En este contexto político convulso, la elección de Javier Milei como futuro presidente de Argentina me lleva a reflexionar sobre el rumbo que puede tomar el país. Es preocupante ver cómo un personaje respaldado por un apoyo internacional fascista con figuras internacionales como Bolsonaro y Trump, plantea desafíos inminentes para Argentina y la vida de los ciudadanos. Milei en su fase teatral en similitud con casos como el de Zelenski en Ucrania, emerge como líder político. O “cara pública” de este proceso.
El eco de su pasado teatral, con raíces en una obra llamada el «Capitán Anarco Libertario» y reclutando a una actriz de la misma para su lista de diputados nacionales, trae consigo concretos temores. La historia similar nos ha mostrado cómo figuras con antecedentes pueden desencadenar situaciones complejas y hasta conflictos sangrientos.
Sin embargo, en medio de su auge, hubo un punto de inflexión. Casi pierde la presidencia en las generales contra Sergio Massa por una estrecha diferencia de 3 puntos, pero una intervención del poder real detuvo este proceso para que no perdiera en balotaje. El evidente apoyo de figuras como Macri y el círculo rojo, el poder económico real le intervino la campaña y le sumo figuras y fiscales en la elección. Condicionando el futuro gobierno de Milei, anticipando un gabinete con tintes de su gestión, dibuja una perspectiva preocupante de una «era Macri 2.0».
Me pregunto qué nos depara esto a quienes buscamos la unidad nacional, la industrialización y la igualdad de oportunidades. Nos enfrentamos a una nueva etapa de resistencia. Una resistencia que debe defender cada derecho, recordando el panorama desolador que dejó la gestión anterior macrista, desmantelando ministerios, recortando derechos y privando a muchos de servicios esenciales.
Las palabras resonantes de García Linera sobre los «tiempos difíciles» como el aliento del revolucionario cobran un significado especial en este contexto. Si es necesario volver temporalmente a las luchas del pasado para salvar nuestro futuro, estoy dispuesta a ello. Luchar, vencer, caer y levantarse una y otra vez, parece ser el destino que nos aguarda. Con alegría propia de estar del lado correcto, procederemos a hacerlo.
El desafío es monumental, pero no insuperable. La preservación de lo obtenido, como el ejemplo de la gestión en la provincia de Buenos Aires y el liderazgo de Axel Kicillof, se presenta como faros en medio de la incertidumbre política.
Estamos ante una encrucijada donde los tiempos difíciles no solo representan obstáculos, sino también la fuerza motriz que impulsa la resistencia y el armado de vuelta a una argentina que sueña ser verdaderamente iguales y libres. Porque libertad sin igualdad es solo privilegios.
Es hora de estar alerta, de actuar y preservar lo que hemos logrado, pues cada batalla será crucial en esta contienda por un futuro de una Argentina, justa, libera y soberana que soñamos todos.
