En torno al Día Internacional de las Mujeres, han aumentado los ataques en contra de las feministas en Hidalgo; contra las que se encuentran en el activismo social, como en contra de quienes ocupan un espacio político o en la función pública.
Por ejemplo, previo al 8 de marzo, arreció una campaña mediática en contra de la subsecretaria de Gobierno, Bertha Miranda Rodríguez —reconocida feminista, quien durante casi veinte años participó en la lucha por los derechos sexuales y reproductivos de las hidalguenses, siendo una de las activistas claves en la despenalización del aborto en el Estado—, culpándola de la colocación de las vallas metálicas para contener la protesta de las mujeres y niñas.
Como prueba, se ofreció una fotografía de noche de esta funcionaria pasando por un lado de estos armatostes. De inmediato se publicó que ella había «operado» su colocación. Pero fue mentira. Miranda Rodríguez salía de su oficina en la sede del Ejecutivo, rumbo a su casa. En todo caso, ¿por qué habría de recaer en una subsecretaria la colocación de equipo de seguridad pública? ¿Quién realmente tiene el poder para ordenar y ejecutar algo así?
Pero, de mala fe, se ofreció la cabeza de una feminista como supuesta culpable de la operación que, durante la jornada, derivó en la agresión y detención injustificada contra feministas (entre ellas, menores de edad) y dos periodistas, por parte de policías antimotines. Y mientras esto pasaba, Bertha Miranda se encontraba en su casa, en permanente contacto con activistas para ayudar a la prevención de cualquier acto de abuso en su contra.
De la misma manera, algunos medios de comunicación, reconocidos por su línea misógina, habían atacado a activistas en sus editoriales. Y en su afán, pusieron la diana sobre algunas diputadas acerca del conocido «caso Zimapán», manipulando sus declaraciones para verterlas sobre el lodo de los comentarios en redes sociales.
Por supuesto, esto no es nuevo. Las feministas hidalguenses han sido objeto de ataques a lo largo de muchos años. Sobre ellas ha caído el foco de atención cuando ocurre un feminicidio, cuando revienta una protesta, cuando salta la indignación; en tanto, los verdaderos culpables quedan impunes entre las sombras. Ha pasado antes y está pasando ahora. De manera que ciertos periodistas conocidamente machistas, hoy le toman la palabra a ciertas «activistas» que viven de golpear a las mujeres que están ejerciendo sus derechos políticos. Patrañas de la mediocridad mediática.
¿Quién o quienes, pues, están interesados en dividir a las feministas en Hidalgo? Búsquese entre quienes se benefician políticamente de esto. Por ejemplo, a quienes pasan de largo de las acusaciones; los que ríen con el tolete en la mano, mientras se culpa a otras; a los que, desde el escritorio y la ineptitud, ordenan sin andar la calle. ¿Quienes son? ¿Por qué nadie dice sus nombres? Porque, claro, a esos, a los del patriarcado, les conviene desviar la atención con la ayuda de personas aliadas y tontas útiles. Así, mientras las feministas desperdician su tiempo en peleas, ellos, los de siempre, se encargan de tomar el poder.
