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domingo, diciembre 22, 2024

Mi CORAZÓN OBRERO (cuando conocí a la HIJA DEL CHE)

Conocí a Aleida Guevara, hija de Ernesto Che Guevara, y sentí que me devolvió la cordura revolucionaria…

Crecí entre el sector obrero debido al oficio de costurera de mi madre y desde que trabajé a los once años en la primera maquiladora me cuestioné sobre las mujeres a mi alrededor.

Circula en redes sociales la frase de Flora Tristán: «Hay alguien todavía más oprimido que el obrero y es la mujer del obrero«. Me forjé entre las costureras que laboraban jornadas de diez horas por 700 pesos semanales en horario de ocho a seis, o hasta 8 de la noche, según la necesidad de las horas extras, y me preguntaba sobre sus vidas dedicadas al trabajo, sus sueños rotos, sus alegrías y tristezas o la falta de oportunidades que las obligó a convertirse en unas máquinas a disposición del cacique llamado patrón o dueño.

Conocí a Aleida Guevara, hija de Ernesto Che Guevara, y sentí que me devolvió la cordura revolucionaria… FOTO: Lorena Piedad / DESDE ABAJO MX

Luego, en la adolescencia, mi hermano David (compañero de batallas) y yo, soñábamos con una revolución obrera, quizá producto de ser testigos del cansancio de mi madre, la costurera, cuando regresaba a casa, sus pies hinchados, su espalda encorvada y su angustia porque el dinero no alcanzaba. Conocimos a nuestro maestro Ernesto López Ortega, otro Ernesto revolucionario, que nos enseñó la música de protesta. Nos hablaba entonces de la dignidad del pueblo y a los 15, 14 años hartábamos a nuestros vecinos y vecinas con las canciones “El pueblo unido jamás será vencido”, de Inti Illimani y “Canto campesino”, de León Chávez Teixeiro, por mencionar sólo algunas. Ya estaba: nuestro corazón le pertenecía al pueblo.

Ingenuos nosotros, pensábamos que al cantar con toda nuestra fuerza podríamos cambiar las cosas, que podríamos librarnos del sistema y que podríamos mejorar las condiciones de esas obreras que llegaban adolescentes a la maquila y la mayoría salía cuando eran adultas mayores, sin pensión, sin salud, sin nada.

Mi corazón es obrero

Cuando escuché a Aleida Guevara hablar sobre el Che Guevara, su lucha y la revolución: “Como dijo mi padre ‘el futuro le pertenece al pueblo’”. Recordé aquellos años de resistencia. No logré hacer nada por las costureras, sólo escapé como cobarde para no volver. Mi motivación para terminar la universidad era pasar mis tardes trabajando en la maquila y entonces veía a Sonia, una mujer que entró a esa fábrica a los 20 años, para entonces ya tenía 37 y un día me dijo: “aquí ya me voy a quedar, afuera no hay nada para mí”. Sentí terror de saber que entregaría también mi vida a un patrón que paga el trabajo con un sueldo que se parece más a un favor.

Luego, cuando salí de ahí definitivamente me prometí que cuando me convirtiera en periodista contaría sus historias, denunciaría el abuso laboral; pero con el paso del tiempo lo olvidé y ver a Aleida Guevara revivió en mí lo ausente a causa de la búsqueda de la satisfacción de la sociedad, de ésta era del consumismo y de su significado del éxito”.

Consumir lo que no necesito, agradar a quien me impone estereotipos, obtener un buen empleo, adquirir una casa de Infonavit con un esposo incluido, ser madre, resignarme a mi destino de proletaria callada, sumisa; pero hoy llegó Aleida Guevara y contó lo siguiente: “mi tía siempre me decía ‘la tierra es mejor que yo y sin embargo la piso, ¿qué quiere decir? Que a mí nadie me pisa’”. Y como dice mi canción favorita interpretada por Mercedes Sosa “sólo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente”. ¡Mi corazón es obrero, mis textos son resistencia! ¡Hasta la victoria siempre!

Lorena Piedad
Lorena Piedad
Pachuca, 1990. Locutora y redactora. Participante de la Feria Nacional de Escritoras Mexicanas (FENALEM), edición 2022. Algunos de sus textos fueron publicados en la Antología Poéticas de los Sures Femeninos Despatriarcalizando la Poesía (Colombia, 2020) y en Voces Indómitas Primera Antología de Narrativa Breve Escrita por Mujeres (México, 2021).

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