En diciembre de 2019 escribí sobre el intento de golpe blando contra el presidente Andrés Manuel López Obrador. Entonces se gestaban las primeras marchas, pequeñas y fracasadas, de la derecha contra AMLO. Advertimos (porque no fui el único que lo señaló) que éste sólo era el inicio y que habría más y que se haría más. Y sucedió. No porque contemos con el cristal para adivinar el futuro; sino porque la oposición estaba siguiendo el manual de la desestabilización.
Primero fueron las intrigas y las acusaciones. En este momento, nos encontramos transitando entre el segundo y el tercer punto del manual del golpe blando, según lo analizado por el estratega Gene Sharp: intensas campañas en defensa de la «libertad de prensa» y los «derechos humanos», seguidas de promoción de manifestaciones, por el momento, pacíficas.
Pero ya se va López Obrador. No pudieron bajarlo de la presidencia. Pero su proyecto continuará con Claudia Sheinbaum Pardo, por lo cual la batalla no ha terminado. La derecha utilizará las elecciones para impulsar su agenda y presentar ante el público un escenario terrible, recuperando el discurso insidioso como el que actualmente observamos en redes sociales donde se intenta posicionar un vínculo entre la 4T y el narco.
Calculo que la derecha intentará avanzar hacia los últimos puntos del golpe blando durante el gobierno de Sheinbaum Pardo, sobre la ilusión de que AMLO se retirará a su rancho. Es decir, la guerra psicológica, intentos de desestabilización y, finalmente, disturbios callejeros e intervención de fuerzas armadas. Aunque este último punto no necesariamente podría ocurrir. Primero, porque el Ejército está comodísimo con la 4T. Segundo, porque ya no es necesario, considerando las estrategias de Lawfare. Mucha atención con lo que ocurrirá.