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viernes, julio 26, 2024

Otra teoría sobre la felicidad

por Viridiana Quintero / DESDE ABAJO

El origen del conocimiento humano se ha indagado desde que el hombre comenzó a cuestionarse a sí mismo el sentido de su existencia y ciertamente desde entonces dejó de ser feliz. Si éste razonamiento es cierto, entonces la lógica nos llevaría a pensar que la búsqueda del conocimiento y el conocimiento mismo, los cuales son inherentes a todo ser humano, es lo que lo aleja de la felicidad, entendida ésta, desde un punto de vista subjetivo, como un estado de ánimo dónde los cuestionamientos han desaparecido, las preocupaciones no existen y las pretensiones se han cumplido.

Es decir, si por naturaleza humana el hombre tiene la necesidad de cuestionar su existencia y la de su entorno entonces es su propia naturaleza la que le impide lograr un estado de armonía, o ser feliz.

La felicidad, igual que otros conceptos del desarrollo humano, es abordado en las reflexiones existenciales de poetas, filósofos, pensadores y hasta ha sido objeto de investigaciones científicas como la realizada en La Universidad Erasmus de Rótterdam de Holanda en cual con una base de datos llamada «World Database of Happiness», se busca cuantificar el grado de felicidad de 143 países, sin embargo, hablar de ella no nos ha llevado a ningún concepto que pueda generalizar la idea de felicidad que unos y otros tenemos.

Por ejemplo; hoy en día somos constantemente bombardeados de información, conceptos, ideas y estereotipos que corresponden a visiones falsas de la realidad en la que vivimos y más aún, que obedecen a intereses de terceros en busca de ciertas reacciones de las masas para validar lo corrupto o arbitrario como sucede en el ámbito político-público, y desde esa apropiación y entendimiento de nuestro entorno podemos idealizar falsos conceptos de felicidad.

Se habla siempre de felicidad como un objeto final, como algo que ha de llegar después de hacer, tener o entender, es decir, desde la ética de Aristóteles hemos entendido y propagado la idea de la felicidad como un premio, como un fin de todo lo malo, alcanzar el estatus máximo de cada uno, sin embargo, es improbable que todos tengamos siquiera una meta por alcanzar y desde ese punto, considerando la diversidad del pensamiento humano, tendríamos que entender a la felicidad como un medio, como un todo que nos mueve, a cada uno y por separado, a vivir y ver la vida desde una perspectiva interna y propia sin importar cuál sea y sin importar en qué se base.

Desde ese razonamiento podemos entender entonces que el hombre ha sobrevalorado el concepto de felicidad y que al mismo tiempo a sacrificado la posibilidad de alcanzarla para engañarse a sí mismo con una búsqueda absurda de una idea utópica que según el tiempo y el espacio va cambiando y se hace cada vez más pretenciosa, irreal y además alejada de toda condición natural humana.

Nota:

La palabra –*cronopio- es una alegoría que caracterizó la literatura de Julio Cortázar. Como admiradora de su obra y como idealista que soy, se me ocurrió usarla en femenino; cambiando la -o- por la -a- , para nombrar a la columna con la que semanalmente colaboraré y en la que, entre otras cosas, hablaré de filosofía, medios y política.

( * Los poetas sueñan, desde el fondo de su sangre, una sociedad poética colmada de Eros y libertad; y el cronopio es el ciudadano de una sociedad de ese talante, es una clase social o estado del espíritu que permite hacer de la poesía una conciencia real dentro de un espacio y tiempo determinados. El cronopio es la oportunidad que se da el hombre para hacer de su sociedad una obra de arte, un poema genial, conciencia de la necesidad de ser poetas como colectividad y como humanidad. www.homestead.com/grancronopio/cronopi… – 180k)

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