Julio Valera Piedras será el próximo presidente del Congreso de Hidalgo y, al mismo tiempo, se convertirá en el principal líder de oposición en la era de Julio Menchaca Salazar como gobernador del Estado.
Es una nueva etapa para el PRI luego de la aplastante derrota de su candidata, Carolina Viggiano Austria. De tal modo, el Revolucionario Institucional deberá salir aireado de la tormenta, con un liderazgo que le permita cohesionar fuerzas.
Pero el vino nuevo no puede servirse en copas viejas. Los tiempos actuales requieren otro estilo de hacer política.
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Aquella impronta de cacicazgo y cerrazón que añoran los vetustos cuadros tricolores (los mismos que durante la campaña llegaron a exigir sin aportar) ha sido derrotada en las urnas. Y de qué manera.
Es de necios rebatirlo. Se acabó esa época.
Ahora, la conducción del priísmo requiere inteligencia, diálogo y sensibilidad.
Y para muestra, un botón.
Este martes 14, en el Congreso de Hidalgo, ante las justas protestas ocurridas en el recinto por parte del personal sanitario, el cual fue echado a la calle luego de sacrificarse en los hospitales COVID durante las épocas flagrantes de la pandemia, Julio Valera Piedras logró acordar con el grupo de manifestantes la búsqueda de recursos, reconociendo que es imprescindible que recuperen su lugar de trabajo.
Por eso, el diputado cosechó aplausos.
Alguien más hubiera convertido en algo político lo que es de elemental justicia.
Un líder así es lo que también necesita la bancada tricolor en el recinto del Sector Primario.
Pasa que el grupo priísta, por momentos, se evidencia carente de oficio y disciplina. Y luego de las elecciones, confundido.
De tal modo se dejan escuchar voces al interior del legislativo del PRI que pretenden reclamar para sí la próxima presidencia del Congreso. Sí. Tal cual.
¿Cómo es posible eso viniendo de diputados que carecen de méritos y talento?
Pero la audacia no conoce límites. Mucho menos de autocritica.
Los diputados o diputadas que no sepan leer la nueva época serán arrasados por sus propios errores. Entre ellos, los que provengan de la soberbia y la ineptitud.
Como están las cosas, arroparse a la conducción de Julio Valera es la mejor manera de salir de su propia crisis. Quien opine lo contrario, aún no entiende lo que ocurrió el pasado cinco de junio.
