Josseline Aguilar atesora a su padre, simbolizado en líneas de tinta derechas, chuecas, enredadas, redondas, como cabello esparcido sobre hojas de papel. Como cabello que se negó a encarecer aunque se cubrió de polvo y años.
Cuando alguien le pide a Josseline que le muestre las posesiones que más ama, la coordinadora general del Comité Orgullo Ecatepec muestra con una amorosa alegría unos papeles doblados sin maltrato. Son las cartas de su padre. Cartas que fueron escritas antes de que Josseline naciera, algunas en los momentos en los que un hombre a la distancia mandó sus pensamientos en papel a su esposa, y en las que habían mensajes y palabras cariñosas a una hija que pensaba que era su hijo.
Desde la última carta que envió aquel hombre, hasta la primer mitad de la segunda década del siglo XXI, la niña creció, se rebeló, quitó de su piel la ropa y los movimientos torpes y toscos del género masculino, y emergió como una versión femenina del Fénix, de un ave que prácticamente apenas pudo extendió sus alas y se fue a buscar nuevos cielos, sin olvidar las cartas de su papá.
Josseline originalmente era tímida, callada e incluso sumisa e insegura, similar al niño de las cartas que su padre escribió, que necesitaba protección, cariño y seguridad. Pero esa niña creció, se independizó, se desarrollo profesionalmente en el estilismo, confronto a su timidez viviendo en una casa abandonada que tuvo que defender. Los abusos policiacos y la discriminación sólo fueron el combustible de su determinación por no rendirse. No es fácil ser una mujer transgénero en Ecatepec, el municipio del Estado de Mexico con mas feminicidios en todo el país.
Y la adolescente se convirtió en la mujer decidida, la líder del colectivo Lésbico, Gay, Bisexual, Travesti, Transgenero, Transexual e Intersexual (LGBTTTI ) de Ecatepec, donde fue impulsora de las Marchas del Orgullo de su municipio, y organizadora de la delegación ecatepense en la Marcha del Orgullo LGBTTTI de la Ciudad de México, la más grande y compleja del país.
Josseline desdobla cuidadosamente las hojas de papel y las selecciona con cuidado. Elige especialmente unas tamaño oficio color amarillas y sus ojos se rasguñan con las letras que cuentan una historia previa a su llegada a este mundo, cuando su papá y su mamá eran novios y el tenía que alejarse de ella, para trabajar en otra ciudad, en otro país. Era 1975.
No hay quiebres en la voz de la hija, hay sueños y un respeto hacia las palabras de su padre y los sentimientos de su madre, que definieron su vida. «Sin estas cartas, yo no hubiera nacido», dice. Las otras cartas son más recientes, y mencionan a un padre preocupado por un hijo pequeño que iba a la escuela y a quien manda saludos y encomienda con a su mamá con mucho cariño.
Quizás sean esas cartas las que la han impulsado a retomar los estudios profesionales en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), y a especializarse en diversos cursos y talleres impartidos por el Programa de Estudios en Disidencia Sexual.
Muchas mujeres transgenero centran su relación familiar en la figura materna. Pocas mujeres transgenero mantienen un vínculo estrecho con la figura paterna. Josseline Aguilar, una Mujer trans que no tiene problemas con su cuerpo, con su genitalidad, con su negativa al estereotipo. Tampoco tiene conflictos con querer a su papá, ni con su papel como su hija.
