Friedrich Nietzsche es el autor de las dos cartas de Navidad que se presentan a continuación. Desde el punto de vista intelectual, corresponden a la etapa inicial y a la final de su trayectoria. En la primera carta, el joven de diecisiete años escribe a su hermana desde el internado humanístico de Pforta. Tan sólo algunos meses más tarde, Nietzsche presentará a sus amigos Gustav Krug y Wilhelm Pinder, con quienes ha fundado el círculo cultural Germania, sus primeros ensayos filosóficos: Fatum e historia y Libertad de la voluntad y Fatum. Estas obras contienen ya algunos de sus argumentos centrales contra el cristianismo, de manera que el valor que la Navidad conserva para el joven Nietzsche reside más bien en lo que esta festividad significa “en este mundo”: la alegría de la celebración, del encuentro con su madre y su hermana y, sobre todo, de dar y recibir regalos. La otra carta fue escrita por Nietzsche a los cuarenta y cuatro años de edad, poco menos de dos semanas antes de su crisis de locura en Turín, que se puede ver anunciada en el tono delirante de grandeza. Es su última carta con motivo de la Navidad, pero ésta ya no es más que una convención. Como lo hace cada año, Nietzsche envía un saludo a su madre, cumpliendo con la costumbre de transmitir buenos deseos a los allegados en esta época. La palabra “Navidad”, sin embargo, apenas es mencionada por quien ya se sabe “filósofo del martillo”. Se han desvanecido incluso las alegrías mundanas. Nietzsche sólo asocia a la festividad una medida temporal, la proximidad del cambio a un nuevo año, para anunciar que éste estará marcado por la grandeza de su tarea.
[Pforta, finales de noviembre de 1861]
de tu hermano
Querida Liese.
Puesto que hace tiempo te debía una carta, quiero escribirte ahora una muy buena de verdad, si es que mi tosca pluma no me lo impide. Probablemente no te podré distraer más que con Navidad. Pues de nuevo es ése nuestro pensamiento favorito y lo ha sido
todos los años por esta época. Entonces imagínate con toda placidez una de mis primeras noches de vacaciones en la que, sentados con o sin lámpara en el cálido salón, nos contamos mutuamente nuestros deseos. Entre tanto, al otro lado, mamá y la tía Rosalie se dedican a labores misteriosas y
–nos ponemos a espiar
cuando intercambian palabras secretas;
y un rumor desacostumbrado,
a veces un susurro, a veces un crepitar,
nos hace ansiar los prodigios,
y este mecerse fantasmal,
una y otra vez flotando hacia allá,
nos hace estremecer
etc.
Espero que todavía no estés tan decidida en cuanto a lo que deseas como para que no pueda al menos proponerte algunas cosas para que lleguemos a un acuerdo. He apuntado una gran cantidad de libros y obras musicales deseables y quiero comunicarte algo de ello. Entre las últimas, por ejemplo, me parece que se ajusta muy bien a ti una obra de Schumann, el mismo que compuso el cristal roto1. Se trata de los más hermosos de sus lieder: “Amor y vida de mujer” con poemas de Chamisso2, y debe costar unos 20 florines suizos. También el texto es muy hermoso. En cuanto a los libros, te puedo recomendar, en primer lugar, dos obras teológicas que nos van a interesar mucho a ti y a mí. Yo mismo escuché a Wenkel3 alabarlas personalmente, lo cual seguramente es significativo para ti. Ambos son de Hase, el famoso profesor universitario que vive en Jena, el más profundo defensor del idealismo racional, a cuya cátedra estuve a punto de asistir en una ocasión: Das Leben Jesu (1, 6) es uno de ellos; y el otro, una historia de la iglesia (2 táleros, 6)4. Ambos, o mejor, cada uno más o menos 1 [tálero] 15 florines suizos. Escríbeme si quieres que te dé la dirección particular. ¿O tal vez quisieras que uno de tus deseos fuese un libro inglés? Yo en tu lugar leería sin duda alguna a Byron en inglés, que cuesta 1 tálero 25 florines suizos. Te podría seguir apuntando otros libros diferentes, pero ahora voy a expresar mis deseos.
