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jueves, abril 18, 2024

La educación para los medios como antídoto de manipulación

por Viridiana Quintero / DESDE ABAJO

Cotidianamente estamos expuestos a todo tipo de juicios y valoraciones. Juzgamos y nos juzgan en base a diferentes perspectivas y a partir de ellas clasificamos.

Los juicios, precipitados o no, que hacemos en base a nuestra experiencia y conocimiento son parte de nuestros referentes culturales y del entendimiento que tenemos.

Al poner en práctica esos referentes culturales categorizamos en automático el entorno social; información, arte, ideas, estilos de vida, personas, etc. Y es ahí cuando somos presa fácil de la subjetividad de nuestros juicios y muy poco libres para entender y respetar.

Categorizar, es decir, dar nombre individual y coyunturalmente, es la operación mental mediante la cual se conecta una imagen o idea a una noción prototípica dentro de un inventario de nociones individuales que pueden tener o no un sustento empírico o científico.

La forma en la que interiorizamos y creamos estereotipos, define, en cierta medida, la percepción y la proyección de ideas. En este proceso de formación de conceptos los medios de comunicación juegan un papel importante como creadores y difusores.

En México los medios electrónicos, los de mayor impacto y difusión, están monopolizados y apuestan por contenidos vulgares y homogéneos. La falta de alternativas inhibe el derecho a elegir y la falta de educación para la recepción de los mensajes mediáticos imposibilita el sentido crítico de las audiencias.

Sin diversidad no hay elección y sin educación para los medios el receptor es pasivo, infértil y más susceptible a la admisión de estereotipos culturales que intervienen en su vida diaria: amor, felicidad, belleza, éxito, etc.

La llamada educación para los medios hace hincapié en proporcionar a las audiencias una lectura crítica de los mensajes mediáticos. Es educar al público para que cuestione el papel de los medios, para que tome conciencia de su exposición a los mensajes que éstos trasmiten.

La educación para los medios es una medida preventiva. Prevenir, sobretodo en niños y jóvenes, la confusión y la manipulación; separar la realidad de la ficción.

Sin embargo, señalar a los medios de comunicación como únicos responsables de la formación de estereotipos sería erróneo, todos alimentamos un sinfín de clasificaciones socioculturales con las que destacamos diferencias entre unos y otros. La comparación social divide y confronta.

El peligro de categorizar y dividir es la intolerancia. Entre más diferenciación cultural y social se distinga habrá más divergencia y más agresión. Una sociedad que señala a sus minorías crea odio y rechazo.

En países como España y Canadá la educación para los medios existe desde la década de los años veinte. En el caso de México atender a la necesidad de educar a las audiencias es tan urgente como imposible. Los medios de comunicación están monopolizados y los concesionarios son manejados por el poder político no se puede hablar de democracia y la educación para los medios parece un sueño lejano.

En México la alternativa es la participación ciudadana, en el caso de Canadá propició la inclusión de la educación para los medios en escuelas y hogares, pero sobretodo olvidarnos de los estereotipos sociales para ser más libres e incluyentes.

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