Este fin de semana, el presidente Andrés Manuel López Obrador publicó su reunión con el magnate, Carlos Slim, en su rancho de Palenque, Chiapas. El dueño de Grupo Carso tiene mucho dinero invertido en el Tren Maya y en otros proyectos del Gobierno de México. A finales de la semana pasada, el mandatario ocupó su conferencia mañanera para leer un comunicado informativo, que terminó en felicitación, sobre la unión entre los monopolios mediáticos Televisa y Univisión. Estos dos eventos son estratégicos para López Obrador. Es su forma de hacer política en plenas elecciones Legislativas en las cuales el Presidente se juega la confirmación del apoyo a su proyecto político o el rechazo al mismo, dependiendo de si gana la mayoría en la Cámara, o no. Para ello depende del apoyo de los grandes capitailistas del país (además de Slim, de Grupo Carso y Azcárraga, de Televisa, está Salinas Pliego, de Televisión Azteca, Carlos Bremer, del Grupo Value y Patricia Armendariz, de Grupo Banorte, por mencionar a algunos conocidos), sobre todo, porque enfrente tiene a la oposicion agrupada en el bloque «Va X México», creada y financiada por el empresario Claudio X. González, cuya familia es dueña de Kimberly-Clark, y líder del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, y Gustavo de Hoyos, dirigente de la Coparmex, a su vez, aliada a la Iglesia. Entonces AMLO está agrupando a los empresarios que están confiando (o beneficiándose) de su sexenio, no necesariamente para financiar las campañas de su partido, Morena, al Congreso, sino para mantener tranquilos y contentos a los llamados mercados nacionales y globales en este periodo electoral. El mensaje del Presidente es que, con él, continuarán las ganancias y la buena economía, por lo cual es mejor que su Partido gane las elecciones.
Una JUGADA maestra de AMLO en estas ELECCIONES
