“Ya una vez me quitaron a mis hijos por mi orientación sexual, pues supusieron que soy mala madre y mala influencia, pero no es justo que por ser lesbiana piensen que soy un monstruo”, declaró Myriam quién pelea por el registro y custodia de su hijo, al que el Código Civil de Nuevo León le niega acceso por no estar divorciada de su ex marido.
México DF, (NOTIESE).- Hace cinco años Myriam se separó de su esposo; episodios de violencia doméstica fue una de las razones. Tiempo después ella conoció a María de los Ángeles, con quien inició una relación y ahora tiene un hijo. Sin embargo, por no estar divorciada, no sólo no ha podido registrarlo, sino que incluso podría perder su custodia.
De acuerdo con el artículo 64 del Código Civil de Nuevo León, “cuando el hijo nazca de una mujer casada que viva con su marido, en ningún caso ni a petición de persona alguna, podrá el Oficial del Registro asentar como padre a otro que no sea el mismo marido, salvo que éste haya desconocido al hijo y exista sentencia ejecutoria que así lo declare”.
Mariaurora Mota, directora de Género, Ética y Salud Sexual (Gess), explicó que, según los abogados por ella consultados, el objetivo de esta ley es que los hijos de las mujeres siempre estén protegidos legalmente.
Pero Myriam no piensa lo mismo. Ella considera que este tipo de leyes más que proteger, obstaculizan, sobre todo en un caso como el suyo. No obstante, reconoció que su error fue no haberse divorciado cuanto antes y, por otro lado, no haber esperado a que el trámite concluyera para tener al niño.
Como parte de su matrimonio con José Luis, ella se convirtió en madre de dos niños: Sandra y Ricardo, quienes ahora tienen ocho y seis años respectivamente. Tras la ruptura, Myriam se hizo cargo de ellos, junto con María de los Ángeles, su nueva pareja.
Según recuerda, durante dos años su esposo no manifestó inconvenientes en que ella cuidara de los hijos, pero en cuanto se enteró de que la nueva pareja de su ex compañera era una mujer. “Ahí empezaron los problemas, se puso muy mal, con mucha agresión, hasta que me quitó la patria potestad”.
Desde ese momento Myriam no ha vuelto a ver a sus hijos, tampoco a su esposo. Sin embargo, como entonces ella esperaba ya el nacimiento de “Angelito”, José Luis la amenazó con hacer que perdiera su custodia también, para lo cual haría uso del artículo 64 del Código Civil estatal.
Por eso desde el 7 de octubre de 2008, fecha en que nació Ángel Mario, gracias a una inseminación artificial, no lo han podido registrar, lo que se traduce en que ni siquiera tenga acta de nacimiento.
Como el niño fue concebido sin que hubiera concluido el divorcio entre Myriam y José Luis, éste es el único que puede quedar asentado legalmente como su padre, aunque no lo sea.
Myriam Eugenia Fraire Villarreal tenía pensado registrar al niño como madre soltera, aunque en términos prácticos tanto ella como María de los Ángeles Tovar Vallejo se harían cargo de él, pero al verse imposibilitadas, pues desconocían el contenido del Código Civil, no han querido hacer el trámite, pues en ese caso, José Luis de la Rosa Jaramillo sería legalmente el papá.
Debido a la complicación del caso, Gess ha brindado apoyo a la pareja para resolver el problema principal: “Que el niño sea registrado cuanto antes”.
Mariaurora Mota señaló que este tipo de situaciones son frecuentes en Nuevo León, porque “lo más fácil pareciera que es el divorcio, pero no lo es, es todo un juicio, costoso, que requiere abogado y que ambas partes estén de acuerdo. Pero mientras, los hijos están sin registro”.
Por ahora lo que recomendó a Myriam es que se ponga al tanto del proceso de divorcio, que vaya con un juez y que abra el juicio que se necesite para registrar al niño. Sin embargo, Myriam teme perder, una vez más, a otro de sus hijos.
Con voz entrecortada, explicó a esta agencia que hay veces que se siente muy triste, con mucha depresión, porque no tiene a sus dos hijos con ella, y no sabe dónde están. “Mucha gente me da ánimos y me dice, ‘no te preocupes, tienes a Ángel’, pero él no llena el vacío, a pesar de que es mi adoración”.
Myriam y María de los Ángeles, de 27 y 37 años respectivamente, viven por ahora en familia, a la espera de que la situación de su hijo se pueda resolver, pues consideran su núcleo familiar como cualquier otro y no lo perciben diferente o anormal.
“Ya una vez me quitaron a mis hijos por mi orientación sexual, pues supusieron que soy mala madre y mala influencia, pero no es justo que por ser lesbiana piensen que soy un monstruo”, concluyó.