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viernes, julio 26, 2024

Soy una CASA LOCA

Casa redonda tenía
de redonda soledad:
el aire que la invadía
era redonda armonía
de irrespirable ansiedad. —Pita Amor

Apenas el 30 de mayo leí de nuevo a Pita Amor para recordar su nacimiento, la loquita de la Zona Rosa en Ciudad de México. Traté de entender sobre lo que escribe en “Yo soy mi casa”. Imposible, pero reflexioné sobre mi casa y sobre otras casas.

Casas que fuimos construidas con los cimientos de una cultura machista que está enterrada en nuestras raíces y sostiene la construcción; un drenaje de juicios exteriores sobre cómo debe comportarse una mujer, cómo debe hablar, cómo debe pensar, cómo debe vestirse, cómo debe reír, llorar.

Yo soy mi casa

La estructura, el esqueleto de mi casa, pisos sobre los cuales fueron guiados mis pasos por las instituciones familiares, escolares y laborales, hacia donde dirigirse, ser guiada. Paredes que oyen y nunca callan, juzgan y destruyen con sus palabras, con sus rechazos por lo que somos. Soy.

Techos que impiden que mis oraciones lleguen a su destino porque las religiones me imponen a un dios que castiga y que ve superior al hombre que a la mujer; así lo dice la Biblia. Perdón, así lo dice la Biblia, según el patriarcado. ¿Y sí Dios es mujer? ¡Blasfemia!

Luego, los acabados de esta casa: puertas, ventanas y azulejos que me harán lucir como una casa decente, una casa sumisa, una casa callada para que me vea más bonita, como deben ser las casas.

El primer sismo que dañó la estructura de esta casa fue darme cuenta que, desde niña, he luchado por la aceptación de los hombres: padre, hermanos, compañeros, parejas. La niña más bonita del salón que no era yo, pero como hubiera querido ser, en lugar de llorar cuando un niño me rechazaba por fea o por machorra porque amaba jugar futbol.
Una grieta en el corazón de esa casa en su etapa adolescente cuando creí las palabras de quien me despreció, dijo que como era una casa muy alta parecía un poste. Cuánta risa me da recordarlo hoy, pero cuánta inseguridad me causó que me rehúse a usar tacones por años. No quería yo escuchar: “miren, ahí va la casa/poste”.

Luego, me llegó la edad de ser adquirida, esta casa debía ser seleccionada por un propietario o perdería su valor. ¿Habrá otra cosa más desgastante que esa? Ser una casa sonriente para que te adquieran. No funcionó.

Soy una casa loca

¿Cómo es tu casa? Todas somos nuestras propias casas.

Ayer vi a una casa derrumbarse, tuvo un ataque de ansiedad, una casa rota porque su propietario no la habitará más. Me causó una grieta. Cómo somos valuadas.
Si eras una casa abierta te señalan por ser una casa de citas, si eras una casa que reza te confunden con una iglesia.

A una edad determinada, algunas casas fueron adquiridas por propietarios que las utilizaron para vaciar escombros y basura, a otras les derrumbaron sus sueños y la dignidad. Son casas tristes pintadas de recuerdos que aprovechan los días de lluvia para llorar sin ser percibidas. Jamás lograron adquirirse así mismas para remodelarse, esperaron a otro propietario que no llegó o que era el mismo con otro nombre y otro aspecto. Envejecieron por la depresión y fueron derrumbadas para siempre.

Otras casas consiguieron librarse del supuesto cacique, pero de igual forma fueron señaladas porque no es posible que una casa pueda sostenerse sola. ¿En qué parte del mundo se ha visto eso? Casas solas, casas divorciadas son un pésimo ejemplo de construcción.

Cada casa ha enfrentado un terremoto que terminó por derrumbarla, son tantas las historias: un feminicidio o intento de; una desaparición, una golpiza, motivos, sentimientos que destruyeron las paredes; los techos, los cimientos. Pero nos queda el espíritu de lucha porque como dijo mi abuela: las casas tienen espíritu.

En tanto, soy una casa histérica, loca, desquiciada; pero a la eternidad ya sentenciada. Volviendo a Pita Amor.

Lorena Piedad
Lorena Piedad
Pachuca, 1990. Locutora y redactora. Participante de la Feria Nacional de Escritoras Mexicanas (FENALEM), edición 2022. Algunos de sus textos fueron publicados en la Antología Poéticas de los Sures Femeninos Despatriarcalizando la Poesía (Colombia, 2020) y en Voces Indómitas Primera Antología de Narrativa Breve Escrita por Mujeres (México, 2021).

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