La siguiente es una historia basada en hechos reales. Reales y dolorosos como cada historia de las personas en situación de calle. Los indigentes. Los miserables. Los olvidados por Dios.
Hace muchos años en el pueblo de Mixquiahuala de Juárez, en el estado de Hidalgo, vivió una hermosa niña llamada Beatriz Mera Álvarez, era muy bonita. Su papá se llamaba Eduardo Mera y su mamá Félix Álvarez.
Vivían muy felices en la calle Reforma, en el centro del pueblo. El papá tenía una milpa que adquirió durante la repartición del ejido, motivo por el cual fue asesinado. Pasó el tiempo y Beatriz se convirtió en una joven muy bella.
Un día conoció a un joven originario de Tulancingo; se enamoró de él, se comprometieron y adquirieron el ajuar para la boda. Toda la familia estaba contenta por el próximo enlace, pero aquel día nunca llegó porque el ingeniero regresó a su pueblo y nunca más regresó.
Beatriz sufrió tanto aquella traición que del dolor inmenso perdió la razón y desde ese día comenzó a peregrinar por el centro de Mixquiahuala acompañada de perros que día a día eran más; descuidó su aspecto personal pidiendo en los puestos comida para sus fieles perros.
Triste y desamparada, pasaron los años y fue olvidada por su familia, las personas se burlaban de ella. A unos les causaba lástima y a otro terror. Día tras día llegaba a su casa a descansar a lado de sus fieles compañeros, pues con ellos encontró el camino que siempre buscó.
Hasta que un día enfermó y murió a lado de familiares en Tepatepec. Fue así como encontró alivio al dolor que un día la crueldad de un hombre le causó. Desde entonces descansa en paz.
Mixquiahuala la vio nacer y crecer, nunca olvidará a Beatriz y sus perros, una bella y hermosa mujer.
Esta historia la encontré escrita y dibujada a mano en un cuaderno dentro de la Biblioteca Pública Regional José C. Mendoza, en Mixquiahuala de Juárez, Hidalgo. Fue escrita por Alfredo Bautista, Diana Álvarez, Isela Gress, Carlos Guerrero, Gisela Lombardo y Diana Yamelín; con caricatura de Ormindo Estrada e investigación de Martha Cruz, Consuelo Santillán, Marina Gress, Griselda Hernández, Macrina Fuentes y Ana Martínez.
Se trata de una historia de resistencia y de mostrar a las infancias el valor de cada persona que, por las circunstancias que sean, hoy viven en situación de calle, pero que esto no significa que dejan de ser seres humanos con derecho a un trato digno.
En estos tiempos de tecnología, las bibliotecas públicas se convirtieron en guardianas de la historia de cada comunidad donde habitan para transmitir sus raíces a cada niña, cada niño, que acude en busca de otros modos de ser en estos espacios gratuitos, que en muchos lugares de Hidalgo representan el único acceso a la cultura.
Beatriz somos todxs. Cada quien tiene una historia de ¿amor? que nos destruyó por dentro; una promesa que no fue cumplida, un camino no recorrido junto a alguien que pensamos que estaría “para siempre”; porque las historias de los cuentos dicen “Fin y fueron felices para siempre”, luego viene la realidad: pararse y continuar, como dicen en la película Jojo Rabbit: “Ningún sentimiento es definitivo”, pero la locura sí.
¿Y si todas las Beatriz de nuestras comunidades están conscientes y quienes perdimos la razón somos nosotrxs? ¿Quién nos asegura que no quedamos locxs luego de una historia de amor fallida?
