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domingo, noviembre 24, 2024

El derecho de las MUJERES a NO CASARSE (y enfrentar el JUICIO)

Hace mucho que me pregunto sobre la tremenda imposición que representa para las mujeres el matrimonio. Este texto no data del siglo 18 ni 19, fue escrito en agosto de 2023 y repito: la tremenda imposición que representa para las mujeres el matrimonio.

Algunas personas desde su privilegio nos dirán: “afortunadamente ahora es una decisión, ya no como antes”; luego, en la semana, me encuentro una noticia donde una mujer de 19 años fue encarcelada en la comunidad de Santo Tomás, Atlapexco, Hidalgo, por negarse a contraer matrimonio porque primero había dicho que sí y a la mera hora comenzó a gritar que no. ¿Y cómo va a ser eso si las mujeres ya dimos nuestra palabra del casamiento? ¿Quiénes somos para retractarnos? ¿Cómo es que vamos a rechazar a una persona dispuesta a casarse con nosotras a pesar de lo que somos?

La revista Arqueología Mexicana en el texto “Matrimonio y sexualidad” narra que dentro de los llamados huehuetlatolli, “palabras de ancianos”, hay dos discursos muy significativos que hacían los padres mexicas a sus hijos. En ellos se amonesta a las jóvenes y a los jóvenes antes de casarse:

«La madre recomienda a su hija, cuando ya está en edad casadera, que sea discreta, mesurada, que no masque chicle ni se ría con los hombres, que no se engalane ni sea desvergonzada como hacen las prostitutas, que no le dé su cuerpo a nadie, porque cuando llegue a casarse y su marido descubra que no es virgen, siempre sospechará de ella y nunca estará en paz. En cambio, al varón, antes de casarse, el padre le recomienda que no se arroje a la mujer como se arroja el perro a lo que ha de comer; que se maneje con templanza y discreción para que no le pase lo que al maguey cuando le sacan la miel de pequeño, para que no la pierda y se seque, porque cuando llegue a casarse y no pueda satisfacer los deseos de su mujer, ésta buscará a otro hombre y la empujará al adulterio».

¿Notan la diferencia? El adulterio es culpa de la mujer. Qué hermosas son las culturas prehispánicas, excepto cuando se trata de los derechos de la mujer, así como en la religión.

Lo preocupante no es el texto citado sino lo que vivimos en la actualidad y todas podemos aterrizar nuestros propios hechos. ¿Alguna vez se negaron a casarse y fueron señaladas? Yo sí.

Resulta que tenía 18 años y un novio de 22 que era, es y, seguramente será una buena persona, que me amaba, pero no estaba dispuesto a pensar más allá de mí; su vida era yo, porque es romántico, nos dice la gente, que tú seas todo para el hombre para que cuando te vayas de su lado sea tu culpa y así una carga más a nuestro costal de lamentos.

Entonces yo le propuse matrimonio en una charla, pero él no estaba muy convencido. Tan poco convencido que el día de la cena para la “pedida de mano” no tenía un anillo de compromiso. Total, lo conseguimos; sí, lo conseguimos, y fuimos felices aquella noche. Pero algo dentro de mí se rompió y en los meses siguientes la vida dio un giro: me aceptaron en la universidad y dejé de lado la fecha de nuestra boda.

Las personas tienen derecho a declinar tu amor sin importar cuan puras sean tus intenciones…

Sin embargo, tardé cinco años, queridas lectoras, cinco años en dejar esa relación en la que no amaba a ese buen hombre por miedo a lo que dijera la sociedad de mí; por sus lágrimas cuando quería irme y porque no iba a encontrar a alguien que me quisiera como él, me decían algunas personas.

Finalmente, un día me fui con miedo y con mucho dolor por lastimar a la persona; con temor a que él no iba a encontrar a nadie más (un poco ingenua que era yo), pero me fui para no volver.

Entonces los suegros que, alguna vez me quisieron, me despreciaron; incluso algunas personas de mi familia me juzgaron por tal decisión. Conforme pasaron los años, sin un compromiso con nadie ni una relación formal con nadie, una que otra mente me decía que era “por no haberme casado cuando llegó la persona correcta”. Lo triste es que, algún tiempo, lo creí así.

Total, que el buen hombre, a los meses de terminar el compromiso encontró a una mujer con quien compartió su camino. Y él lo merecía porque me amó mucho, y yo no porque lo dejé ir.

Encontré la libertad el día que me di cuenta de que, a pesar de todo, no me arrepentía de esa decisión. Abrazo a cada mujer que se casó sin desearlo realmente pero la presión de esta sociedad la llevó a aceptar un matrimonio deprimente. Las cárceles también son emocionales.

En un taller feminista dijeron “las personas tienen derecho a declinar tu amor sin importar cuan puras sean tus intenciones, no eres lo que quieren y está bien”. También podemos hacerlo nosotras; pero es difícil. Mucho. Porque no sólo estamos invadidas por nuestra confusión o dolor sino además las personas nos echan encima sus opiniones sobre nuestras vidas, sobre lo que debemos hacer y lo que no. Sobre a quien amar y a quien. Sobre estar casadas o no.

¿Alguna vez se negaron a casarse y fueron señaladas? Yo sí.

Lorena Piedad
Lorena Piedad
Pachuca, 1990. Locutora y redactora. Participante de la Feria Nacional de Escritoras Mexicanas (FENALEM), edición 2022. Algunos de sus textos fueron publicados en la Antología Poéticas de los Sures Femeninos Despatriarcalizando la Poesía (Colombia, 2020) y en Voces Indómitas Primera Antología de Narrativa Breve Escrita por Mujeres (México, 2021).

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