En lo que concierne a la música, entonces, deseo El Paraíso y la Peri de Schumann, arreglo para piano solo. Es algo encantador para cualquiera, así que también para ti. Luego la obra poética de Shelley traducida por Seybt. Lo primero cuesta más o menos 2 táleros, si se consigue a través de Gustav5. Lo segundo, 1 tálero 10 florines suizos. Me alegraría enormemente si recibiera ambas cosas, pues son mis únicos deseos. Ahora se me viene a la mente algo que no puedo olvidar contarte. El domingo a mediodía me invitaron a almorzar a casa del señor Dr. Heinse6, donde se comió de manera exquisita y se conversó aún mejor. Luego, que el Dr. Volkmann7, el nuevo profesor, está dispuesto a dar clases privadas de inglés. Se presentaron muchos, pero yo no pienso unirme a ellos sino hasta Pascua. Y es que por el momento estoy estudiando, todavía privatim, italiano. Latín, griego, hebreo, en el que se está leyendo el primer libro de Moisés; alemán, en el que se está leyendo el Cantar de los Nibelungos en el lenguaje original; francés, en el que se está leyendo en clase a Carlos XII y, en una tertulia de tres, además de mí, Athalie; italiano, en el que se está leyendo, en una tertulia, a Dante. Si hasta ahora esto no fuese suficiente, entonces no sé qué, sobre todo porque en latín se está leyendo a la vez a Virgilio, Livio, Cicerón y Salustio; en griego, la Ilíada y a Lisias y Heródoto. Ahora sí, adiós, y alégrate con esta carta inusitadamente larga.
Tuyo, Fritz
El domingo nos volveremos a ver en Almrich8.
***
Turín, vía Carlo Alberto 6 III
a 21 de diciembre de 1888
Vieja madre mía,
si no me engaña todo, en los próximos días se celebrará la Navidad. Tal vez mi carta alcance a llegar a tiempo y tal vez el señor
Kürbitz haya comprendido una señal que le di hace un par de días, pidiéndole que pensara en alguna cosa para ti que te alegrase y te hiciese pensar con gusto en tu vieja creatura, la cual, por lo demás, te pide que dispenses que no sea más que eso. También acá tenemos un poco de invierno, pero no tanto como para que hubiese tenido que encender la calefacción. El sol y el cielo claro siempre vuelven a enseñorearse tras un par de días
Manuela Betancourt, Fuera de casa, tinta sumi sobre papel de niebla. Hubo un gran entierro, uno de nuestros príncipes, el primo del rey, alguien que hizo mucho por Italia, también por la marina, ya que era el almirante de la flota.
Estoy contento en todo sentido de haber terminado mi estancia en Niza, desde entonces me han enviado tres cajas de libros. La única compañía benéfica y amable que tuve allá, los distinguidos Köchlin9, personas tanto pudientes como elegantes y acostumbradas a los mejores círculos, también dejarán de estar en Niza por primera vez este invierno. Las cosas van mal con el viejo Köchlin, madame Cécile me lo escribió detalladamente: fiebre constante. Están cerca de Génova, en Nervi. De Ginebra, por el
contrario, tengo noticias buenas y alegres de madame Fynn y su amiga rusa10.
Pero lo mejor de todo es lo que oigo decir de mi amigo Köselitz11, cuya existencia entera ha cambiado de manera sorprendente. No sólo que los artistas más importantes de Berlín, Joachim, de Ahna12, se interesen profundamente por sus composiciones, esa clase de artistas que es la más exigente y difícil de contentar de Alemania, sino que, y esto es lo que más te asombraría, solamente frecuenta los círculos más ricos y distinguidos de Berlín y está pretendiendo, con bastante éxito, a una joven bella y tremendamente rica, aunque tiene de rival a un joven conde Schlieben. ¡Así son los señores músicos! Ya pasó todo el verano en el palacio de su princesa, en Pomerania Central, en medio de bosques enormes y entre nobles hacendados y oficiales de la guardia; pero ella no desea sino tocar el violín y cantar la música de Köselitz. Tal vez su ópera alcance a ser presentada por primera vez en
Berlín; el conde Hochberg es cercano a los círculos que él frecuenta.
