibilidades del ser, y la irremediable perdida del tiempo. Arenazas reconoce que está inspirada en la lectura total del escritor de los Cantares, Ezta Pound.

¿Qué puede alcanzar la orilla de ese árbol si las cosas

no poseen un centro? Si la fronda se mueve, no es el

viento quien la agita: algo la muerde por dentro. No

la sacuden la pagina en su espera, ni los trabajos en la

sima del nombre y el lugar. Tampoco la separación

donde sus elementos dicen “Yo” ante la pregunta.

Ni porción ni ser sus frutos: sesgada la lectura desde

el cuerpo, la pagina deviene sin memoria.

El presente perpetúo, se reconoce en el último texto del discurso. A dónde vamos cuando no se tiene memoria ni perspectiva del porvenir.

:no sé –excepto por la parte inferior- si la pagina

permanezca en su blancura. No sé si exista el espacio

sin alteración. “Ayer leí que este tiempo ya era pasado”.

No lo sé, no conozco este tiempo, no conozco otro

tiempo, no conozco la pagina, nunca he visto la historia…

Nos responde en su poema el escritor.

Conviene decir que la estética en la obra de Solís se supedita a la razón, y a la vez “está en contra de la falacia del poder adánico que nombra al ser”.

«Desconfío de los poemas que dan la impresión de que el lenguaje y el ser son puros, inmediatos, asépticos. Este tipo de lenguajes pueden funcionar desde una perspectiva estética pero la poesía no puede circunscribirse únicamente a ello», expresa el poeta y agrega: «No queremos una realidad más linda, sino una realidad más extraña e intensa» señala el autor.

La sustancia medular de Cuaderno de Agua, es el tercer discernimiento simplemente nombrado Cuaderno se desarrolla en el lago de Xochimilco..

Ahora nos ocuparemos del otro símbolo que define la escritura de Solis Arenazas, el árbol.

Designado por los místicos como el “eje del mundo”, diversos árboles crecen en los parajes interiores de este creador.

“Ayer piedra dice un álamo”, Más arriba

un chachajo dice “Augur es el lugar” “Piedra aún

grita el Ahuizote. No existe hiato desde la rama.

Nada que lea fatiga en la corteza…

De nueva cuenta nos remitimos a los Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, de René Guenón, también conocido al final de sus días como el sufi egipcio Abdel Wahid Yahia.

Dice Guenón, que Ananda Coomaraswamy, otro ocultista de renombre de origen indo-inglés, que las raíces del árbol representan el principio, mientras que las ramas representan el despliegue de la manifestación.

En su estado axial, el árbol conecta con sus ramas al cielo, es decir la esfera espiritual, con el plano terrestre, la conciencia humana, a través de sus raíces, que por cierto se introducen en el bajo mundo para afianzar su estatura. Esta es una representación del macrocosmos.

En lo más recóndito de un álamo //el centro

escardado de su médula// se forma otro

remolino con las paginas arrancadas a un cuaderno

sitio de la imposibilidad de las presencias…

“El árbol invertido simboliza el microcosmos, es decir un símbolo del hombre”, apunta Guenón.

Platón dice en el capítulo 89 del Timeo, que “el hombre es una planta celeste” lo que significa que es como un árbol invertido, cuyas raíces tienden hacia el cielo, y las ramas hacia abajo, hacia la tierra.

Parecer ser que en Cuaderno de Agua, Arenazas llegó a esta conclusión: Los árboles son estalagmitas cuya tinta se resuelve en el silencio. Señala al final de uno de sus poemas.

En otro de sus textos, Solís no deja dudas sobre la imperiosa reflexión que le causa este símbolo.

Un fragmente del poema dice así:

Un tronco bebe tiempo, emprende el retorno.

La hojas han sido arrancadas para formar un diapasón.

En este instante me sé una glosa de la piedra, aunque la sombra del árbol

me dé luz. Me pregunto que forma tienen al anochecer los árboles/

si existe la noche fuera de ellos. Veo un florilegio de imágenes rotas donde el sol yace/

en el momento que se rompe el sol y deja retazos de luz reunidos bajo la forma de

sauce.

Este otoño ha traído más olvido y presencio la demolida luz que dejará la marcharse

Pero no me atrevo a que esta sea la última frase, aunque el silencio exige senas para

escapar no se si de mi traquea o de una serpiente que ignora la existencia del árbol

del bien y del mal.

El símbolo de la serpiente enrollada alrededor del árbol es antiguo y nos refiere el entorno de la espiral, el eterno retorno.

La dirección en que la cabeza de la serpiente se puede encontrar de muestra su poder dual, si es de manera ascendente, hacia los estados superiores, o bien descendente, hacia los terrenos subyugantes, estos son los dos aspectos del simbolismo de la serpiente, benéfico uno y maléfico el otro, explica en Guenón en su libro El simbolismo de la cruz.

No hablaremos aquí de todos las aplicaciones simbólicas del árbol, sólo hemos destacado algunos casos concretos de su presencia en la poética de Solís Arenazas.

En este movimiento se presenta otra apertura;

se presencia el advenimiento de una frase que había estado

oculta, esperando que//

No hay nadie; sólo son los árboles.

Así concluyen las revelaciones de este libro secreto, labrado con el mismo vacío que sustenta la madrugada, y también con la luminosidad que surge de la concepción de las ideas.

Como antes lo señalaron sus reseñistas, Cuaderno de Agua se relaciona por sus rasgos verbales con Canto para un dios mineral, de Jorge Cuesta y también con Variaciones sobre un tema, de Mallárme, del cual leemos el siguiente fragmento que ilustra perfectamente el -ars poética- de Solís Arenazas.

“La obra pura implica la desaparición elocutoria del poeta, que cede la iniciativa a las palabras, por el choque de su disparidad movilizada: se encienden con reflejos recíprocos como virtual reguero de luces en la pedrería, reemplazando la respiración perceptible en el antiguo aliento lírico o la entusiasta dirección personal de la frase”.

Solís ha dicho que con este libro intentó recuperar la tradición poética de las vanguardias del siglo XX. Intento que nos parece bien logrado.

Algo sorprendente si se toma en cuenta que Solís Arenazas es un poeta autodidacta, que nunca asistió a un taller literario.

Menciona el poeta que la persona que le despertó la inquietud poética fue su abuelo Modesto Solís, un viejo sastre y un maestro de la conversación.

«Al escucharlo, desde pequeño, empecé a configurar mi mundo desde la dimensión verbal», señaló el poeta.

Dejemos pues al creador hacer su trabajo, dispongámonos a escuchar su poesía y que hay salud y gloria para los que hoy estamos aquí reunidos. Gracias.

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