Está claro que el Comité Ejecutivo Nacional del PRI no quiere la incorporación de Omar Fayad Meneses al Consejo Nacional de ese partido. Lo rechaza o le teme, con base en dos evidencias:
Primero, la operación para invalidar el registro de la planilla organizada por el exgobernador hidalguense con el pretexto de no cumplir con las cuotas partidarias actualizadas, ni con la acreditación de una militancia de al menos cinco años, es una ruindad ejecutada por dos alfiles de la secretaria general del PRI, Carolina Viggiano, con quien Fayad Meneses mantiene una pugna abierta: Victoria Eugenia Méndez Márquez, a la sazón, presidenta del órgano auxiliar de la Comisión de Procesos internos, y su secretaria, Mayka Ortega Eguiluz.
El frenón a la planilla de Omar Fayad es incomprensible a la vista de los estatutos e inadmisible desde el punto de vista político ya que los signos indican que el exgobernador se ha mantenido respetuoso del Comité Ejecutivo Nacional de su Partido, para el cual ha pedido que cumpla con su periodo completo, a diferencia de otros actores que claman por la cabeza de Alejandro Moreno Cárdenas y Viggiano Austria.
Y no le faltarían razones a Fayad Meneses para sumarse a las voces que piden acabar con el desastre de la dirigencia nacional priísta, a causa de sus pésimos resultados. Prueba de ello, un dato: desde que Moreno Cárdenas y Viggiano Austria se sientan en la silla del edificio de Insurgentes Norte, el PRI ha perdido todas las gubernaturas que controlaba y se encamina a perder también el Estado de México, su otrora bastión y Coahuila, tierra de la familia política de la secretaria general priísta.
En suma, la dirigencia conformada por el tal «Alito» y Carolina Viggiano tiene sumido al PRI en la peor crisis de su historia, convertido en un chiquipartido, comparsa del irrisorio PAN y del infame PRD. Sin embargo, la actitud de la secretaria general priísta es la de una dirigente posada sobre las conquistas que no tiene. En lo público, continúa mostrando el mismo talante fatuo que la desbarrancó en la pasada elección a la gubernatura, dónde perdió tres a uno ante Julio Menchaca Salazar, de Morena. Semejante necedad es inconveniente en política.
Y mientras aumentan las voces que piden terminar con la farsa del CEN del PRI, la alianza entre Alejandro Moreno y Viggiano Austria hace agua. Se dice que el presidente nacional priísta está incómodo con el proceder de la secretaria general; que hasta él le queda claro lo insensato de su derrotero. De lo contrario, la hubiera apoyado durante su campaña en vez de aterrizar sólo por una hora en Pachuca para luego huir. Esto, a pesar de que el tal «Alito» se llenó la boca diciendo que se mudaria a Hidalgo hasta ver triunfar a la candidata de «Va por Hidalgo». Por supuesto, ni lo uno ni lo otro, ocurrió.
Sin embargo, el afán de Carolina Viggiano es tal que aspira a convertirse en la candidata del PRI al Senado de la República en primera fórmula para las elecciones de 2024. Algo que se vislumbra complicado por dos razones: una, por paridad de género, le toca a un hombre encabezar la candidatura principal ya que, en 2018, la hoy senadora Nuvia Mayorga Delgado tuvo ese privilegio; dos, ¿cómo le va a pedir a la militancia priísta que la apoye luego del fracaso del que viene y de rechazar registrarse por su propio Partido, haciéndolo más bien por el PAN?
Mas, para conseguirlo, Viggiano Austria quiere a toda costa apoderarse del PRI de Hidalgo. Un primer paso es impedir el registro de su adversario, Omar Fayad, al Consejo Nacional. Un segundo paso es instaurar su propio Comité Directivo Estatal o, al menos, copar su comisión de procesos internos para conseguir ser candidata, otra vez, ahora el Senado, para medir las fuerzas que no le alcanzan y para cosechar su segundo desastre electoral consecutivo y, ahora sí, echarle la última pala de tierra a su partido.