En el fondo, tu vieja creatura es ahora un animal enormemente célebre: no precisamente en Alemania, pues los alemanes son demasiado tontos y ordinarios para la altura de mi espíritu y siempre se han puesto en ridículo a mi lado; pero, por lo demás, en todas partes. No cuento sino con naturalezas selectas entre mis admiradores; sólo personas eminentes y de gran influencia, en San Petersburgo, en París, en Estocolmo, en Viena, en Nueva York. Ay, si supieras con qué palabras me expresan su devoción los más altos personajes y las mujeres más encantadoras, incluyendo, claro está, a madame la princesse Ténicheff13. Cuento con auténticos
genios entre mis admiradores —no existe hoy día otro nombre al que se trate con tanta admiración y tanto respeto como al mío—. ¿Lo ves?, he ahí el truco: sin nombre, sin rango y sin riquezas se me trata acá como a un pequeño príncipe, lo hace todo el mundo y hasta mi tendera, que no se queda tranquila hasta no haber escogido para mí las más dulces de sus uvas (la libra ahora a 28 peniques).
Por fortuna, ya estoy a la altura de todo lo que me exige mi tarea. Gozo de una salud excelente de verdad; las tareas más difíciles, para las cuales no ha habido ser humano con la suficiente fuerza, me resultan fáciles. Turín es realmente mi residencia; ¡con qué
distinción se me trata acá! Vieja madre mía, recibe, para finalizar el año, mis mejores deseos de todo corazón y deséame tú a mí un año que concuerde en todo con las grandes cosas que han de suceder en él.
Tu vieja creatura.
Notas
1 Se trata de Die Fensterscheibe (El cristal) de Robert Schumann, composición No 2 de la obra Sechs Gesänge (Seis canciones), Op. 107.
2 Frauenliebe und Leben es un ciclo de poemas de Adelbert von Chamisso musicalizado por Robert Schumann en 1840 (Op. 42).
3 Friedrich August Wenkel fue profesor de la escuela secundaria de Naumburgo y, hasta 1862, profesor de la escuela de niñas de la misma ciudad. Posteriormente fue párroco primero de la catedral de Naumburgo (Wenzelskirche). Sus relaciones con Nietzsche se hacen más cercanas a partir de 1868, cuando Wenkel da a conocer su admiración por Schopenhauer.
4 Das Leben Jesu del teólogo Karl August Hase (1800-1890) trata de la vida de Jesús desde la perspectiva de su contexto histórico. A su Lehrbuch der Kirchengeschichte, que alcanza doce ediciones, debe Hase su fama como historiador de la iglesia.
5 Gustav Krug, de Naumburgo, el mejor amigo de juventud de Nietzsche junto con Wilhelm Pinder. Gracias a Krug, quien tocaba el violín, el joven Nietzsche empieza a interesarse por la música.*
6 Maximilian Heinze (1835-1909), filósofo nacido en Priessnitz, cerca de Naumburgo. Fue profesor en el internado de Pforta entre 1860 y 1863 y enseñó posteriormente en las universidades de Leipzig, Basel y Koenigsberg.
7 Diederich Volkmann (1838-1903), filólogo clásico y profesor del internado de Pforta a partir de 1861. Aconsejó al joven Nietzsche iniciar sus estudios en la universidad de Bonn (1864) y guardó contacto con él por muchos años.
8 Población entre Pforta y Naumburgo y lugar turístico conocido en el que Nietzsche solía encontrarse con su madre y su hermana.
9Albert y Cécile Köchlin, de la ciudad de Loerrach del sur de Alemania, solían pasar el invierno en Niza, donde conocieron a Nietzsche.
10 En 1884, Nietzsche conoce en Sils Maria a la inglesa Emily Fynn y su hija del mismo nombre, así como a la señorita Zina von Mansuroff, anteriormente dama de honor de la corte en Rusia.
11 Heinrich Köselitz (1854-1918), escritor y compositor alemán más conocido como Peter Gast, seudónimo que le dio Nietzsche en 1881. Fue amigo y asiduo colaborador de Nietzsche durante años.
12 Joseph Joachim, sobresaliente violinista y compositor húngaro que desde 1868 hasta su muerte en 1907 ocupó el cargo de director del Conservatorio Superior de Música de Berlín. Heinrich de Ahna, violinista y director de orquesta nacido en Viena, fue profesor de la misma institución.
13 Princesa Anna Dmitrievna Tenicheff, lectora en San Petersburgo de la obra de Nietzsche. El contacto entre los dos se inicia por mediación de Georg Brandes.
Traducción de Diana Carrizosa. Egresada de Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Con estudios de Doctorado en Filosofía de la Universidad Libre de Berlín, se desempeña actualmente como traductora certificada del alemán al español en Berlín.